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Salvando al Godín de la Gran Renuncia

Entendiendo más del fenómeno próximamente global. | Aniela Cordero

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Escrito en OPINIÓN el

Desde hace algunos meses, hemos visto en las noticias un fenómeno apodado como The Great Resignation (La Gran Renuncia), que afecta sobremanera a nuestro vecino del norte, y poco a poco va replicándose a nivel global. Pero, ¿qué es? ¿Por qué se está dando? ¿Llegará a México? ¿Nos afectará igual?

Remontémonos al 2015. A partir de ese momento, Estados Unidos ha visto un incremento en la tasa de desempleo del país, teniendo uno de los picos más importantes en agosto del año pasado, donde solamente en ese mes, renunciaron 4.3 millones de americanos a sus trabajos. Esto significa que, en los últimos 6 años, más del 48% de la fuerza laboral estadounidense ha buscado nuevas oportunidades o ha emprendido, o simplemente se ha tomado un descanso.

¿En qué diablos están pensando si la situación mundial está color de hormiga? ¿Por qué lo hacen? Pues porque pueden, y porque quieren. Estas renuncias masivas son un saldo de la pandemia y se debe a varios factores de los que ya hemos hablado un poco en esta columna: el regreso presencial a las oficinas después de haber probado las dulces ventajas del trabajo desde casa, ya no digamos remoto; los horarios poco flexibles; condiciones sanitarias dudosas: ambientes tóxicos de trabajo, y pocas oportunidades de crecimiento; sueldos bajos que no se han recuperado todavía, y un largo etcétera. Pero entienden el punto, si no es que también lo están viviendo en carne propia.

Y es que ya lo hemos dicho, hoy en día las personas y los empleados de las compañías, estamos poniendo en primer lugar nuestro bienestar, lo que nos lleva a replantearnos y confrontar nuestras relaciones con la familia, con los amigos, con nosotros mismos, y, sobre todo, con nuestro trabajo. Nos estamos preguntando si realmente somos felices, si estamos logrando un cambio, o si tiene sentido algo de lo que hacemos. En la gran mayoría de los casos, la respuesta es: no, y eso nos hace salir de nuestra zona de confort, lo que según algunos expertos volverá al fenómeno de la Gran Renuncia, en la Gran Reorganización.

¿Pero por qué en México no se ha visto el mismo fenómeno en las mismas proporciones? Porque, aunque tenemos las mismas condiciones que en Estados Unidos, y algunas más, como la falta de un seguro de desempleo, nuestra composición económica y laboral impide una salida masiva de empleados. Tener un trabajo remunerado y estable, es considerado todavía como un privilegio, y después de la pandemia, es algo que muchos de nosotros defendemos a capa y espada.

Por ejemplo, de los 57 millones de mexicanos con un sueldo remunerado, solamente 2 de cada 100 perciben más de $18,453 pesos mensuales (5 salarios mínimos, aproximadamente), mientras que el 31% gana apenas un salario mínimo, que equivale a $3,967 pesos, y si a eso le sumamos que la canasta básica para una familia está alrededor de los $3,300 pesos, sin limón, pues las cuentas no salen.

Otro ejemplo es la falta de prestaciones: 34% de los asalariados en México no tienen ni siquiera prestaciones de ley. Y en el 2021 la ocupación informal llegó a los 31 millones de personas, considerando que el primer año de la pandemia tuvimos 12 millones de desempleados, y a finales del año pasado, poco más de la mitad de la población que tiene edad para trabajar, está activa económicamente. ¿Ven cómo el panorama sí está color de hormiga?

Pero eso no es todo. Las pobres condiciones laborales están empujando a un número cada vez mayor de mexicanos a renunciar y buscar un emprendimiento o un cambio de carrera, no porque puedan permitírselo económicamente, pero porque están al límite de sus fuerzas gracias a nuestro amigo el Síndrome de Burnout. Mismo que no se ha podido reducir, ni siquiera con la implementación de la NOM-035.

¿Ya no se acordaban de esta reforma pensada para cuidar a los colaboradores detectando los riesgos psico-sociales en el trabajo? No se preocupen, la mayoría de las empresas tampoco la recuerda. O más bien, se están haciendo de la vista gorda porque son pocas las compañías que han logrado implementar la NOM-035, aunque en todas hay un riesgo psicosocial derivado de la gestión y liderazgo autoritarios de los gerentes y directores que todavía es el pan de cada día para las compañías mexicanas.

Además de que otro de los riesgos se ve reflejado en las horas que trabajamos. Seguimos siendo el país de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) que más horas trabaja anualmente, con un récord de 2,124 horas, en comparación con los demás países pertenecientes a la organización que trabajan 1,687 horas. Sabemos que en México hay un tema cultural con la glorificación del tiempo que se trabaja y no de los resultados. Pero ese es un tema para otra columna.

En fin, si bien el fenómeno de la Gran Renuncia está empezando a replicarse en otros países, en México se espera que tenga un impacto mucho menor. Sin embargo, esto no es una excusa para que las empresas mexicanas dejen de lado los esfuerzos por cuidar a sus colaboradores. No todo se puede compensar a billetazos, a bonos, o a incrementos salariales, y es un hecho que el contratar nuevas posiciones les cuesta a las compañías un 30% a un 40% más del presupuesto anual proyectado. En términos de números, les sale más barato implementar planes de retención y bienestar, que les permita adaptarse a la aceleración de aspiraciones laborales que también trajo la pandemia.