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OPINIÓN

Salinas y AMLO: ni los veo, ni los oigo

Andrés Manuel López Obrador quiere pasar a la historia. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

En el último informe de gobierno de Carlos Salinas de Gortari, la bancada del PRD, entonces el partido en el que militaba Andrés Manuel López Obrador, armó tal escandalera que llevó a Carlos Salinas de Gortari a lanzar una frase contra ellos, pero que recogió la periodista Elena Gallegos en La Jornada: “ni los veo, ni los oigo”.

En realidad, se trataba de la descripción de la relación entre el principal partido de izquierda, liderado en ese momento por Cuauhtémoc Cárdenas, y el salinismo. En la crónica periodística de esos años están los más de 600 muertos que denunció el perredismo, crímenes que en su mayoría quedaron en la impunidad.

Incluso, en marzo de 1997, siendo Andrés Manuel López Obrador presidente del PRD, dio a conocer que en el salinismo fueron asesinados más de 300 militantes perredistas. Así fue la relación del salinismo con la izquierda mexicana.

En lo que va de este gobierno no ha habido una sola reunión entre el presidente López Obrador y los líderes de los partidos de oposición, pero tampoco con sus coordinadores parlamentarios.

¿Sirve el diálogo? En teoría debería servir para llegar a acuerdos, para obtener los mejores presupuestos, reformas legales y planes de gobierno.

El presidente López Obrador ha asumido que con él llega una “cuarta transformación”, que implica echar abajo todo lo viejo y corrupto.

Quizá tenga razón y sea necesario sacudir todo para dar paso a algo nuevo y mejor para beneficio de todos los gobernados.

En 1994, tras la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el asesinato de Luis Donaldo Colosio un grupo de líderes políticos, sindicales y sociales se reunieron para integrar el Grupo San Ángel, con el fin de evitar el choque de trenes en las elecciones presidenciales de ese año.

El 11 de mayo de 1994 el escritor Carlos Fuentes publicó en The New York Times un artículo donde clamó por la unión de la sociedad civil para evitar un “choque de trenes”. Pedía a Salinas actuar “como presidente de todos los mexicanos, no como un jefe de partido, de facción o de generación (…) pasar a la historia como el presidente de la transición democrática”.

Fuentes tuvo razón. Pero no fue Carlos Salinas quien pasó a la historia como el presidente de la transición democrática, fue Ernesto Zedillo Ponce de León: con él Vicente Fox sacó al PRI de Los Pinos por vez primera en casi 80 años, y de ahí a la fecha las alternancias dejaron de asustarnos.

Jorge Castañeda, Demetrio Sodi y Adolfo Aguilar Zínser convocaron a 81 personas al Grupo San Ángel. Estaban lo mismo Elba Esther Gordillo que Enrique González Pedrero, José Agustín Ortíz Pinchetti que Clara Jusidman; Ignacio Marván que Rogelio Ramírez de la O y Manuel Camacho Solís; Agustín Basave o Manuel Clouthier; Miguel Basáñez o Carlos Heredia; Eugenio Anguiano, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo; Carlos Monsiváis, Samuel Ruiz, Luis Villoro, Ricardo García Sáinz y Néstor de Buen; también Enrique Krauze, Elena Poniatowska y Federico Reyes Heroles.

¿Le suenan hoy algunos de esos nombres? El fallecido González Pedrero fue de los ideólogos de López Obrador; Marván estuvo hace poco como parte de la embajada de México en España; Ramírez de la O es el secretario de Hacienda; Poniatowska apoya al obradorismo, y ni qué decir de Lorenzo Meyer que es de los intelectuales más próximos a López Obrador. Ortiz Pinchetti es titular de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, y autor del libro La democracia que viene.

Uno de los integrantes del Grupo San Ángel fue Santiago Creel Miranda, un abogado egresado de la UNAM con raíces en Chihuahua. Su tatarabuelo fue gobernador de ese estado y como tal apoyó a Benito Juárez y su república itinerante, además de que luchó contra los franceses durante la invasión. Tuvo otros familiares gobernadores, embajadores en Estados Unidos, cancilleres.

Creel Miranda abrazó el panismo, a partir de su padre. Fue de los primeros consejeros ciudadanos del entonces IFE y en el 2000 candidato del PAN a la gubernatura del DF, hoy Ciudad de México. Casi le gana a AMLO, por cierto.

Santiago Creel Miranda pidió a López Obrador, hace casi seis meses en una entrevista con La Silla Rota, diálogo franco y abierto al presidente en Palacio Nacional con la oposición. La semana pasada, el diputado panista entregó en Palacio Nacional una carta para reiterar su solicitud de diálogo, y uno de sus argumentos es que las fuerzas políticas que acompañan al presidente y los opositores obtuvieron casi 20 millones de votos cada uno en junio pasado, lo cual hace ver que es necesario dialogar porque nadie tiene la verdad absoluta.

Pero López Obrador lo mandó lejos de Palacio Nacional. Lo mandó a otro Palacio, el de Cobián, donde despacha Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación.

Cuando Carlos Fuentes pidió a Salinas no actuar como jefe de facción para pasar a la historia como el presidente de la transición no se equivocó. Solo que quien pasó a la historia con ese talante fue su sucesor, Ernesto Zedillo, porque Salinas ni oyó ni escuchó a la oposición, como hoy hace López Obrador.

Y es extraño, porque en el Grupo San Ángel estuvieron muchas y muchos de los que hoy no solo le aplauden y/o están en su gobierno, sino que tienen la posibilidad de hablarle al oído a López Obrador.

Andrés Manuel López Obrador quiere pasar a la historia. Ya lo está haciendo y quizá no le vaya a gustar, como seguramente no le gusta a Carlos Salinas cómo fue su paso a la historia.

A AMLO le quedan tres años.

Punto y aparte. Algo cruje en el traspaso de la responsabilidad de la distribución de medicinas a militares. Documentos obtenidos por la reportera Mariluz Roldán hablan ya del tema. Pero algo cruje, tanto que Proceso acaba de ventilar que el nuevo titular de Birmex, el general Jens Pedro Lohmann estuvo implicado en un caso de desaparición forzada. Cruje.

Punto final. Son contextos diferentes, pero en 1998 un presidente tuvo la genial idea de embarcar al rector de la UNAM, Francisco Barnés de Castro, en la ruta de un aumento de las cuotas en la universidad. Desató el avispero y quien terminó resolviendo el entuerto fue el doctor Juan Ramón de la Fuente, hoy embajador de México ante la ONU y hoy pieza clave en la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Por eso, al tener tanta experiencia a su lado López Obrador en muchos aspectos suena inconcebible que el gobierno someta a una crisis al CIDE.. y al sistema universitario. Porque eso parece que quieren.