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Saldos 'rojos' del PRI-Gobierno

La devaluación del peso y el derroche de dólares y reservas.

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Escrito en OPINIÓN el

La devaluación del peso frente al dólar continúa sin freno. El dólar en ventanilla se vende en 17.40 pesos, a pesar del imparable flujo de dólares que el Banco de México subasta al mercado -y que acaba de anunciar que se mantendrá hasta el 30 de noviembre- a razón de 200 millones de dólares diarios sin precio mínimo, y otros 200 millones con precio mínimo.

 

Ciertamente, las reservas internacionales de divisas constituyen un seguro para hacer frente a las contingencias derivadas de una disminución en la entrada de divisas por la caída de las exportaciones, turismo, remesas y de los capitales.

 

Así, la acumulación de reservas deriva de la relación institucional del Banco de México y Pemex, quien le vende directamente los dólares producto de sus ventas de petróleo, constituyéndose en la principal fuente de divisas; en otras ocasiones, el gobierno federal vende dólares a Banxico, provenientes de su endeudamiento externo; una tercera fuente es la compra de divisas en el mercado cambiario.

 

Las reservas son, pues, un instrumento de la política cambiaria, ya que a través de las operaciones de compra-venta de dólares que realiza el Banco Central, se influyen en el mercado cambiario. En la medida en que el Banco de México es oferente o demandante, su intervención repercute en el tipo de cambio.

 

Bajo el régimen de tipo de cambio de libre flotación -como el que nos rige desde diciembre de 1994- las reservas internacionales pueden utilizarse, de manera excepcional, para facilitar el ajuste ordenado del mercado cambiario.

 

En los últimos meses, y ante la persistente depreciación del tipo de cambio que padece nuestra economía (como resultado de la baja en el precio del petróleo, de la inminente alza de las tasas de interés estadounidenses y del lento crecimiento de la economía china) se determinó la intervención del Banco de México en el mercado de divisas, bajo diversas modalidades de venta diaria. Sin embargo, la medida –que se extenderá hasta finales de noviembre- parece no detener el voraz apetito de dólares por parte de los especuladores.

 

Otro riesgo: En diciembre 2015, la Reserva Federal de los Estados Unidos podría “normalizar su política monetaria” y subir las tasas de interés y, por tanto, las presiones cambiarias continuarán generando un “hueco” a la reserva de divisas. El panorama descrito se vería agravado por la caída en las ventas de petróleo por Pemex -principal vendedor de dólares- y por la baja en las exportaciones.

 

Mientras eso sucede, las reservas –que actualmente ascienden a 182 mil 999 millones de dólares– son inferiores en 10 mil 337 millones de dólares a las que teníamos en julio de 2015, cuando había 193 mil 336 millones de dólares.

 

Ante esta derroche de divisas, la sociedad –y no pocos especialistas– se preguntan si la cuantiosa e imparable oferta de dólares ha logrado detener la caída del peso. La respuesta es negativa.

 

La prueba: Desde finales de julio, cuando el tipo de cambio era de 16.40 pesos por dólar, al día de hoy que es de 17.40 pesos por dólar, la depreciación alcanza 6.2% y la tendencia parece no tener fin. Ante el anuncio de que continuará la inyección de dólares durante octubre y noviembre, la sangría de dólares podría alcanzar 27 mil 405 millones durante 2015, lo que representa una merma de 14% de nuestras reservas internacionales.

 

Así, resulta poco creíble el pronóstico de Hacienda de 15.90 pesos por dólar para 2016 -avalado incluso por el Banco de México- y la afirmación de que la devaluación del peso no se reflejará en los precios al consumidor, previéndose un 3% de inflación para el año entrante.

 

A estas alturas y con un panorama complicado, es lamentable que el gobierno federal inisista en ocultar los problemas económicos del país, al dibujar un panorama distinto al que se enfrenta el ciudadano común y corriente.

 

La actitud que esperaríamos de un Gobierno ante un problema de la magnitud del planteado, es reconocerlo y buscar soluciones en conjunto con otros Poderes y organizaciones de la sociedad civil, en lugar de evadir la realidad a través de proyecciones engañosas o cuentas alegres.

 

¿Será mucho pedir?