Main logo

Rusia y la OTAN, el nuevo capítulo (2a parte) Estados Unidos mueve ficha

Tambores de guerra, si Estados Unidos decide enviar tropas a la zona, el riesgo de un incidente que descarrilara el proceso se incrementaría. | Rubén Beltrán

Por
Escrito en OPINIÓN el

La semana pasada, antes de la reunión en Ginebra entre el secretario de Estado Antony Blinken y el canciller ruso Serguéi Lavrov, la percepción pública, la opinión reflejada en la mayoría de los medios, era de que la invasión de Rusia a Ucrania es inminente. Las frase clave que resuena es  "la movilización de 100 mil soldados rusos cerca de la frontera con Ucrania".  

Más aún, el juicio público dominante acusa a Rusia de una ambición por continuar con la expansión de su territorio. La invasión, concluyen gran parte de los analistas occidentales, no sería  otra cosa que la continuación del conflicto iniciado en 2014.

La invasión no se ha producido y probablemente no se producirá. Ello no quiere decir que no existen posibilidades de que algún incidente militar pudiera ocurrir en el futuro próximo. Las declaraciones provenientes de Estados Unidos el fin de semana pasado, no son tranquilizadoras.

Muy poca tinta se ha gastado en el análisis de la probable existencia de otras causas que dan origen al conflicto. En este espacio hemos apuntado a una que bien pudiera ser parte de la raíz del conflicto: desde hace décadas, Rusia se ha opuesto a la constante expansión de la OTAN hacia el este.

Las conversaciones en Ginebra entre Lavrov y Blinken, la reunión del 21 de enero

En Ginebra, durante 90 minutos, se reunieron frente a frente, las delegaciones de Estados Unidos y Rusia encabezada por el secretario de Estado Antony Blinken y el canciller ruso Serguéi Lavrov.

Las conversaciones bilaterales prosiguieron y ese hecho fue uno de los dos puntos en los  que coincidieron Lavrov y Blinken, ambos subrayaron por su lado, en el acto mismo de sentarse al centro de las largas mesas que los enfrentaban, que no esperaban que en esa ocasión se resolvieran sus diferencias. Acordaron reunirse de nuevo, la ruta diplomática permaneció abierta.

¿Qué es lo que busca Rusia?

Lavrov inició la reunión dirigiéndose a Blinken y señaló de manera enfática: "En una de sus declaraciones previas usted señaló que no esperaba que esta reunión arrojara un avance, nosotros tampoco esperamos que alcancemos un progreso pero esperamos respuestas a nuestras propuestas. Nuestras propuestas son muy concretas y esperamos respuestas igualmente concretas en materia de seguridad, en pleno acuerdo a lo establecido por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, en el sentido de que ningún país puede incrementar su seguridad a expensas de la seguridad de otro. Estoy muy interesado en conocer cómo interpreta Estados Unidos su responsabilidad”.1 

Por su lado, Blinken respondió: "La  línea fundamental es la siguiente, este es un momento crítico; tiene usted razón, no esperamos resolver nuestras diferencias aquí el día de hoy,  pero deseo y espero que podamos probar que el camino de la diplomacia, del diálogo, permanece abierto. Nosotros estamos comprometidos a caminar por ese sendero,  resolviendo nuestras diferencias de manera pacífica, espero que hoy podamos probar esa premisa y ver ahora hacia dónde nos lleva".2

Estamos, me parece, escuchando aún las salvas iniciales. De acuerdo con la información proporcionada por algunos analistas, Estados Unidos presentaría próximamente respuestas por escrito a las propuestas presentadas por los rusos. Ello a pesar de que Blinken señalara que prácticamente no había margen de respuesta. Pronto lo sabremos. Por lo pronto, el 23 de enero supimos que Estados Unidos pareciera dispuesto a doblar su apuesta. 

El lector probablemente se esté preguntando, 

¿en este diálogo, en estas conversaciones no falta alguien?

Ucrania no ha tenido una silla en la mesa. A diferencia del proceso de Minsk, impulsado por Alemania y Francia, en el que Ucrania junto con Rusia y los ya mencionados países europeos, son parte de las conversaciones, en el caso de estas conversaciones las autoridades ucranianas se limitaron a sostener un encuentro con Blinken antes de la reunión con los rusos y se enteraron del resultado de las conversaciones del 21 de enero, por la llamada de Blinken al canciller Kuleba.

Hace tiempo que Rusia dejó de considerar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski como un interlocutor confiable. Pero pareciera que también Estados Unidos y Europa prefieren mantener a Ucrania a cierta distancia. 

La ausencia de Ucrania revela algo más, el objetivo ruso no se deriva de las notables diferencias que ambos países arrastran desde hace años; va mucho más allá de la agenda de Minsk y tiene que ver más bien con el crecimiento de la OTAN y el hecho de que Ucrania goza ya desde julio de 1997, de un Estatuto Específico de Asociación con la OTAN; que Ucrania fue invitada, junto con Georgia a considerar su membresía en la Cumbre de la OTAN de 2008, en Bucarest, que contó con la presencia de Vladimir Putin quien se opuso, con evidente éxito a ello; y que dicho país, en julio de 2012, se comprometió a iniciar los trabajos tendientes a lograr su membresía de acuerdo con el protocolo previsto en el Plan de Acción para la Membresía de la OTAN o MAP, por sus siglas en inglés.

El hecho es que Rusia demandó en días pasados que Occidente le otorgue garantías por escrito de que la OTAN no se expandiría más allá de sus "fronteras" actuales y que la infraestructura militar instalada por la OTAN -misiles y otro tipo de armamento-  se limitaría al espacio que ocupaban hasta 1997. 

Mientras que el segundo concepto de la demanda arriba sintetizada podría ser parte de una posición maximalista rusa, el primer enunciado formaría  parte, en mi opinión, de la  "línea roja" central de Rusia. 

Esta fue expresada públicamente por el vicecanciller ruso Sergei Ryabkov cuando dijo hace dos semanas en Ginebra: "Necesitamos asegurarnos de que Ucrania nunca jamás llegue a ser miembro de la OTAN". 

¿Qué busca Estados Unidos? 

En síntesis, Estados Unidos busca mantener el status quo; recuperar el equilibrio político y militar en la región, nivelar la mesa de Ginebra.

Hace apenas una 72 horas, la noche del domingo 23, The New York Times y otros diarios y agencias, dieron a conocer que el sábado 22, oficiales del Pentágono le presentaron al presidente Biden un plan de movilización de tropas al Este de Europa -entre 1,000 y 5,000, señalaron las fuentes- con el objeto de reforzar las operaciones de la OTAN, ello incluiría aviones y buques de guerra. Las fuentes indican que Biden tomaría una decisión en esta semana. Este anuncio habría coincidido con la instrucción del Departamento de Estado para que las familias de su personal diplomático de su embajada en Kiev abandonaran Ucrania. 

Este movimiento de Estados Unidos representa un giro en los eventos que hemos venido discutiendo y, sin duda, está alimentado por dos factores: el más importante, se desprende del hecho de que la administración Biden estaría llegando a la conclusión de que es necesario nivelar la situación en el terreno de conflicto en un aspecto en el que Rusia tiene una de sus mayores ventajas, el posicionamiento de un número considerable de tropas en su frontera con Ucrania y la posibilidad de acantonar tropas adicionales en Bielorrusia. 

El segundo factor obedece a factores internos: después de su conferencia de prensa del 19 de enero (tema que trataremos en

otra colaboración), Biden fue duramente criticado en Estados Unidos y en varias de las capitales de los países de la OTAN, por considerar que su posición ante "la amenaza rusa", había sido errática, si no es que francamente débil. En alguna medida, la filtración del domingo trata también de compensar esta percepción. 

Sea como sea, de no ser una mera postura retórica y si el presidente Biden toma la decisión de movilizar tropas, este hecho cambiaría el juego y buscaría, por lo menos, acelerar una solución en la mesa de Ginebra. La efectividad de tal medida está por verse. 

Intereses en conflicto

1. Por un lado, a lo largo de los años Rusia ha reiterado que la expansión de la OTAN hasta sus fronteras representa una amenaza existencial intolerable, al grado de que el propio Putin, para ilustrar este tema, en una alocución pública preguntó qué pensarían los estadunidenses si Rusia posicionara misiles en México; la evocación de la situación derivada de la crisis de los misiles en Cuba en octubre de 1962, saltó de inmediato a la mente de todos. El distinguido analista ruso, Dmitri Trenin señaló en entrevista con Christiane Amanpour, que lo sí podría ser factible era que Rusia iniciara el patrullaje regular de submarinos armados con misiles nucleares cerca de las costas estadounidenses. 

2. Por otro lado, es evidente que resulta inherente a todo estado soberano la exclusiva decisión de buscar la pertenencia a acuerdos y tratados, aún en materia militar, que, en su análisis, le den las mejores garantías de protección de sus legítimos intereses. Ese argumento no sólo está en boca de Ucrania y Georgia, países aspirantes, sino que es esgrimido por aquellos países que fueron parte del Pacto de Varsovia y hoy son miembros de la OTAN, gracias a la deliberada y efectiva  política de expansión que esta alianza ha llevado al cabo. Aquí sobresalen los casos de Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y Estonia, Letonia y Lituania.

Además, este argumento ha cobrado fuerza en países europeos aún no miembros de la OTAN como Finlandia y Suecia que recientemente han dejado en claro que Rusia no puede tener la capacidad de determinar a otros países cómo conducir el manejo de sus intereses.

3. Del encuentro entre Blinken y Lavrov se desprenden varios resultados concretos, no menores. El diálogo continuará por tiempo aún indefinido y sujeto al avance en algunos temas ya en la mesa, como la respuesta estadounidense por escrito a las propuestas rusas y la idea, planteada por Estados Unidos, de una nueva cumbre entre los presidentes Putin y Biden. Es evidente, según apunté arriba, que Estados Unidos busca cambiar los términos de la ecuación antes de que se dé el próximo encuentro.

Conclusiones

1. Las reuniones de las semanas pasadas se dedicaron básicamente a la presentación inicial de las posturas de las partes. No ha iniciado una negociación formal. 

2. La concentración de fuerzas rusas y la situación en el Este de Ucrania, presentan una situación altamente volátil que representa un alto riesgo. No se puede descartar un incidente, provocado o accidental, en la frontera o un recrudecimiento de las hostilidades en Donbás entre las fuerzas regulares ucranianas y los separatistas. Si Estados Unidos decide enviar tropas a la zona, el riesgo de un incidente que descarrilara el proceso se incrementaría. 

3. La petición de garantías por escrito de que la OTAN no continuará con su expansión es consecuencia directa de los hechos de hace 30 años, cuando de acuerdo a documentos de la época, incluyendo minutas de conversaciones (cuyo contenido es objeto de un intenso debate), según las cuales Rusia habría recibido, de manera verbal, seguridades expresas de que, más allá de la incorporación de una Alemania unificada, la OTAN no se expandiría "ni una pulgada", hacia el Este. 

4. Hasta hace unos días parecía que Occidente no estaría pensando en alterar su postura militar en respuesta al posicionamiento de tropas rusas en la frontera ucraniana; en el ambiente flotaba la impresión de que la respuesta occidental estaría más bien en el ámbito de una serie de sanciones económicas de nueva generación. 

5. Los últimos desarrollos hacen más deseable que nunca que de una nueva ronda de conversaciones se acordaran medidas de distensión así como de hoja de ruta de largo aliento en materia de seguridad que incluyera alguna solución a las consideraciones más sensibles de las partes involucradas, y los aspectos relativos la revisión y actualización de los mecanismos de relacionamiento de Rusia con la OTAN y la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa). 

6. Además de la posibilidad de un nuevo encuentro entre rusos y estadounidenses que podría ocurrir muy pronto y la realización de una eventual cumbre entre Biden y Putin, hay un par de fechas en el calendario que habrá que observar con atención: la próxima visita de Putin a China los primeros días de febrero, donde la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno no será el menú principal de su conversación con Xi Jinping, y la próxima Cumbre de la OTAN en Madrid, en junio de 2022. 

Este puede ser un largo, largo, camino, probablemente una de las últimas oportunidades para resolver este tema de manera pacífica. Algunos analistas, como Dmitri Trenin, han mencionado que esta es la última oportunidad que tendrá el líder ruso para resolver este añejo problema, en particular de cara a las elecciones presidenciales rusas de 2024. Es también una oportunidad para Occidente de sentar las bases para un gran acuerdo con Rusia. 

*1 y *2 Traducción de quien esto escribe hecha a partir del video del inicio de las conversaciones publicado por la agencia Reuters.