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Rusia y la OTAN, el nuevo capítulo (1a parte)

La esencia del conflicto en la frontera de Rusia y Ucrania es consecuencia de la oposición rusa a la expansión de la OTAN hacia el este. | Rubén Beltrán

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Escrito en OPINIÓN el

En octubre de 2015, en Sochi, durante las tradicionales deliberaciones del Foro Valdái, Vladimir Putin, a propósito de la participación rusa en el combate en Siria contra las fuerzas rebeldes, se refirió a la lucha contra el terrorismo y señaló: "Hace 50 años, las calles de Leningrado me enseñaron una regla: si la pelea es inevitable hay que golpear primero”. 

La frase no sólo refleja una de las etapas más duras en la vida del joven Putin en su natal Leningrado de la postguerra, revela una de las facetas más notables del líder ruso. 

Actuar anticipadamente frente a lo que se considera un conflicto inevitable, deviene de un proceso subjetivo que no requiere, no busca, el consenso de terceros. En este proceso de reflexión ruso no deja de haber, sin embargo, un asomo de decepción en el hecho de que esa lectura no sea compartida por otros. 

Hace unas semanas, el embajador ruso ante Estados Unidos, Anatoly Antonov, señaló en un artículo publicado en la revista Foreign Policy: "Lo que pase ahora en Ucrania depende de la disposición de Occidente para dialogar" y añadió, "Para entender a Rusia, hay que entender nuestra historia. Con el correr de los siglos, nuestro país ha sufrido ataques desde todas las direcciones. Hemos tenido que convertirnos en una nación guerrera defendiendo a nuestra patria". 

Anatoly se refería sin duda al hecho de que la esencia del conflicto en la frontera ruso-ucraniana es, como apunté en este espacio, consecuencia de un conflicto añejo que no ha encontrado solución: la oposición rusa a la expansión de la OTAN hacia el este. Los últimos cuatro presidentes de Rusia, Gorbachov, Yeltsin, Medvedev y Putin, a lo largo de los últimos 30 años han tenido al menos una posición en común, un profundo desacuerdo con el importante crecimiento en la membresía de la Alianza del Atlántico Norte. 

Nadie puede saber a ciencia cierta si el desarrollo actual podría llevar a un enfrentamiento armado. El posicionamiento de un importante contingente de tropas rusas en el norte, este y sur de la frontera entre Ucrania y Rusia, es mucho más que una mera postura; el hecho de que la región del Donbás, al este de Ucrania, sea una zona dominada por fuerzas separatistas de etnia rusa, añade un ingrediente particularmente explosivo. 

Analizando ese mapa de riesgos, los analistas le confieren a Rusia la posibilidad de desarrollar toda una gama de acciones ofensivas que van desde enfrentamientos a pequeña escala, hasta una invasión mayor, pasando por pequeños ataques quirúrgicos, o en desarrollo de ciberataques.

Ucrania, hasta la fecha, ha mostrado una gran cautela y no ha desarrollado movilizaciones que pudieran leerse como provocación. 

En el fondo, la mayoría de los analistas y quien esto escribe, coinciden en que Rusia no busca una nueva adquisición de territorio; el significativo movimiento de tropas es una demostración de la seriedad de su  planteamiento.  

Por lo pronto, las conversaciones de la semana pasada terminaron sin resultados evidentes; en realidad no estaban destinadas a lograr un acuerdo, sino a posicionar los elementos centrales de lo que sí podría ser una negociación que se antoja harto compleja.