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Ruiz Massieu, veinte años de mentiras

La historia, contada veinte años después, además de inverosímil suena ridícula. Pero en su momento, fue presentada como la versión oficial del Gobierno de la República.

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Escrito en OPINIÓN el

 

 

No son muchos los momentos de la infancia que uno recuerda vívidamente, menos aún tratándose de acontecimientos políticos. Contrariamente, 1994 –yo tenía apenas siete años– me trae una serie de claras reminiscencias, empezando por el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Recuerdo a mi familia reunida alrededor de la televisión en casa de mis abuelos, viendo incrédulos lo que había sucedido, con un pesado aire de consternación.

 

 

 

Poco tiempo después vendría un segundo homicidio, José Francisco Ruiz Massieu. En este caso, yo no entendía bien la importancia de este hombre que fuera asesinado a tiros en plena avenida Reforma. Lo que sí entendía es que eran –como ahora– tiempos violentos, un año antes habían matado también a un cardenal.

 

 

 

Recuerdo también el torbellino de mentiras que en cada caso desató el Gobierno para ocultar o enturbiar lo que sucedía. El caso de Ruiz Massieu fue el más grotesco, involucrando incluso a una vidente, apodada La Paca. Esta “médium”, de nombre Francisca Zetina, habría apuntado en la dirección del cadáver del padre de su yerno, el cual en conjunto con el entonces procurador General de la República, Pablo Chapa Bezanilla, intentaron hacer pasar por el cuerpo del diputado Manuel Muñoz Rocha, presunto autor intelectual del asesinato de Ruiz Massieu.

 

 

 

Chapa Bezanilla tejió una red de mentiras que fueron usadas para inculpar al hermano del ex presidente, Raúl Salinas de Gortari, quien sería un chivo expiatorio perfecto –por su evidente enriquecimiento a costa del erario– pero al que nunca se le pudo probar su participación en el crimen, por lo que terminó siendo absuelto.

 

 

 

Manuel Muñoz Rocha desapareció de la faz de la tierra, aunque Humberto Hernández Haddad, entonces cónsul de México en San Antonio aseguró haberlo visto en Estados Unidos el mismo año, razón por la que fue cesado del cargo.

 

 

 

La historia, contada veinte años después, además de inverosímil suena ridícula. Pero en su momento, fue presentada como la versión oficial del Gobierno de la República. El tejido de falsedades y ficciones que Chapa Bezanilla fabricó es incluso aún parte del expediente oficial del caso, a pesar de que La Paca y su yerno terminaran en la cárcel.

 

 

 

A veinte años de la muerte de Ruiz Massieu, se desconocen las causas de su asesinato. De Muñoz Rocha tampoco se sabe nada. Al igual que en el caso de Colosio, nuestro gobierno optó por el olvido y la impunidad. Al igual que en los crímenes del 68, del 71, de Aguas Blancas, o Acteal, e incluso ahora de Tlataya, nuestro régimen, cuyo presidente ahora encabeza la “Alianza por el Gobierno Abierto”, ha optado por la simulación y la mentira.

 

 

 

El gobierno mexicano es especialista en la fabricación de historias fantásticas y falsos culpables para encubrir a quienes han perpetrado crímenes que demuestran la terrible fragilidad del estado de derecho y la tremenda influencia de las élites de poder. Hablar del asesinato de Ruiz Massieu, es un recordatorio de la facilidad con la que a los ciudadanos se nos han recetado veinte años de mentiras.

 

 

 

Que ese recordatorio sirva como un ejercicio de memoria no sólo de José Francisco o de Luis Donaldo, o de las víctimas de la atroz matanza de Acteal y de otros crímenes horrendos, sino también como un ejercicio de reflexión sobre los perpetradores de esos y otros crímenes que continúan en total impunidad. Hacer memoria no es sólo mirar hacia el pasado, es también mirar al presente y construir el futuro.

 

 

 

@r_velascoa