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Ruido y mezquindad

En los últimos 30 años el salario mínimo en México ha perdido el 77% de su poder adquisitivo.

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Escrito en OPINIÓN el

Las soluciones siempre se encuentran en la esencia de los problemas. Hay que desvestirlos por completo, regresar a sus orígenes, identificarlos en su naturaleza para no confundir la enfermedad con los síntomas, la esencia con los accidentes; el bosque con el árbol. La dificultad suele sin embargo radicar en quienes se niegan a ver lo obvio.

 

Tal es el caso de los salarios mínimos traídos a la mesa del análisis por el Doctor Mancera, no obstante el desprecio gubernamental y partidista al Foro Internacional: Salarios Mínimos, Empleo, Desigualdad y Crecimiento Económico, realizado en el Museo Nacional de Antropología e Historia, y la tergiversación del debate por una franja del sector empresarial.

 

El salario es en su origen y esencia la remuneración por un trabajo. El salario mínimo, sin embargo, es también en México una unidad de valor referencial para una infinidad de cálculos previstos en el firmamento legislativo, principalmente de orden fiscal. Toda sanción económica, por ejemplo, se tasa en salarios mínimos.

 

Debido a esta segunda naturaleza, la primigenia del salario, que es la de remunerar el trabajo, ha quedado totalmente desvirtuada.

Los salarios mínimos no se pueden incrementar, dicen, porque afectaría su naturaleza de unidad de valor referencial con efectos devastadores sobre  la economía.

El argumento encuentra en sí mismo su contra argumento: Pongamos que el mexicano se convierta en el trabajador globalmente más productivo y México en la primera potencia económica mundial; el salario mínimo, sin embargo, por ser a la vez una unidad de valor referencial, no podrá aumentarse, aún bajo esas condiciones, por sus efectos inflacionarios. En otras palabras: atrapados sin salida.

 

Las cifras no requieren argumentación: En los últimos 30 años el salario mínimo en México ha perdido el 77% de su poder adquisitivo. De lo que se podía adquirir en 1970 con un salario mínimo, hoy sólo se alcanza a pagar un 23 por ciento.

 

La secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcenas, sostiene que el mexicano es el salario mínimo más rezagado en América Latina y se encuentra por debajo del umbral de pobreza extrema.

 

Sobre lo anterior, hay que señalar que el 14% de la población inserta en el mercado laboral recibe un sueldo inferior al salario mínimo.

 

Estas cifras obligan a preguntar de qué sirvió regar con sangre la primera Revolución Social de la historia mundial.

 

La doble naturaleza del salario mínimo, pues, lo atrapa en un círculo vicioso sin salida y de altísimo costo social. El trabajo mal remunerado no es distribuidor de la riqueza, sino socializador de la pobreza.

 

De allí la importancia y centralidad del tema: "Que el salario, sostiene Mancera, sea reflejo del mérito del trabajador y no una unidad de medida". Nada más, pero nada menos: que el salario sea salario y no otra cosa.

 

El tema, como bien señala el Jefe de Gobierno, demanda un debate nacional serio y comprometido que, considerando todas sus aristas, resuelva el gravísimo problema de la justa  remuneración salarial.

 

Las reacciones a su invitación acreditaron la importancia del problema y lo oportuno de su planteamiento. Más no crea Usted que por su empatía y aportación, sino por su mezquindad: El Secretario federal del trabajo optó por hacerse ojo de hormiga. Sin duda en su agenda deben privar temas más relevantes que el salario remunerador. Su vacío fue debidamente resaltado por su representante, el Subsecretario  Avante y los pedazos de lengua que salpicó al discursar: El tema, sostuvo "no es un asunto de partidos políticos. Es un asunto de factores de la producción. No es un asunto de popularidad ni de encuestas electorales".

Y uno iluso que creía que el tema era de justicia social. Que nadie, que no sea el Secretario del Trabajo y Previsión Social, sea siquiera voltear a ver el problema del salario mínimo a riesgo de ser acusado por su escudero de querer sacar raja política y electoral del tema. ¿No habrá asunto en México que se pueda discutir en sus méritos, sin que quienes verdaderamente lo politizan acusen erga hominem de politizarlo?

 

Los partidos políticos, siempre atentos a los calendarios electorales y a sus agendas de chantaje, optaron por hacerle el feo al evento. Cosa que agradecemos de todo corazón, habida cuenta que poco y malo es lo que hubiesen aportado.

 

Nuestros empresarios, incapaces de conmiseración y paisanaje, pasaron egocéntrica lista de presentes para alertar inminentes aumentos salariales por decreto, cuando nadie ha planteado tal aserto. Ahí viene el lobo de la inflación, claman; Echeverría se apresta a decretar de nuevo, gimen cual lloronas de La Visión de los Vencidos; Fidel Velázquez cabalga, anuncian, investido de Cid Campeador contra las murallas del mercado laboral globalizado.

 

Al margen de ruidos y mezquindades, la pica está firme en Flandes: la doble naturaleza del salario mínimo desvirtúa su esencia y propósito remunerador. ¿Qué hacer?

 

That is the question.

 

@LUISFARIASM