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“Robé, pero fue poquito”

Aquí la perla: “¡Que le robé a la presidencia? ¡Sí le robé, si le robé, si le robé!... pero poquito, porque está bien pobre. Nomás una rasuradita, una rasuradita (…) Si por azares del destino llego al puesto y no les cumplo, mándenme a chingar a mi madre, se los digo de frente porque así soy”.

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Escrito en OPINIÓN el

Sí, así es Hilario Ramírez, "Layín" aspirante a repetir como alcalde del municipio de San Blas, en Nayarit, del que ya fue presidente municipal del conservador PAN y quien ahora va como candidato independiente. Y lo dijo durante un mitin para recabar apoyos a su elección.

Hace tiempo a don Luis González y González le gustaba platicar, en tono de risa, pero también de reproche, cómo en su pueblo, San José de Gracia, el “Pueblo en Vilo”, un político local que había ganado la elección para ser presidente municipal del municipio de Marcos Castellanos dijo: “no haré obra en el municipio hasta que no recupere los 100 mil pesos que invertí en la campaña”…

Así y más es la historia interminable de la corrupción municipal en México. Digamos que es un reproche permanente en México y fuera del país.  

Y es cierto. Y, sin que sea un mal consuelo: esto no es un asunto puramente mexicano. Ocurre “hasta en las mejores familias” del mundo. En España se dirimen en las cortes españolas casos que involucran a empresarios, ex alcaldes, funcionarios públicos y hasta miembros de la Corte, como es el caso de Iñaqui Urdangarín, yerno del todavía Rey Juan Carlos I.

En Estados Unidos se han dado casos de corrupción que todos disimulan allá: Eso de que la droga que proviene “del exterior” acaba en las manos de todo mundo que la consume y la autoridad “ni ve ni oye” es una mentira verdaderamente siniestra… De otro modo, lo mismo, lo de Nixon fue corrupción política. Por todos lados la hay: es el factor humano…

Lo sano es acabar con ese mecanismo enfermo que enferma sociedades. En México, el asunto oscila entre “desgraciadamente así es” que es una forma cínica de aceptarlo, o de plano muchos miran para otro lado mientras estiran la mano sin que el gobierno que se dice ‘alma purísima’ haga absolutamente nada  para acabar con corruptos y corruptelas.

Y cuando se quiso hacer algo, como fue la oficina anticorrupción que diseñó Samuel I. del Villar en 1982, el mundo se le vino encima: casi lo hicieron carnitas hidalguenses: “¡todos contra él!” era el grito inducido por quienes no querían la medicina para atacar la enfermedad.

Sí, dijimos cinismo nacional: “Salió pobre, por pendejo” decían los habitantes del municipio refiriéndose a un miembro del cabildo que no se hizo rico durante su gestión.

Hay corrupción para otorgar permisos, para dar licencias, para dar servicios… Presidentes municipales se sirven con la cuchara grande otorgándose contratos, o a través de prestanombres o familiares o amigos: el chanchullo está a la vista, sin enganche y sin fiador… Placas de taxis al por mayor se distribuyen para beneplácito del ‘servidor público’…

En noviembre del año pasado, el periódico Los Angeles Times, publicó una entrega de su reportero Richard Fausset, quien apuntaba: “Nadie dijo que era fácil ser Alcalde en México, donde la corrupción es tan común como los cactus, y donde la política es un juego maquiavélico de ajedrez y los cárteles de la droga son más poderosos que los gobiernos locales… Asociaciones de gobiernos locales han comenzado a acusar a los legisladores del Congreso mexicano de exigir ‘diezmos’ si quieren proyectos de infraestructura incluidos en los planes presupuestarios federales…”. 

“A veces los legisladores supuestamente exigen que los proyectos sean construidos por empresas específicas que están a cargo de sus compinches”, publicó LA Times al referirse a los famosos “moches” que tanto se discutieron en México y que, como siempre, luego de unos cuantos días quedaron en agua de borrajas.

Sí existen los alcaldes y funcionarios municipales que no entran en esta rueda de la fortuna, pero los más dañan a los menos…

El 4 de junio pasado se aprobó en 18 estados una reforma para modificar el artículo 108 constitucional en materia de responsabilidad de servidores públicos.

El Pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión realizó una modificación al párrafo tercero del artículo 108 constitucional, para incluir a los integrantes de los ayuntamientos en el régimen de responsabilidades a los servidores públicos de los municipios.  Bien. Si. Pero…

¿Esto acabará con esa vieja historia de corrupción municipal? ¿En verdad el Poder Judicial estará atento a los procedimientos legales por los que se dirimirán actos de corrupción municipal?

Una nueva actitud en actos de gobierno municipal tendrá que generarse a partir de más estrictas reglas de supervisión y cuidado de los bienes públicos y su uso apropiado; procedimientos transparentes y sin mácula que indiquen qué se hace y cómo se usan los recursos y cómo se asignan contratos y procedimientos.

Y, sobre todo, una nueva moral pública que deberá comenzar por los jerarcas de la política, la industria, la empresa, la burocracia, la iglesia. El municipio debe aspirar al ‘todo cumplido para todos’ en los mínimos, como trabajo, educación, salud, responsabilidad y ética.

Falta mucho para arrancar la mala yerba de dar y recibir a modo de “simplificación administrativa” o de abusos y triquiñuelas rateras. Pero un día tiene que comenzar la puesta en orden… ¿cuándo? Ya.

 

@joelhsantiago