Main logo

Revolucionarios virtuales

Hoy las guillotinas son las redes cibernéticas. No nos percatamos, pero en la soledad de nuestro teclado y pantalla las redes nos pueden alienar.

Por
Escrito en OPINIÓN el

Las guillotinas son peligrosas no porque corten cabezas, sino porque enloquecen a los hombres.

 

Hay en las guillotinas una delirante sinfonía de pan y de circo.

 

Una ejecución ante una masa vociferante y febril es frenético espectáculo; una muerte en condiciones normales es duelo.

 

La guillotina dista de las ejecuciones en las cárceles norteamericanas, donde los sentenciados son matados frente a un público reducido y bajo funciones y papeles jurisdiccionales dentro del proceso. La guillotina demanda un contexto público de masa humana alienada y encolerizada bajo los efectos narcotizantes y adictivos de su sangriento espectáculo. En la época del terror de la Revolución Francesa, el leviatán humano gemía por sangre y violencia que debían manar en un in crescendo incesantemente. La filosa navaja entretenía y enardecía al pueblo, que así saciaba su hambre, miseria y frustración.

 

Al igual que el circo romano, la masa enardecida de la guillotina moderna demanda entretenimiento sin fin, perversidad sanguinaria, mortandad implacable y ritmo incremental.

 

Parar el espectáculo es impensable, razonar con la turba enloquecida, suicida. Incluso, amainar brutalidad y cadencia puede significar que el odio indiscriminado y desbocado de la masa se revierta contra uno.

 

Hoy las guillotinas son las redes cibernéticas. No nos percatamos, pero en la soledad de nuestro teclado y pantalla las redes nos pueden alienar como Hitler al pueblo alemán en sus grandes concentraciones.

 

La tecnología de las redes podrá ser moderna, pero las conductas alienadas que despiertan son tan viejas como salvaje su tenor y manipulador su manejo.

 

Primaveras como la egipcia han probado su poder devastador. Una más cercana y ridícula la tuvimos en Nuevo León, con el tristemente celebre y ridículo Bronco. En ambos casos la alienación funcionó, los happenings fueron una representación fugaz de ciudadanía. Con la salvedad de ser ciudadanías estériles que únicamente producen sensaciones efímeras y desperdicios sociales y políticos. Tirar un gobierno o ganar una elección es fácil con los medios de manipulación modernos y, además, entretienen y sacian la antropofagia de una ciudadanía de suyo ofendida. Construir en su lugar algo efectivo y viable, pregunten en Nuevo León, es diferente. A esta vertiente de ciudadanía se le exige trabajo, responsabilidad, sacrificio, paciencia y tiempo. No hay en ella heroicidad cinematográfica ni satisfacción instantánea, sino humilde, denodada e interminable responsabilidad.

 

El problema es que, al igual que con Tito Flavio Domiciano con el circo romano o Robespierre en la época del terror francés, atrás del espectáculo sanguinario siempre hay un manipulador de la masa y sus humores. Hoy, gracias a las técnicas informáticas y su interconexión, dicha manipulación es global e implacable, aunque igualmente oculta e interesada.

 

La guillotina moderna y sus presentaciones tipo change.org claman hoy por la cabeza de Peña Nieto y hasta El Grito de Independencia quieren traducir en turba frenética. Tal vez estemos atestiguando una nueva versión de democracia, una que endereza sus happenings en derrumbar gobiernos y sembrar ruinas, no en construir consensos y acción colectiva efectiva.

La moda, al menos para el mundo tercer mundo, dicta hoy tumbar presidentes. Bien. ¿Y luego? ¿Seguiremos tumbando hasta que ya no haya nada que tumbar? ¿En serio pueden ser tan brutos y ciegos nuestros políticos que no ven que con la cabeza de Peña serruchan el piso que sostiene el sistema político sobre el que existen? ¡Cuánto daño nos ha hecho la crisis educativa que hasta nuestra clase política desconoce la historia de nuestros desencuentros nacionales y las hienas que los alimentan!

 

Cuando todo el mundo se vea en el espejo de Egipto, cuando toda nación sea una fabrica expulsora de migrantes ante la incapacidad de ordenar la convivencia y sobrevivencia de sus nacionales, quizás, nos percatemos que las guillotinas, aún siendo cibernéticas, no producen más que terror, sangre y masas asesinas y domadas.

 

Y cuando a estos revolucionarios de teclado y IPhone toque a su puerta el caos político, económico y social, lo primero que harán será exigir más sangre hasta que sea la suya la que escurra de las nuevas guillotinas en satisfacción de su propia demana.

 

@LUISFARIASM 

@OpinionLSR