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Revalorar la abogacía

Si los abogados adquirimos los hábitos de respetar la ley podemos recuperar la confianza en nuestro gremio.

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Escrito en OPINIÓN el

Desde hace 57 años se conmemora el 12 de julio en nuestro país el día de la abogacía. Esta profesión invita a vivir con valores más allá de donde ejerzamos la abogacía, y llevarla hacia la ciudad, hacia la plaza pública.

Antes, el abogado era visto por la sociedad como un letrado, como un profesional al que se acudía para que ayudara a exigir justicia, a defender derechos. Se nos reconocía como personas progresistas y liberales. Había una profunda confianza hacia los abogados.

Ahora, se han generado estereotipos del abogado haciéndose uso de apodos como el “leguleyo” o el “abogangster” que tuerce la ley para sacar ventaja y salirse con la suya. Podemos pensar que es una inadecuada generalización, pero debemos reconocer que se ha perdido confianza hacia nuestro gremio.

La congruencia nos llamaría a buscar recomponer ese vulnerado tejido social, entendido como conjunto de la incalculable cantidad de relaciones entre todas y todos nosotros, si recordamos aquello que en su momento se nos enseñó, que el Derecho busca la convivencia social armónica.

Particularmente recuerdo que mi generación, al egresar de la Facultad de Derecho de la máxima casa de estudios de nuestro país juramos ejercer nuestra profesión en beneficio de nuestro país con un “corte humanitario” y un pleno “sentido social”.

Cumpliendo ello, las y los abogados tenemos la oportunidad de rescatar la buena imagen y el prestigio de nuestro gremio. Pero no se trata sólo de rescatar nuestra imagen, sino de revalorizar cuál es nuestro papel en este país, de impulsar en él valores y no antivalores.

A través de la cultura cívica podemos resolver los problemas de corrupción, de la aceptación de la ilegalidad, entre otros, que vulneran el tejido social y han causado una desconfianza principalmente en el sector público por parte de los particulares, pero también entre los propios particulares.

Como abogadas y abogados, reconocemos que el sector público no es negativo per se, pues es la forma de expresión institucionalizada de las distintas luchas sociales y la voluntad popular, y que el no ser servidor público no es garantía de un comportamiento conforme a los valores democráticos, lo que nos permite abordar la solución de la crisis de desconfianza desde la cooperación y no desde el señalamiento.

En este mismo sentido, al ser conocedores del Derecho y encontrarnos entre la esfera pública y la privada, podemos contribuir más efectivamente a la recuperación de la confianza general, a través de nuestro ejemplo de una conducta conforme a los valores democráticos y con el diálogo cercano a todos los sectores de nuestra sociedad.

Por todo ello, si las y los abogados adquirimos los hábitos de respetar la ley, evitar la violencia, practicar la tolerancia, fomentar la integración, defender los derechos humanos y participar en las decisiones públicas, todos ellos principios de la cultura cívica, podemos recuperar la confianza en nuestro gremio a la vez que restauramos el tejido social y fortalecemos al Estado de Derecho.

Flor de Loto: El Derecho busca la convivencia social armónica. Como abogados, nuestra obligación es estudiar con más profundidad los fundamentos humanos que nos puedan llevar a esa “sana convivencia”.

@drarmandohdz