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Respeto a la UNAM

La UNAM ha conseguido ser la esencia y el súmmum del mexicano nuevo. Y sólo así podrá entenderse el valor de su autonomía y la exigencia de respeto a ésta, bajo toda circunstancia.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Grave error del gobierno del Distrito Federal. ¿A quién con dos dedos de frente se le ocurre “hacer un operativo policiaco” en los espacios de Ciudad Universitaria de la UNAM? y, peor aún, policías armados, so pretexto de que iban a investigar el robo “de un teléfono celular”. ¡Vaya pues!

 

El hecho derivó en dos cosas: La primera en que uno de los “investigadores policiacos” disparó su arma e hirió a un miembro de la comunidad universitaria y segunda, la situación nacional es de tal grado encrespada que hechos como éste, lo único que consiguen es incrementar la indignación y la reacción social frente a actos de gobierno o mejor: Malos actos de gobierno.

 

Así que con toda razón los estudiantes universitarios salieron a defender lo que les es propio; lo que corresponde a la universidad de la que son parte y resguardo y lo que pertenece a todos los mexicanos: la autonomía universitaria.

 

La UNAM es la casa de miles de mexicanos. De ahí salimos muchos para hacer frente a la vida azarosa. Ahí maestros y compañeros nos dieron y dan las luces para entender lo que es y lo que somos en este país y en el mundo. La UNAM es, digamos, la institución educativa mejor y más querida de México por los mexicanos: sin ninguna duda.

 

De origen colonial, se ha ido transformando con el paso de los años para fortalecer un espacio de estudio, de reflexión, de investigación, de docencia, de cultura, de expresión de libertad y de respeto. La autonomía universitaria en México tiene su punto clave en el movimiento estudiantil y en los acontecimientos políticos que tuvieron lugar en 1929, como fueron el proceso electoral en México y la candidatura de José Vasconcelos, antiguo rector de la universidad y ex secretario de Educación: “Por mi raza hablará el espíritu”, nuestro lema.

 

La autonomía es un estado que se encuentra en la esencia misma de la institución. Esta autonomía ha resuelto la tensión constante que surge entre la universidad, defensora de la libertad de cátedra, como una condición necesaria para la generación de conocimiento y los diferentes poderes políticos, interesados en el control de los saberes. La UNAM ha conseguido ser la esencia y el súmmum del mexicano nuevo. Y sólo así podrá entenderse el valor de su autonomía y la exigencia de respeto a ésta, bajo toda circunstancia.

 

No es sólo que la autonomía universitaria sea la independencia política y administrativa de una universidad pública respecto de factores externos: El principio de autonomía universitaria sostiene que la institución debe ser autónoma y auto-gobernada, y que debe elegir sus propias autoridades sin injerencia del poder político, decidiendo sus propios estatutos y programas de estudio. Y más.

 

Por este motivo, solamente, el gobierno capitalino debería saber que intervenir a sus espacios es al mismo tiempo un agravio y un atentado a la autonomía extendida, que es decir, si bien no se establece en su estatuto de autonomía la no intervención policiaca, ésta debe darse sólo cuando la comunidad universitaria esté de acuerdo, o no.  Y si lo dicho por el rector José Narro Robles: “Son compatibles las protestas universitarias no violentas y el desarrollo del trabajo universitario”.

 

El rector, en ejercicio de su responsabilidad emitió una demanda para esclarecer los hechos ocurridos el sábado 15 de noviembre. También aceptó muy rápidamente el ofrecimiento de disculpas del Gobierno del DF, leído por el secretario de Gobierno, Héctor Serrano, en el que “refrendó el respeto a la autonomía universitaria y aseguró que se castigará al policía de investigación, Luis Javier Aguinaga Saavedra, involucrado en las lesiones al estudiante Miguel Ángel Ordaz”…

 

Aun así, el rector está obligado a dar muestras de reciedumbre y exigir explicaciones serias, respeto permanente y, sobre todo, está obligado a solidarizarse con los muchachos que exigen públicamente el respeto a la autonomía”… No se puede estar bien con Dios y con el diablo.

 

Los mismos muchachos que ejercen su derecho a la libertad de expresión y que sin máscaras y siempre bajo garantía de ser estudiantes, acumulan fuerza para derribar el ímpetu de quienes buscan provocar y buscan desestabilizar su propio movimiento autonomista.

 

Ocurrió que en la manifestación del domingo en la misma UNAM, se incorporó al grupo estudiantil otro grupo enmascarado, el que se ocupa de la provocación y la agresión “en nombre de la justicia”. Los presuntos ‘anarquistas’. Los estudiantes que sí lo son, los echaron de la universidad no sin antes desenmascarar a uno de ellos quien ni es estudiante ni un muchacho…

 

El país está en vilo. El presidente viaja y deja las cosas para que se solucionen solas. El rescate de los 43 normalistas de Ayotzinapa sigue pendiente y crece aún más el encono social y el descontento hacia un gobierno que frivoliza la situación o que amenaza con el uso de la fuerza pública para “poner orden”… La política no es el uso de la fuerza: la política es eso: política y se utiliza para persuadir, para hacer justicia, para solucionar y para armonizar intereses y perspectivas.

 

En fin, que “como sin proponérselo” el gobierno del DF, ha incorporado el factor indignación universitaria al ‘menú de hoy’ en este país de más duelos y quebrantos que de satisfacciones y contentos y en el que todo está como agua para chocolate.

 

@joelhsantiago