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Renovables, el patito feo de la administración Trump

El presidente Donald Trump nunca ha disimulado su aversión por las energías renovables y su simpatía por los combustibles fósiles. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

El presidente Donald Trump nunca ha disimulado su aversión por las energías renovables y su simpatía por los combustibles fósiles; y aunque sin duda ambas industrias han padecido severos reveses durante la pandemia, el trato diferenciado revela que el interés se mantiene en la industria del petróleo y el gas, mientras que el desprecio persiste hacia las energías solar y eólica. 

La pandemia del coronavirus ha pegado por igual a todo el sector energético en Estados Unidos. De hecho, a finales del año se espera que en la industria de energía renovables se pierdan 850 mil empleos, mientras que en el sector del petróleo y gas se espera una reducción del 40% de los ingresos y también pérdidas masivas de empleos. 

Ante ese panorama tan difícil, el gobierno del presidente Trump está intentando aliviar las dificultades de las compañías petroleras y gaseras al permitir que aquellas que operen en tierras públicas reduzcan las tasas de regalías que pagan, se les otorguen moratorias a sus contratos de arrendamiento por 10 años y se les concedan reglas de préstamos más flexibles para acceder a financiamiento federal.

Sin embargo, las empresas de energía renovable, especialmente las de energía solar y eólica, han recibido facturas millonarias retroactivas por concepto de alquiler de terrenos públicos que se dejaron de cobrar a finales de 2018, con el argumento de que las tarifas serían revisadas ya que la administración Obama las había aumentado demasiado haciéndolas poco competitivas frente a los terrenos privados. Pero estos cobros llegan justo en un momento de crisis económica so pretexto de que el gobierno planea recaudar 50 millones de dólares sólo de los proyectos solares y eólicos en 2020. Sin duda, esta recaudación es la cúspide de la negativa de Donald Trump a colaborar con las compañías de energía renovable.

Antes de la pandemia, Trump ya había asestado duros golpes a las energías renovables: en 2017 derogó el Plan de Energía Limpia heredado del gobierno de Barack Obama para impulsar el desarrollo de energía renovable; a principios de 2018 impuso tarifas arancelarias a los paneles solares importados justificando la defensa de los trabajadores y las empresas estadounidenses; y en marzo de 2020 en el paquete de ayuda aprobado por el Congreso con motivo de la pandemia, la gran ausente para recibir apoyos gubernamentales fue la industria de energías renovables. 

Por si esto fuera poco, durante casi cuatro años, el gobierno de Trump no sólo desmanteló la oficina de coordinación de energía renovable que pertenecía al Departamento del Interior, también sólo autorizó siete proyectos solares destinados a servicios públicos, de los cuales cuatro ya estaban en proceso de aprobación cuando asumió el cargo (diferencia sustancial frente a los 21 proyectos aprobados por Barack Obama). Lo mismo sucede con los proyectos de energía eólica, pues mientras Obama aprobó ocho, Trump sólo ha autorizado uno, que también estaba en proceso de aprobación cuando llegó a la presidencia.

Aunque inicialmente el presidente Donald Trump mostró cierto interés en apoyar el desarrollo de la energía eólica marina, todo el programa marino se detuvo, incluyendo proyectos para trabajar primeras naciones e instancias gubernamentales, entre éstas últimas el Departamento de Defensa, que contemplaba la construcción de líneas de transmisión eléctrica y la definición de áreas para producir energía eólica. 

Si bien el presidente Trump heredó de Obama una base propicia para desarrollar a la energía renovable dejó pasar una oportunidad de colgarse una medalla, en cambio se dedicó a socavar cualquier intento por transitar a una producción de energía limpia en su propio país, haciendo de la industria renovable el patito feo de su administración especialmente en estos momentos de recesión económica en la que todos los sectores requieren de apoyos continuos para salir de ella.