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¿Renegociación o ruptura de relaciones?

México se encuentra condicionado ante el inicio de la renegociación del TLCAN, situación que en definitiva va a determinar la postura y acciones con E.U.

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Escrito en OPINIÓN el

La respuesta de los Estados Unidos al ataque aéreo cometido en Pearl Harbor, Hawai, por parte de la Armada Imperial Japonesa, el 7 de diciembre de 1941, se cierne como uno de los episodios más oscuros y tristes en la historia de la humanidad.

Las acciones del gobierno estadunidense con respecto a dicho ataque, implicaron el lanzamiento de las bombas atómicas más devastadoras que se registran en la historia de la humanidad: Hiroshima y Nagasaki, sucesos que cumplen 72 años de haber sido perpetrados. La primera de ellas fue una poderosa bomba de uranio que destruyó la ciudad japonesa de Hiroshima, matando, según cifras conservadoras, a más de cien mil personas al instante y quizá a otras diez o veinte mil más en los años siguientes a consecuencia de las heridas y la radiación producidas por la explosión.

El epítome de la tragedia fue la segunda bomba de plutonio que se detonó sobre la ciudad de Nagasaki solo tres días después, el 9 de agosto de 1945 con resultados muy similares en las cifras de víctimas mortales y destrucción. Inmediatamente después Japón se rendiría el 15 de agosto de 1945, aunque formalmente la deposición de las armas se haría oficial hasta el 2 de septiembre de ese año.

Las tensiones diplomáticas por la amenaza de nuevos ataques atómicos nos han acompañado desde entonces. Primero con la Guerra Fría entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, cuyos momentos de antagonismo alcanzaron su punto más alto con la crisis de los misiles en Cuba, el día 14 de octubre de 1962, fecha en que Washington se enteró que el gobierno de Moscú tenía armas nucleares en Cuba con el consentimiento del gobierno de la Habana. Una vez retirados los misiles de la isla por Nikita Krushev, John F. Kennedy se comprometió a no invadir la isla, poniendo fin a ese episodio de gran consternación mundial con tintes de nueva catástrofe nuclear.

En otro momento histórico, donde el panorama internacional se ensombreció nuevamente ante la posibilidad de ataques bélicos de gran escala, el 24 de septiembre de 2002 el gobierno de Reino Unido publicó un informe en donde se afirmaba que en Irak existían armas de destrucción masiva, que ponían en riesgo a la comunidad internacional. Ese fue el pretexto político ideal para que el gobierno de George W. Bush invadiera Irak, pese a que los observadores de las Naciones Unidas no encontraran evidencia alguna de las armas de destrucción masiva aludidas en el informe británico. Empero, fue la excusa perfecta para derrocar a Saddam Hussein en Irak, desatando una nueva cruzada, ahora contra los que serían denominados los nuevos enemigos de la democracia occidental, esto es, el mundo musulmán.

Recientemente, las tensiones ahora entre Estados Unidos y Corea del Norte vislumbran grandes tempestades. El punto crítico se cierne en torno a las amenazas de Kim Jong-un de lanzar misiles en contra de Guam, una pequeña isla considerada como estado no asociado a los Estados Unidos y en donde el gobierno de Washington cuenta con una base militar con un amplio arsenal militar. En respuesta a las declaraciones hechas por el gobierno norcoreano, el pasado 8 de agosto Donald Trump advirtió desmesuradamente que su respuesta militar sería implacable con “una furia y un fuego jamás visto en el mundo” en caso de que Corea del Norte continúe con sus planes de atacar el protectorado estadunidense.

Una vez más el panorama se presenta propicio para desatar los desastres más horrendos de la guerra o por lo menos para amenazar con ella. El ejemplo más próximo lo encontramos en la gira latinoamericana del vicepresidente  estadunidense Mike Pence, quien sin reservas ha exhortado a los gobiernos de Chile, Perú, Brasil y México a romper relaciones con el gobierno de Corea del Norte para aislar al régimen de Kim Jong-un. En este contexto de diplomacia beligerante, se abre otro frente para el gobierno mexicano, quien deberá fijar postura al respecto, sin olvidar por supuesto que México ha sido tradicionalmente abolicionista de las armas nucleares, pues recordemos fue protagonista y elemento clave en la desnuclearización de América Latina y el Caribe, a través del Tratado de Tlatelolco de 1969.

Es importante no soslayar que México se encuentra condicionado ante el inicio de la renegociación del TLCAN, situación que en definitiva va a determinar la postura y acciones que nuestro gobierno llevará a cabo concediendo a Estados Unidos lo que dicho país, no nos brindará en tales negociaciones.