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Refrendo de mandato, Su Alteza apela al pueblo

El primer plebiscito efectuado con el propósito de conocer la voluntad ciudadana lo convocó el presidente Antonio López de Santa Anna en 1854. | Fausta Gantús*

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Escrito en OPINIÓN el

“Hoy es el día señalado para que la nación mexicana emita libremente su voto sobre si ha de continuar o no rigiendo sus destinos el actual presidente, con la plenitud de facultades que de antemano le tiene concedidas. A la vista de este espectáculo, nuevo seguramente en la historia, no es posible guardar silencio […] manifestamos nuestra admiración por el paso que ha dado S.A. [Su Alteza] el presidente […] Un hombre tantas veces aclamado como el salvador de su patria; revestido por ella con una autoridad sin límites, aplaudido por la multitud, respetado por todas las clases de la sociedad, adulado por lo más excelso que hay en ella, casi adorado por los que siguen la gloriosa carrera de las armas; un hombre que debe sentirse superior a todo cuanto le rodea, porque no hay una voluntad que pueda resistir a la suya […] un hombre proclamado ya tantas veces con todas las fórmulas que se llaman legales, jefe supremo y absoluto de la nación, y cuyo nombramiento han sancionado mil veces las aclamaciones del pueblo, entusiasmado a la vista de esa gloria, que es una gloria nacional; ese hombre quiere todavía que el pueblo emita nuevamente su opinión […]”

No, no se trata de una nota en las páginas de alguna publicación actual mexicana, aunque pudiera parecer que lo fuera… Así se expresaban los redactores del oficialista “El Universal” el 1 de diciembre de 1854. No, no era burla, en serio. Se pretendía halago; expresión de la adulación llevada al extremo que raya en lo fársico. Pero lo que aquí importa señalar es que el ejercicio de la consulta ciudadana como el referente legitimador de las acciones y decisiones de gobierno encuentra antecedentes en ese año. En efecto, el primer plebiscito efectuado con el propósito de conocer la voluntad ciudadana lo convocó el presidente Antonio López de Santa Anna en 1854; la finalidad era que el pueblo expresara su avenencia con su continuidad como mandatario en el cargo que detentaba con carácter vitalicio o que eligiera, en su defecto, un nuevo presidente. 

En la consulta convivieron dos formas de votación: la indirecta y la directa. La primera aplicó para las corporaciones y cuerpos militares cuyos integrantes se expresaban colectivamente en las Juntas populares, ante las cuales un representante de aquellas era el encargado de informar el número de sus integrantes y el sentido del voto de todos ellos. La votación directa se utilizó para la manifestación de los ciudadanos, quienes decidían de forma individual; el voto se registraba en dos cuadernos generales, en uno se consignaba el voto por la afirmativa y en el otro por la negativa respecto de la continuidad del presidente y el ciudadano tenía que estampar su firma.

De esta suerte, el 1 de diciembre se llevó a efecto el plebiscito cuyos resultados no se podían sospechar y que mantuvieron a la nación entera sumida en la expectativa. La incertidumbre se despejó finalmente a los pocos días: “[…] se sabe que el resultado de la votación del día 1º ha sido favorable a S.A. [Su Alteza]. el presidente. Esto era de esperar. Atendidos a los gloriosos antecedentes de S.A. [Su Alteza], el buen sentido de la nación mexicana, y el conocimiento que tienen sus habitantes de los servicios que les ha hecho su augusto jefe”, apuntó de nuevo “El Universal”, el 7 de diciembre de 1854.

“Al buen entendedor, pocas palabras”, bastaría con decir. Pero por aquello de les despitades vale apuntar que hay consultas y consultas. Cuando quien la solicita es quien detenta el poder, la validez de la misma será, muy probablemente, cuestionable. Pero también hay que apuntar que, aunque el plebiscito pareciera sólo un acto más de soberbia de Su Alteza Serenísima, el presidente Santa Anna, lo cierto es que la “serenidad” se veía amenazada por expresiones y movimientos de descontento que empezaban a aparecer en el país, ante los cuales necesitaba afirmarse. Digamos que “este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés. ¿Quiere[n] que [se] los cuente otra vez?”

*Fausta Gantús

Escritora e historiadora. Profesora e Investigadora del Instituto Mora (CONACYT). Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes en Ciudad de México y en Campeche. Es autora de una importante obra publicada en México y el extranjero, entre las que destaca su libro “Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888”. Ha coordinado varias obras sobre las elecciones en el México del siglo XIX (atarrayahistoria.com) y es co-autora de “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892”. En 2020 publicó también el libro de creación literaria “Herencias. Habitar la mirada/Miradas habitadas”.