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Reflexiones sobre la obra pública

Necesitamos detonar una reflexión profunda sobre las reglas vigentes en materia de obra pública y sus resultados en campo. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Del tiempo que estuve al frente de la Autoridad del Espacio Público aprendí mucho sobre el desempeño real de la obra pública. Con esos ojos observo las obras recientes en Ciudad de México y los problemas que deben estar enfrentando las actuales autoridades deberían ser enfrentados con otra estrategia.

Hace una semana, en este espacio, elogié la obra de Avenida Chapultepec. La recorrí días antes de la inauguración y aún quedaban muchos trabajos pendientes, que no parecían concluirse en una semana. Hace unos días recorrí con más detenimiento algunos tramos, todos llenos de detalles por corregir. Por ejemplo, las tapas de los registros: muchas son tapas temporales de madera.

En muchas de las obras de Autoridad del Espacio Público padecimos la entrega tardía de las tapas de los registros, en parte esto se debe a que algunas de ellas requieren la provisión de un tercero, por ejemplo Comisión Federal de Electricidad o las compañías de telecomunicaciones. ¿Qué tendríamos que hacer para mejorar la proveeduría de tapas? Como este problema que menciono, en realidad hay decenas más. ¿Qué estamos haciendo para resolver los problemas más frecuentes de la obra pública no caso por caso, sino de forma integral?

Voy a poner un ejemplo más. La obra de Chapultepec se inauguró el 8 de febrero, pero como mencioné, una semana antes había trabajos pendientes. En concreto, el tramo entre Burdeos y Lieja sólo estaba demolido, no había colados de material. ¿Qué dirá el expediente? Desconozco la fecha de terminación del contrato, pero la fecha de inauguración lo devela: probablemente fue en 2019, por lo que no debía haber trabajos pendientes en 2020. Siempre hay trabajos pendientes al cierre del contrato, que se resuelven días o semanas después.

La realidad es que la obra pública enfrenta demasiados imprevistos al momento de ejecutar: retraso en el anticipo, retraso en los pagos, resistencia vecinal, retraso en la proveeduría de insumos, impredecibilidad del clima, ajustes de proyecto, entre muchas otras. La ley se vuelve una camisa de fuerza: hay que cumplir plazos y ser muy estricto en todos los pasos a seguir. Al final los expedientes cuadran y no debe haber sanción para nadie. En general se logra, aunque por excepción, algunos funcionarios acaban con tarjeta de cliente frecuente en la Contraloría.

¿Es correcto que terminemos las obras públicas de prisa para una inauguración? una parte de esta pregunta lleva un componente político. Las fechas de inauguración suelen ser impuestas por el líder, en este caso Claudia Sheinbaum. Las obras se terminan para atrás, a partir de la fecha que establece el líder, en teoría basados en una fecha contractual... pero hay una realidad que no coincide: trabajos que se hacen dos o más veces y la sensación de la ciudadanía es que justamente los trabajos son de mala calidad.

Si bien puedo elogiar el trabajo de algunas constructoras, con todas se padecen las mismas problemáticas: malos confinamientos del área de trabajo, trabajos mal ejecutados o que no coinciden con los planos, deterioro rápido de las obras, fallas en el drenaje, iluminación, niveles, equipos electromecánicos, entre otras. ¿Cómo evitar esas fallas?

Esto es un problema que se repite año con año, obra con obra, y no depende de las administraciones o de la honestidad de los funcionarios. La realidad es que no ponemos los incentivos alineados de la forma correcta, y creo que la legislación actual no ayuda mucho. La única forma en que estos incentivos cambien, es transfiriendo el riesgo a los propios constructores. Esto significa que quien construya se haga responsable de la operación y mantenimiento de la obra los primeros meses, hasta que todos los detalles se subsanen y, en todo caso, salgan a relucir los vicios ocultos antes que la constructora entregue a la obra a las autoridades, no después como sucede hoy día.

En cuanto al tiempo de entrega, deberíamos construir sin prisas pero premiar la entrega en una fecha límite. Esto es lo opuesto al planteamiento actual: terminar en una fecha y sancionar los días excedentes. Si ya sabemos que la regla actual no funciona, tal vez deberíamos invertir la lógica. Premiar en vez de castigar.

En realidad hay muchas más particularidades de las que he mencionado. Además, existe duplicidad de ordenamientos. Una ley federal que aplica para Ciudad de México cuando los recursos provienen de fondos federales. Por tanto, en cada obra es necesario revisar cuál legislación aplica, lo mismo que al momento de auditar la obra y, en su caso, llevar procesos sancionatorios a los responsables bajo leyes distintas.

Necesitamos detonar una reflexión profunda sobre las reglas vigentes en materia de obra pública y sus resultados en campo. El hecho de que siempre escuchemos quejas respecto a los acabados de las obras, tanto en obras del Gobierno de la Ciudad de México como de las alcaldías, es reflejo de que necesitamos mover los incentivos.