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Recomposición del tejido social

"Si los ciudadanos hicieran uso de la amistad, no necesitarían de la justicia" - Aristóteles | Armando Hernández

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Escrito en OPINIÓN el

El tejido social es el conjunto de individuos y grupos que articulan la estructura de una sociedad, es decir, una red de relaciones sociales recíprocas. En general el tejido social está formado por todas las asociaciones humanas (escuelas, equipos, clubs, iglesias, etc.), de entre todos estos grupos, el primero con el que tenemos contacto y el más importante, es la familia. Las relaciones que las personas establecemos dentro del núcleo familiar, están basadas en principios como el afecto recíproco y el cuidado mutuo entre los miembros de la familia.

Por lo anterior, se dice que la familia es la célula de la sociedad. Dentro de esta aprendemos los primeros comportamientos, normas y valores que posteriormente nos permiten vivir en sociedad. Este proceso de enseñanza-aprendizaje al interior del espacio familiar es conocido como “socialización primaria”, pues es en este ámbito donde la instrucción social básica nos es proporcionada. El espacio familiar está caracterizado por ser “privado” y “seguro”, una especie de refugio o lugar de descanso de las obligaciones públicas. El espacio privado además está dedicado al cuidado de la propiedad familiar a fin de garantizar su uso duradero y la formación del patrimonio a largo plazo.

En el otro extremo está la vida social y la política, la convivencia con personas ajenas a la familia y con las que solo compartimos vínculos utilitarios  —por ejemplo, las personas con las que intercambiamos bienes o servicios— para llevar nuestra vida diaria.  A pesar de que se trata de un tipo de interacción diferente a la familiar, la relevancia no es menor. Al desgaste de estas relaciones o a su carácter perjudicial se le llama "descomposición del tejido social".

En nuestro país la inseguridad, la corrupción y la impunidad han aumentado el deterioro del conjunto de relaciones entre los mexicanos. El nivel de desconfianza entre las personas, el miedo y el individualismo nos hacen actuar en el espacio público de manera distinta a como nos conducimos dentro de nuestro domicilio.

Es necesaria la apropiación colectiva del espacio público para lograr que las decisiones de nuestra comunidad y el país nos importen tanto como las decisiones que se toman en nuestra casa. También que hagamos nuestros los bienes públicos, para cuidarlos como nos hacemos cargo de los muebles de nuestra casa, y que las personas que forman nuestra sociedad, nos importen tanto como nos importan los miembros de nuestra familia.

El amor entre los miembros de la sociedad es, en la misma forma en que se da dentro de la familia, el hilo con el que se puede volver a unir armónicamente la sociedad. La empatía y el interés mutuo permitirían la necesaria recomposición del tejido social, pues actuar con amor hacia los demás resulta más útil que cualquier norma de conducta que el estado pueda emitir.

Aristóteles decía que:

Si los ciudadanos hicieran uso de la amistad, no necesitarían de la justicia

Flor de loto

No sé qué agradecer más: ser hijo de mis padres o padre de mis hijos.

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