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Rebelión de los SUV de lujo, las cuatro por cuatro y los todo terreno

Los manifestantes fueron criticados por protestar en automóvil, miles de trabajadores no dejaron de ir a trabajar los 60 días de contingencia. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

La manifestación de los automóviles del pasado 30 de mayo, es una muestra más, de las profundas diferencias gestadas durante 70 años y que se agudizaron en las tres décadas pasadas.

Afirmar que utilizaron el auto como fórmula para guardar la sana distancia y evitar con ello posibles contagios, es un reflejo más de la percepción de un México que nunca existió y que estaba fundamentando en una prosperidad engañosa que les hizo creer, que volábamos rumbo al primer mundo.

La ilusión de progreso, gestada durante hace treinta años por el PRIAN, es precisamente la añoranza que los claxon reclamaron el sábado pasado. Pero si somos objetivos, fueron esas administraciones y políticas neoliberales, las que provocaron la llegada de la 4T al gobierno.

Si consideramos como legítima la responsabilidad cívica y política en tiempos de la pandemia, las protestas del fin de semana, nos llevan a dos factores encontrados de reflexión.

El primero, sin duda, es el derecho espontáneo de todo ciudadano a manifestar su inconformidad ante cualquier acto que consideren afecte el bienestar colectivo. Ante ese escenario, se podría intuir, que la manifestación del sábado, es válida y legítima, luego del letargo en el que entraron PRI, PAN y PRD desde julio de 2018.

El problema es que, si la manifestación no fue un acto partidista, entonces, los partidos deberían preocuparse. Aquí es en donde entra el segundo factor que nos dejó la rebelión de los automovilistas. Es decir, los partidos políticos, principalmente los de oposición, están en una severa crisis y en peligro de extinción.

Pero dicha crisis política, no inicio en 2018, ni tampoco fue causada por la 4T, antes que eso, ambos factores, son resultados de una larga crisis política, social y económica que tanto PRI y PAN, junto con sus comparsas del PRD provocaron.

Es decir, que las insulsas consignas y demandas de los inconformes en cuatro ruedas, tienen la preocupante particularidad de no haber entendido aún, qué fue lo que llevó a la 4T al gobierno. En pocas palabras, desconocen o simplemente ignoran, el México real en que vivimos.

Dos cosas movieron a los mexicanos para darle el voto a la 4T en julio de 2018. La corrupción de los grandes representantes del gobierno y sus comparsas de la iniciativa privada, junto con el cinismo y el desprecio con que trataron a millones de mexicanos.

Los manifestantes de la SUV de lujo, junto con los vociferantes de los medios de comunicación, no han comprendido que el triunfo de López Obrador, fue un catalizador de la inconformidad social que amenazaba con reventar y provocar una revuelta que hoy, nos tendría en condiciones impensables.

Quienes aborrecen todo lo que haga el gobierno de la 4T, lo que hacen en realidad, es manifestar su desprecio por cualquier cosa que sea diferente a ellos y por supuesto, a quienes no pertenecen al estatus del que pretenden ser parte.

Para los manifestantes del sábado, el dato de que el 10% de la población posee más del 85% de la riqueza nacional, no significa nada, o simplemente no lo entienden. Su comprensión de la realidad, radica en los bienes que puedan adquirir, para pertenecer a una clase que les han dicho, es aspiracional.

Su baja capacidad de compresión, los lleva a imaginar, un mundo socialista o comunista, que se les presenta, como el peor de los demonios que les arrebatará sus bienes bien habidos. Sería bueno que alguien les avise, que ambos sistemas ya no existen y que, en México, sólo es un hálito nostálgico de algunos activistas.

Para los inconformes de cuatro ruedas, quienes no tienen empleo, ni tampoco acceso a la educación, son obreros, campesinos o pertenecen a algún grupo o etnia indígena, que sólo existen en el mejor de los casos, en sus fotografías de labor filantrópica.

La pandemia, vino a profundizar aún más las divisiones sociales que ya existían. Los manifestantes fueron criticados por su protesta en automóvil, cuando cientos de miles de trabajadores informales y otros no tanto, no dejaron de salir a trabajar durante 60 días de contingencia para que los primeros, no murieran de hambre en la comodidad de sus hogares.

La solidaridad de los mexicanos, sólo se da en condiciones de tragedia, pero mientras miras que el otro se mueve por sus medios, lo dejamos a suerte, aunque lo veamos sufriendo la peor de las penurias. Es algo así como un acto de hipocresía social.

Aunque les moleste y les incomode, buena parte de los manifestantes del sábado, desprecia a cualquier persona que no consideren de su estatus. Son soberbios y por lo general, se asumen como creadores de la riqueza de este país, aunque no les pertenezca.

La del sábado, puede ser la antesala de la confrontación de los dos Méxicos. El de los privilegiados por tener trabajo, frente a los vilipendiados e ignorados durante 30 años. Este, es el escenario que se avecina una vez superada la contingencia.