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Racismo y discriminación, grandes retos actuales

En muchos lugares del mundo se está debatiendo la innegable permanencia del racismo en las sociedades. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

“Esta es la historia de Huracán, pero no habrá terminado hasta que limpien su nombre y le devuelvan el tiempo que ha cumplido, lo pusieron en una celda, pero pudo haber sido campeón del mundo”. narra el cantautor Bob Dylan en su canción Hurricane, que retoma la historia del boxeador de origen afroamericano injustamente acusado de cometer un asesinato, y que, tras casi 20 años en prisión, se reconoció el sesgo racista de quienes impartían justicia para condenarlo.

El tema irrumpió en la escena estadounidense a mediados de la década de los 70, permitiendo visibilizar el caso, que hasta ese entonces, había sido silenciado por casi 10 años. No era la primera vez que el cantante narraba actos de violencia y racismo en contra de las poblaciones afroestadounidenses. Antes ya había compuesto “La muerte de Emett Till”, para compartir la historia de un chico de 14 años asesinado a golpes en Mississippi por algunos chicos de piel blanca bajo el pretexto de haber acosado a una mujer blanca. La presunta víctima, confesó 50 años después, que nunca había hablado con Emett ni había recibido insinuaciones de su parte.

En medio de una pandemia en la que las afectaciones principales por la infección del coronavirus SARS-CoV-2 es la pérdida de la posibilidad de respirar, la frase “No puedo respirar” ha movido a millones de personas alrededor del mundo para cuestionar actos de brutalidad e impunidad policíaca en contra de personas de origen afroamericano en los Estados Unidos, pero también en muchos otros rincones del planeta, donde la diferenciación y la vulneración de derechos humanos por el color de piel, entre otras causas, aún es una realidad.

La frase, fue dicha por George Floyd en Minneapolis, mientras era sometido por las fuerzas policiacas locales, las cuales, lo intentaban detener bajo la acusación de que era un falsificador de billetes. Y también fue mencionada por Manuel Ellis, también de origen afro, en marzo, al ser golpeado y ahorcado por policías de Tacoma, Washington.

En Francia han recordado episodios similares como el Adama Traoré, quien, la noche que celebraba su cumpleaños 24, fue detenido por la policía parisina y murió mientras estaba bajo custodia. De origen africano, Adama y su hermano detenidos por la policía, al no llevar una identificación consigo, decidió huir de la escena, a sabiendas de que lo podían detener. Hecho que terminó ocurriendo. Horas después murió en las instalaciones de la gendarmería.

A cuatro años de distancia, no se ha juzgado ni sancionado a ningún policía involucrado en los hechos, y ante los sucesos ocurridos en Estados Unidos, el caso se ha recordado y miles de personas han salido a las calles a cuestionar la brutalidad policíaca en contra de quienes son de origen africano y/o musulmán. Una realidad recién denunciada en la película Los Miserables de Ladj Ly y recordada por otros casos como el de Mehdi Bouhouta, asesinado de un balazo en la cabeza por la policía.

En muchos lugares del mundo se está debatiendo la innegable permanencia del racismo en las sociedades. En el caso particular de nuestro país, una desafortunada decisión tomada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), organismo rector de la política pública garante del derecho a la no discriminación en territorio mexicano, ha desatado la propuesta de su desaparición y la remoción de su titular.

Si bien la desaparición aún es una propuesta en el aire, o tal vez no tanto, se ha considerado la extinción del organismo por parte del titular de la Presidencia de la República, bajo el argumento de que era un espacio en el que se colocaban a personas allegadas pero que no cumplían una verdadera función en beneficio de la población.

Creado hace 17 años por iniciativa de Gilberto Rincón Gallardo, el Conapred irrumpió en la escena pública para trastocar un tema real y poco reconocido en nuestra sociedad, la diferenciación y vulneración de derechos por múltiples condiciones como el color de piel, el origen étnico, el género, la orientación sexual, la identidad de género, la condición de salud, la religión, entre otras.

Al paso de los años realizó campañas para dar a conocer el derecho a la no discriminación  garantizado en el artículo 1 constitucional y veló por su cumplimiento; publicó múltiples trabajos académicos, cuentos infantiles, ensayos, y otros materiales de distribución gratuita; creó un programa de educación en línea; sensibilizó a miles de funcionarios federales, periodistas y otros sectores; impulsó iniciativas en contra de las desigualdades; atendió miles de quejas por situaciones en las que alguna persona sufrió una vulneración a sus derechos por algún acto discriminatorio, impulsó la agenda en las entidades federativas y elaboró múltiples encuestas que permitieron cuantificar la gravedad del problema de discriminación, entre otras acciones.

En esa justa dimensión, las encuestas mostraron la urgencia de acelerar los trabajos en la materia y de reforzarlos mediante la adopción de recursos como la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia y la Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación e Intolerancia, recién ratificadas por el gobierno mexicano. Si bien, desde hace algunos años, hubo debates sobre el alcance del organismo y las limitaciones legales que este tenía, en estos momentos, de crisis global por el tema de la discriminación, la discusión no debería estar centrada en la pertinencia o no de su existencia, sino en las formas en que se fortalecería su funcionamiento para lograr aminorar realidades como que una persona pública diga a través de sus redes sociales que se ve mal “porque se ve prieta” o que más de 50 por ciento de la población haya afirmado haber sido discriminada por su apariencia, según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017.

“Hasta que no haya ciudadanos de primera o de segunda en cualquier nación. Hasta que el color de la piel de una persona no tenga más importancia que el color de sus ojos. Yo digo guerra”, Bob Marley.