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Quisiera ser como Arne aus den Ruthen

Quisiera ser igual de “valiente” que Arne.

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Escrito en OPINIÓN el

Algunas veces, los que andamos a pie por la zona de Polanco, tenemos dificultades para subirnos a algún camión que nos lleve a alguna de las calles que rodean el Metro del mismo nombre, estación que por lo general, en horas pico es, por decir lo menos, una lección de humildad para todos aquéllos que todos los días tendrán que ver su traje arrugar, sus zapatos manchar y, seguramente, a pesar de tomar un baño temprano de madrugada, contagiarse con algún olor nauseabundo después de pasar muchos minutos pegado a todos aquéllos compañeros de vagón que lo menos que les preocupa es bañarse.

 

Una tradición de todos los oficinistas que andan por la zona es tomar un taxi en la base afuera del Metro Polanco, que por una tarifa fija los acerca a sus trabajos a tiempo, a falta de auto y con limitantes de tiempo y condición física. La gente, decenas de personas que todos los días tienen que madrugar, hacen largas filas para tomar algo más humilde que un Uber que les resuelva la mañana.

 

Los taxistas, lo he dicho en este espacio, en esta ciudad son un fastidio. No me queda la menor duda. La mayoría que he parado en la calle, por experiencia propia, tratan de cobrarte lo más que pueden y por lo general, los asientos y su manera de conducir apestan.

 

He platicado de por qué Uber les gana el pan que se llevan a la boca, a pesar de que los pobres conductores de ese servicio sean demasiado torpes para moverse por la ciudad y tengan que recurrir a un aparatito para llegar a su destino. La verdad, los de Uber siempre dan vueltas innecesarias para llegar a los destinos y culpan al navegador por su estupidez al hacernos recorrer con ellos calles que no debíamos cruzar y llegar tarde a donde debemos estar.

 

Pero el punto es que el personaje de los jitomatazos, ese sujeto que quiere hacerse el chistoso con sus propuestas de violencia soft contra los políticos, el ex City Manager de la panista Xóchilt Gálvez en Miguel Hidalgo, ayudó también a un empresario a poner orden afuera del Metro Polanco. Acabó con esos taxistas que atoraban el tráfico de todos aquéllos que con sus autos quieren pasar rápido en la mañana por la calle, sin esos chafiretes estorbando en busca de pasaje.

 

Carlos Bayo, hijo del empresario Carlos Bayo Martínez, dueño de la “exitosa” proveedora de autos del gobierno federal Tecno Alta Distribución, se quejó de los taxistas del Metro Polanco.

 

A través de su cuenta de Twitter, Carlitos habla, celebra y hace peticiones al polémico personaje.

 

En un tuit, por ejemplo, solicitó resolver el fastidio que le ocasionan los taxistas: “Estimado @arnemx. Hay que poner orden en la calle de Horacio y Aristóteles afuera de M. Polanco…Taxistas ocupan un carril esperando pasaje”.

 

Cumplido el trabajo, Bayo agradece: “Me da gusto ver a @arnemx moviendo a los taxistas afuera del Metro Polanco. Las mañanas son un caos cuando ocupan un carril”.

 

Tecno Alta Distribución, la empresa de arrendamiento de autos de Carlos Bayo Martínez, ha celebrado alrededor de 35 contratos con dependencias federales por un monto que supera los 1,500 millones pesos.

 

Arne aus den Ruthen fue de los principales opositores a la compra consolidada de camiones de basura que realizó el Gobierno de la Ciudad de México. El ex funcionario incluso grabó un video que puede consultarse todavía en YouTube. ¿Será que Aus den Ruten buscaba el contrato para su seguidor Carlos Bayo?Es pregunta.

 

Por lo pronto, para todos los demás que andamos en la zona de Polanco, las mañanas siguen siendo un caos, igual que las tardes y las noches. Malditos taxistas, camioneros y maldito servicio de transporte público de esta ciudad, apestan. Quisiera aventarle unos jitomates a Mancera cuando me apachurran en el vagón, cuando el taxista dice que me cobrará tarifa 5, y cuando el camión se sigue como si fuera invisible… quisiera aventarle unos jitomates a los choferes, quisiera aventarle unos jitomates a… pero entiendo que inmediatamente estaría en el suelo golpeado, después de ver la furia de esos hombres que en algún momento, estoy seguro, fueron microbuseros.

 

Me conformo con chiflar una buena “mentada de madre” esperando el vagón junto con cientos de godinez apestosos y asalariados mal pagados que nos apretujamos esperando vagón en Polanco o Auditorio, después de que gritan el nombre del jefe de gobierno de la Ciudad de México como recordatorio de que es su culpa sufrir así de feo todos los días. Reírme con ellos, colectivamente y en paz, del fastidio diario que nos provoca esta ciudad en la que, como dice una señora de la que no recuerdo su nombre, nos tocó vivir.

 

Quisiera ser igual de “valiente” que Arne y sus amigos (Uy sí…).

 

Pero sólo soy un espectador.

 

@takaink 

@OpinionLSR

 

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