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¿Quién tiene la posición de fuerza?

Nada garantiza hasta ahora una ruta para controlar la volatilidad de los mercados financie-ros y/o el debilitamiento del peso frente el dólar.

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Escrito en OPINIÓN el

En el marco de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (#TLCAN), México parece ir en una seria desventaja con Estados Unidos. Aunque nuestro gobierno asegura que no es así, las percepciones de la ciudadanía confirman que el escepticismo es grande.

 

 

Las encuestas así lo reflejan.

 

Los indicadores señalan que la gente considera que la economía nacional ha empeorado, que confía poco en las autoridades y que el presidente Enrique Peña Nieto (@EPN) "no está preparado para lidiar" con @realDonaldTrump".

 

La “unidad” vista hasta ahora es endeble.     

 

A pesar de los esfuerzos del jefe del Ejecutivo, y de algunos integrantes de su gabinete, no se ha logrado articular un frente común que contrarreste los efectos negativos de las decisiones que está tomado el presidente estadounidense en contra de nuestro país desde que asumió el poder.

 

Un gobierno sin respaldo social es débil.

 

Sobre todo cuando enfrenta escenarios adversos en el contexto nacional que requieren cohesión y fortaleza política para hacer responder con eficacia a los desafíos económicos y políticos que se avecinan.

 

El mensaje oficial no ha llegado a calar hondo.

 

¿Cómo lo iba a hacer después del fuerte aumento al precio de las gasolinas y de los efectos que está provocando en la inflación? ¿Quién pensó que una misión así se lograría después de las reacciones violentas y de inconformidad que se dieron en varios estados del país?

 

La #ComunicaciónPolítica sigue operando sin brújula.

 

Sin embargo, no es porque no existan acciones de política pública, datos duros positivos o elementos de fuerza que permitan al gobierno federal salir bien librado del actual escenario.

 

Lo que ha fallado es la #Estrategia.

 

La información ha sido abundante, a veces contradictoria, algunas ideas difíciles de comprender y sin mensajes rectores que tengan la suficiente fuerza para generar un compromiso por parte de la población. Por lo tanto, la movilización social en el sentido que necesita el gobierno parece imposible.

 

Lo bueno es que Trump no está en su mejor momento.

 

Los niveles de popularidad con que llegó a la Casa Blanca son los más bajos que se han registrado en momentos similares en el pasado, pero son mucho mayores que los de nuestro Presidente.

 

Esta realidad aumenta la incertidumbre.

 

Cierto es que México ha considerado poner en la mesa de negociación del #TLCAN todos los temas bilaterales para reforzar nuestra capacidad de negociación: industria, comercio, agricultura, turismo, servicios, flujos financieros, energía, migración y seguridad fronteriza, entre otros.

 

Pero #Trump ha demostrado su arbitrariedad y mano dura.

 

Nadie pone en tela de juicio que el presidente estadounidense tendrá que ceder en algunos puntos. Lo que aquí debemos reconocer es que existe un gran desequilibrio de poder entre ambos países.

 

Es muy difícil negar esta realidad.

 

De ahí los riesgos y el temor que generan en la población no solo las amenazas de Donald Trump, sino la percepción de que a nuestro gobierno le falta contundencia en la respuesta que debería darle.

 

Y no porque no haya una definición política.

 

La hay y está condensada en el decálogo que planteó el presidente Enrique Peña Nieto. El problema radica en la falta de respaldo ciudadano como consecuencia de la desconfianza que existe en su administración.

 

Será cuestión de poco tiempo saber el desenlace.

 

Los resultados los veremos desde las primeras reuniones entre los equipos negociadores y en el encuentro que sostendrán Trump y Peña Nieto el 31 de enero.

 

Además, ya está considerada la posibilidad de salirse del tratado.

 

Al menos es lo que considera el gobierno mexicano si no se respeta nuestra soberanía o no se acepta una negociación que desemboque en un modelo de "ganar—ganar". La postura es positiva porque, entonces, México está preparado para enfrentar cualquier escenario.

 

Lo que no queda clara es la respuesta ante la incertidumbre económica.

 

Nada garantiza hasta ahora una ruta para controlar la volatilidad de los mercados financieros y/o el debilitamiento del peso frente el dólar. Pero eso no es todo lo que está en el centro de la preocupación.

 

Consideremos la variable de las #Elecciones2017.

 

Las negociaciones incidirán en forma determinante en este proceso político, más aún cuando el #PRI ya está padeciendo los embates de este contexto adverso.

 

Sin embargo, el futuro podría dar un giro de 180 grados.

 

El largo proceso que inició en Washington el martes pasado tiene el potencial —aunque muchos no lo crean— de abrir una verdadera ventana de oportunidad al presidente, su gobierno y su partido.

 

El reto es enorme, pero la posibilidad existe.

 

Varios expertos en economía que piensan que el país y sus autoridades podrían salir bien librados y fortalecidos de este proceso.

 

Sin embargo, el tiempo para lograrlo es reducido.

 

En la negociación, a nuestro gobierno le queda un año y medio para mantener a flote su fuerza institucional. El resto dependerá del presidente o presidenta que elijamos en 2018, quien tendrá que convivir, por lo menos, dos años más con el mandatario estadounidense. Pero de poco servirán las acciones si no se comunican con claridad, oportunidad y eficacia.

 

 

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