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Quien ignora su pasado está condenado a repetirlo

Aprendamos a trabajar juntos, identificando causas y atendiendo lo que pronto podrían ser problemas.

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Escrito en OPINIÓN el

Quien ignora su pasado está condenado a repetirlo” declaró Jorge Santayana hace un siglo, explicando de manera ordenada lo que en el saber popular habían declarado los antiguos romanos: La experiencia es maestra de vida.

 

Con base en las experiencias y en el conocimiento del pasado se supone que las personas debemos evitar repetir los errores ya cometidos para ser más certeros en nuestro objetivos y metas. Sin embargo, la realidad parece ser muy diferente, las personas somos capaces de hacer exactamente lo mismo una y otra vez a pesar de que sepamos que el resultado será adverso, dicho de otra manera y citando una famosa canción, “me topé de nuevo y con la misma piedra”.

 

Esa parece ser la tónica de las acciones de nuestras autoridades para combatir la criminalidad del país: Recetas conocidas, resultados conocidos. Por lo menos en los últimos 25 años en México hemos apostado al modelo represivo-policial que debería reducir la incidencia delictiva y una vez logrado, comenzar a reconstruir el país; parece que la esperanza es capturar a todos los “malos”, aislarlos de la sociedad y finalmente quedarnos sólo con los “buenos ciudadanos”, respetuosos de normas e instituciones.

 

Si tomamos en consideración la delincuencia y violencia que se han registrado en muchas de las entidades federativas desde 2006, es evidente que nuestras autoridades han estado tropezando una y otra vez con la misma piedra. Simplemente, por más que hemos gastado en seguridad en estos últimos años, por más que se han implementado operaciones especiales reactivas de nuestras instituciones de seguridad; los mexicanos estamos muy lejos de cristalizar la paz. Sólo basta dar un vistazo a algunas entidades que son claros ejemplos de la falta de resultados significativos de las estrategias implementadas como es el caso de Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Veracruz, Jalisco, Tabasco, Sinaloa, entre otros.

 

En estos ejemplos -aunque debo destacar que tal vez el caso del secuestro las cosas sean diferentes- mientras la Federación actúa, las instituciones locales permanecen igual, mismas condiciones, mismas carencias y mismas debilidades, las cuales sirvieron de caldo de cultivo para el crecimiento de los problemas de inseguridad.

 

Es decir, cada que en el país tenemos una crisis de inseguridad vemos las mismas reacciones: Negación que el problema exista para pasar a la desvalorización de quien expone el problema y hace algún señalamiento hasta que el caso estalla. De ahí sigue la intervención de las fuerzas federales para tratar de contener el problema.

 

Un ejemplo claro de lo anterior es el caso del secuestro. En 2013 reportamos el aumento desmedido del secuestro en el país y la primera reacción del Secretario de Gobernación fue negar y desvalorizar nuestro análisis. Tuvo que cerrar el 2013 como el peor año de la historia con por lo menos 1 698 averiguaciones previas en el fuero común y 1 065 en el federal, para que la autoridad decidiera  tomar cartas en el asunto.

 

Mismo caso fue Michoacán, en 2013 avisamos que el número de denuncias que la entidad reportaba no correspondía con la realidad que vivía la gente, que  en Lázaro Cárdenas y en la zona de Tierra Caliente no se estaba reportando incidencia delictiva mientras que los ciudadanos vivían amenazados por la extorsión presencial. De nuevo pasamos de la negación a la acción tardía con una intervención federal que tiene muchos claroscuros.

 

Acabamos de ver los sucesos de Jalisco, 9 servidores públicos dieron su vida por restablecer el orden público, 17 vidas en total se perdieron y todo se pudo haber prevenido, las señales estuvieron ahí pero la autoridad decidió no hacer caso. Nosotros en el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) lo advertimos y publicamos desde hace más de un año. Sin embargo nadie pareció escuchar.

 

El Estado de México, Guerrero y Tamaulipas son casos similares donde las advertencias no han sido escuchadas, donde la autoridad local no reconoce responsabilidades ni la realidad de la incidencia delictiva y donde se han generado intervenciones de bote pronto que pocos resultados han tenido.

 

Parece que olvidamos nuestra historia, es evidente que no queremos aprender de ella, repetimos modelos que no funcionan y olvidamos que hay otros que, si bien son imperfectos, son los que han dado mejores resultados en términos de disminución de la violencia pero sobre todo, de fortalecimiento institucional: Chihuahua y Nuevo León.

 

Veamos el caso de Chihuahua, una entidad en la cual se registró un proceso de descomposición social, infiltración del crimen organizado en policías y aumento significativo de la violencia.  Entre los años 2008-2011 alcanzó tales niveles que inclusive uno de sus municipios, Ciudad Juárez, fue un ejemplo mundial de inseguridad.

 

Es cierto que los problemas de Chihuahua y Nuevo León están lejos de estar resueltos, pues reconstruir condiciones aceptables de vida es un trabajo arduo, complejo, donde la participación ciudadana y la corresponsabilidad social son determinantes. Sin embargo, es importante destacar que lo que estas dos entidades vivieron ya no se vive, que se lograron avances significativos que permiten mejores condiciones de vida e instituciones más confiables que las que se tenían y que para que esto se pudiese lograr la participación de ciudadanos comprometidos que iniciaron programas de atención a problemas sociales específicos y de empresarios que contribuyeron (incluso económicamente) a la conformación de mejores instituciones de seguridad fue pieza clave.

 

Aprendamos como sociedad de nuestra historia reciente, que tantas vidas ha costado, aprendamos a trabajar juntos, identificando causas y atendiendo lo que pronto podrían ser problemas. A lo largo de estos últimos años, las señales que dan cuenta del crecimiento de principios de mayor legalidad (ONC), lo advertimos y publicamos hace tiempo; hemos demostrado que cuando la sociedad y las autoridades trabajamos conjuntamente, logramos grandes resultados; es hora de entender que estamos en el mismo lado de la cancha.

 

Con ese espíritu, me permito invitar a la sociedad a que busquemos esos espacios donde incidir para evitar que nuestras comunidades se descompongan y a las autoridades a atender de fondo los problemas que aquejan a nuestro país. Asimismo me permito advertir que si no queremos otro Jalisco como el que vimos a principios de mayo de 2015, debemos reconocer tempranamente las señales que van evidenciando posible crisis de seguridad, en este sentido, es fundamental que nuestras autoridades atiendan la situación de entidades que pronto podrían verse involucradas en esta ola de violencia como Guanajuato o Querétaro.

 

@frarivasCoL