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¿Quién es López Obrador?

En medio de todo, la oposición sigue apabullada, silente y hundida en el marasmo. Mientras López Obrador sigue siendo el mismo. | Jorge Ramos

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Escrito en OPINIÓN el

¿Hay un Andrés Manuel López Obrador en rol de opositor y otro presidente de México? Las más de tres horas de discursos, tanto en el Congreso como en el Zócalo, dejan ver a un mismo personaje, el del templete, aguerrido. Como en campaña.

Con las mismas frases que durante los últimos 12 años ha dicho en sus múltiples recorridos por el país, el presidente López Obrador inauguró lo que él llama “la cuarta transformación”.

A lo largo de su vida política ha sabido leer y entender las emociones de la gente. Eso fue lo que lo colocó en la Presidencia de la República. Por eso no cambia sus formas.

En San Lázaro primero dijo que va contra la impunidad y más adelante en el mismo discurso ofreció al pueblo un punto final porque eso de andar persiguiendo corruptos es muy tardado, quita tiempo para reconstruir el país y, para colmo, es puro circo, argumentó.

“El gobierno ya no será un simple facilitador para el saqueo, como ha venido sucediendo. Ya el gobierno no va a ser un comité al servicio de una minoría rapaz”, advirtió.

Sin embargo, tanto en San Lázaro como en Palacio Nacional, hubo empresarios del más alto nivel. ¿Quién es entonces esa minoría rapaz?

Un sector político y de redes sociales amenazó con armarle un escándalo por la presencia del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Alguien le dio un consejo: dile a Maduro que coma y se vaya, para que no se exponga al escarnio en el Congreso de los furibundos panistas. Pero se tomó su foto con él en Palacio Nacional. Y ahí quedará la imagen.

En San Lázaro, el panismo le exigió con cartelones y a gritos bajar el precio de las gasolinas. Hábilmente les respondió que ahora resulta que quienes empujaron la reforma energética que no detuvo el alza en combustibles le salían con el cuento de que debe reducirlos. Así será: el Presidente se va a poner los guantes cuando así lo crea conveniente.

Para el Ejército tuvo palabras de aprecio porque nunca han intentado un golpe de Estado ni sus generales aparecen como parte de la oligarquía. Y si han incurrido en situaciones poco gratas ha sido por orden de civiles, acotó.

Aunque lo mismo compartió alimentos con el Rey Felipe de España, horas después salió al Zócalo para dejarse arropar por indígenas, con el copal y una ceremonia de entrega del bastón de mando que incluyó una escena inimaginable: el presidente de México arrodillado. Ahí dijo: “Primero muerto que traicionarlos”.

En el Zócalo enlistó 100 compromisos y ofreció que cada año habrá de revisar ¡los 100! en el Zócalo.

En medio de todo, la oposición sigue apabullada, silente y hundida en el marasmo. Mientras López Obrador sigue siendo el mismo.


Punto y aparte. López Obrador fue pródigo en reconocer los logros del desarrollo estabilizador y en ensalzar a Antonio Ortiz Mena como el artífice de una época de bonanza en las finanzas públicas. Pero era otro momento en el que incluso existía la “guerra fría”. Su oferta de no incrementar la deuda parece buena señal. Los mercados acusarán de recibido cuando se conozca el paquete presupuestal 2019.


Punto final. Enrique Peña Nieto se pasaba la mano por el mentón y por la frente. Tieso. Incómodo. De pronto anotaba o garabateaba algo. Comentaba con el morenista Martí Batres, presidente del Senado. Qué golpiza le asestó el presidente López Obrador, a pesar de que sus primeras palabras fueron para darle las gracias por su actitud en las elecciones.


López Obrador semidesnudo en una gasolinera


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