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Querétaro: El fin de la inocencia

Por: Roberto Rock L.

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Escrito en OPINIÓN el

La sucesión gubernamental en Querétaro muestra una temperatura inusual para un estado que se presume apacible y próspero. Una mirada más cercana identifica la presencia de nuevos actores, entre ellos el crimen organizado y, como nunca, los poderosos intereses ligados con la especulación de tierras urbanas. Esta vez la disputa política será más intensa. Todos quieren un lugar en la mesa del 2015.

Si la liturgia no es modificada, en octubre próximo deberán alzar la mano los interesados en suceder al priísta José Calzada Rovirosa –hijo del ex gobernador Antonio Calzada Urquiza (1973-1979)-, quien el pasado jueves celebró su cumpleaños número 50. Lo hizo en medio de crecientes preocupaciones sobre el balance de su gestión, lo que multiplica  en la administración Peña Nieto y en el PRI, el temor de una derrota a manos del PAN en los comicios de julio próximo.

A más tardar en abril debe haber candidatos. El equipo de César Camacho, presidente nacional del tricolor, anticipa una fórmula que sume a Roberto Loyola Vera, alcalde de la capital queretana, como aspirante a la gubernatura, y a Tonatiuh Salinas -líder del PRI estatal, menos conocido y con menos apoyos empresariales- para alcalde del propio Querétaro. Ambos pueden formar un tándem eficaz si antes no pierde pista y acaba en el arroyo.

En la acera de enfrente, la de Acción Nacional, velan armas dos alternativas competitivas: El senador Francisco Domínguez, él mismo ex alcalde de Querétaro, y Ricardo Anaya, diputado federal, ex presidente de la Cámara Baja y actual número dos del PAN como secretario general en la presidencia de Gustavo Madero.

Es posible que la decisión en uno y otro caso no la tomen los políticos, sino factores reales de poder, como los desarrolladores de conjuntos habitacionales y comerciales de Querétaro. No es casual por ello que la política estatal la dominen los notarios, como el caso del citado Loyola Vera, quien gran parte de su vida profesional (1997-2011) estuvo al servicio de las grandes inmobiliarias como titular de la Notaría 35, con sede en la ciudad que hoy gobierna.  

El alcalde queretano es hermano menor del ex gobernador panista Ignacio Loyola Vera. Su estrecha relación quedó documentada en 2012 cuando Roberto fue postulado por el PRI para la presidencia municipal, ante lo cual Ignacio decidió declinar una candidatura a senador por el PAN pese a que todas las encuestas anticipaban que Acción Nacional dominaría, como eventualmente ocurrió.

El apetito por terrenos y poder no es privativo de los priístas en Querétaro. Existe una pequeña montaña de documentos que ligan al diputado panista Ricardo Anaya con malversaciones que le habrían dado control sobre terrenos urbanos durante la administración del ex gobernador blanquiazul Francisco Garrido, con quien laboró como secretario particular y coordinador de “Desarrollo Humano” (2003-2009).

“El Cerillo”, mote que le endilgaron -por ser pelirrojo- desde su época estudiantil, ya deslumbraba por su ingenio desde que en el 2000, a los 21 años de edad, fue diputado local. Tras su paso como funcionario público estatal, dirigió su partido en Querétaro apenas 13 meses (2010-2011), suficientes para volverse una pesadilla para la gubernatura de José Calzada, quien hubo de  sacrificar a su primer secretario general de Gobierno, Jorge García Quiroz, por señalamientos de Anaya. En abril de 2011 éste fue designado subsecretario de Turismo por el presidente Felipe Calderón, y luego electo diputado federal.

La pugna entre Gustavo Madero y los calderonistas proyectó a Anaya a la presidencia de la Mesa Directiva en Diputados, pese a que el queretano le debía al ex mandatario la mayor parte de sus cargos políticos. En San Lázaro Anaya lució, y mucho, hasta que fue virtualmente obligado a respetar un acuerdo interno para dejar el puesto en manos de su correligionario José González Morfín. Un veterano líder parlamentario, harto del protagonismo de Anaya, se refería a él en privado como “muñeco de circo”.

Apenas el pasado día 4, el senador panista Francisco Domínguez mostró en una denuncia cómo Querétaro está perdiendo la confianza y la inocencia en materia de seguridad. Domínguez dijo que su camioneta había sido baleada la noche anterior en la ciudad de la que fue alcalde a unos metros de donde él cenaba con un grupo de amigos.

El tema levantó un velo de escepticismo respecto de este político, médico veterinario de profesión, que hace gala de un talante bronco que en no pocas ocasiones lo ha colocado al borde de los golpes en incidentes públicos, incluso dentro de la Cámara Alta.

Pero los avances del crimen sobre el otrora apacible Querétaro están ampliamente documentados y generan creciente preocupación entre autoridades federales, que identifican al aeropuerto local –orgullo de la comarca- y al flujo de capitales “oscuros” como “focos rojos” que evidencian la presencia de bandas organizadas.

Reportes de instancias federales alertan sobre cadáveres colgados en puentes de la zona metropolitana de Querétaro, que las autoridades presentan como “jóvenes suicidas”. También, subrayan que la entidad es arena de la disputa entre los cárteles de Los Templarios, Jalisco Nueva Generación y Los Zetas.

Muchas evidencias más existen ya de que el Querétaro bucólico y colonial se diluye rápidamente. Y que el próximo año, cuando haya elecciones para nuevo gobernador, nuevos actores exigirán un lugar en la mesa del poder.

 

robertorock@lasillarota.com