Main logo

¿Qué hemos hecho?

Son 43 almas que no cantarán nunca más el himno nacional, 43 jóvenes que se suman a los miles y miles que fueron ignorados por el Estado mexicano.

Por
Escrito en OPINIÓN el

No suelo decidir el título de mis columnas antes de escribirlas, hoy el título es la pregunta, una de miles, que rondan en mi cabeza: ¿Qué hemos hecho?

 

La estructura del escrito va surgiendo conforme escribo y lo hago un sábado por la mañana profundamente deprimido… no quiero vivir en un país así.

 

Crecí aprendiendo a amar a México, mi padre me inculcó el amor por mi patria y gozaba profundamente participar en actos cívicos… ya no.

 

No tengo energía para enojarme, no tengo energía para indignarme, siento una profunda desolación, me encuentro muy mal, me duele lo que pasa, no me es posible comenzar a imaginar el dolor y el sufrimiento, la agonía terrible que marcó los últimos momentos de las 43 víctimas que perdieron la vida como muchas y muchos lo han hecho. Hombres y mujeres que eran hijos, hermanos, padres, novios, amantes de alguien y que ya no participarán en las fiestas de nadie, ni en lo cotidiano de nadie, sus vidas fueron eliminadas, fuera de la ecuación.

 

¡Qué tristes navidades!

 

¡Qué manera tan perra de morir!

 

No me alcanza el encabronamiento para sustituir a la tristeza.

 

Escucho a mis hijos y por segunda vez en mi vida experimento un miedo que cala el alma, me pregunto qué país es éste en el que vivimos y en el que les tocará vivir cuando yo ya no esté.

 

Pienso en todo lo que amo a mi comunidad, en como disfruto el pasear por las calles de las ciudades que visito, me complace estar en el cine o en una obra o en un paseo porque siento que por instantes nos conectamos todos quienes ahí estamos y somos un ente trascendente a nuestras individualidades experimentando la pequeña armonía, efímera del tejido social.

 

Son 43 almas que no cantarán nunca más el himno nacional, 43 jóvenes que se suman a los miles y miles que fueron ignorados por el Estado mexicano.

 

¿Qué renuncie Peña Nieto? Eso no los traerá de vuelta y es, otra vez, un intento prontista de solución a un problema profundo, tenemos que considerar la posibilidad de que México no tenga solución…

 

Esta aberrante realidad es la que me despierta hoy sábado en donde tengo que sustituir mi columna por la que entregué ayer que era, en mi ignorancia y por la modorra que el tiempo produce en las noticias (la costumbre a vivir con la desaparición) de un tono mucho más optimista.

 

Mientras sigamos permitiendo que la gente que más detestamos sea la que ocupe los puestos políticos seguiremos teniendo lo que tenemos: Mierda.

 

No tengo ganas de albergar esperanza, discúlpenme por no poder hacerlo, hoy no me es posible, lo único que puedo hacer por ahora es cumplir con mi trabajo, hacer mi tarea y disfrutar a mis hijos todo lo que pueda porque en México sí es posible que me los quemen o me los secuestren, que me hagan sufrir a mis pequeños, en México es posible imaginar un infierno de ese tamaño.

 

¿Qué los mexicanos nos reímos de la muerte? Ya no me trago esa pendejada, nada de esto me da risa y aunque necesite encontrar un culpable perfecto todos somos culpables de esta maldita realidad, algo tiene que pasar.

 

Cuando una sociedad no tiene nada que perder se convierte en un enemigo que no le teme a la muerte y eso la hace un adversario invencible. Nos estamos acostumbrando a la muerte, vivimos con ella día tras día y don político no ha hecho su tarea, don político ignora o ha olvidado que fue México el primer movimiento revolucionario del siglo pasado. Veo mi timeline de facebook con la gente crispada a punto de linchar a policías o autoridades, los videos aparecen cada vez más seguido.

 

Algo tiene que pasar.

 

Y algo va a pasar.

 

Charlemos en @_TORRESBERNAL