Main logo

¿Qué es y qué no es un cártel?

El significado derivado de cártel es la capacidad que tiene la organización para operar en mercados internacionales

Por
Escrito en OPINIÓN el

En los últimos días se ha debatido mucho sobre si la organización criminal que opera en Tláhuac puede ser considerada un cártel o no. Hasta el momento dicho debate ha sido superficial, porque la mayoría de las posturas se han centrado en opiniones personales de los actores y no en criterios claros que permitan caracterizar a dicha organización criminal.

Por tal motivo quise elaborar el presente artículo, en donde intentaré responder a las siguientes interrogantes: ¿qué debe entenderse por un cártel de la droga?, ¿cuáles son las diferentes acepciones del término?, ¿cuáles de las organizaciones criminales que operan en México pueden ser consideradas como cárteles?, ¿cómo podemos clasificar a las restantes organizaciones? y ¿cómo se puede clasificar al Cártel de Tláhuac?

Con ello, no sólo busco contribuir al debate que hay en torno al Cártel de Tláhuac, sino también ofrecer criterios para clasificar en diferentes categorías a las principales organizaciones que operan en México.

De entrada, se debe reconocer que el término cártel no es nativo de los estudios de seguridad pública. Se trata de una acepción que fue acuñada en el campo de la economía y que tomamos prestada a finales de los años 70 para explicar un fenómeno criminal que se estaba dando en Colombia.

En economía, un cártel es un acuerdo informal mediante el cual varias organizaciones se coordinan para llevar a cabo acciones que tienen por objeto controlar un mercado y eliminar la competencia. El ejemplo más claro de un cártel, es la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), cuyo único objetivo ha sido a lo largo de los años establecer cuotas máximas de extracción de petróleo por país, para garantizar que, ante la escasez del producto, los precios del hidrocarburo sean altos y así estos países obtengan más beneficios.

La primera vez que se utilizó el término cártel en los estudios de seguridad pública fue para referirse al Cártel de Medellín, porque este grupo encajaba prefecto en la definición, ya que una serie de traficantes de droga hasta ese momento independientes, como era el caso de Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder y los hermanos Ochoa se unieron para controlar el mercado de producción de cocaína en Colombia y el de consumo en los Estados Unidos. La premisa de esta gran alianza era simple, en lugar de competir y bajar los precios, mejor coordinarse para los envíos, lo que les permitió acaparar un porcentaje muy grande del mercado.

El Cártel de Medellín y su competidor en Cártel de Cali cabían en la definición porque ambos casos habían surgido a partir del agrupamiento de varias bandas independientes que cooperaron entre sí para controlar el mercado de la cocaína y elevar los precios del producto, obteniendo así beneficios más grandes.

Debido a la importancia de ambas organizaciones, con el tiempo el término adquirió un significado diverso en el campo de la seguridad pública y en el periodismo. Se fue convirtiendo en sinónimo de una organización criminal de gran tamaño, cuya actividad principal es el tráfico internacional de estupefacientes.

Por tal motivo, a lo largo de los años muchas de las organizaciones criminales de nuestro país han sido bautizadas como cárteles, como es el caso del Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel de Juárez o Cártel de Tijuana. Sin embargo, no todas estas organizaciones tienen lo necesario para ser consideradas un cártel en términos económicos.

En resumen, cártel tiene dos acepciones válidas hoy en día, la primera es la original que proviene de la economía que implica la colusión entre organizaciones para evitar la competencia mutua y lograr el control de un mercado relevante. Mientras que la segunda que es propia de los estudios de seguridad, es que se trata de organizaciones criminales de gran tamaño que se dedican al tráfico internacional de drogas.

Sin embargo, cuando hablamos de tamaño siempre hay elementos subjetivos en la ecuación, primero es difícil medir el tamaño de las organizaciones con parámetros objetivos, por la falta de información sobre las mismas y segundo porque cada persona puede trazar una frontera diferente en cuanto al tamaño mínimo de una organización para considerarla un cártel.

En lo personal considero que cuando tomamos el significado derivado de cártel, el criterio para trazar la frontera más que el tamaño, es la capacidad que tiene la organización para operar en mercados internacionales, es decir, que cuente con la capacidad logística para obtener insumos de organizaciones de otros países y que pueda llevar los mismos a otros mercados donde a través de organizaciones locales comercialicen productos ilícitos en uno o varios países.  

A partir de lo dicho en los párrafos precedentes habría 5 organizaciones en México que tendrían las características para ser consideradas un cártel tanto en términos económicos, cómo en el significado derivado del término, las cuales son el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo, los Zetas, el Cártel Jalisco Nueva Generación y la Organización de los Beltrán Leyva.

En principio, cada una de estas organizaciones se conforma por células regionales semi independientes, que se coordinan entre sí para obtener beneficios derivados del control de mercados ilícitos, como el tráfico de drogas o la extorsión. Además, cada una de estas organizaciones ha demostrado tener capacidad operativa para mantener una red de distribución de drogas en los Estados Unidos y algunas en otros países de América, Europa, Asia y Oceanía.

A veces por practicidad se nos olvida que ninguna de estas cinco organizaciones, son en realidad organizaciones verticales, sino una especie de red coordinada de células regionales, formadas por bandas locales, que incluso a veces llegan a pelear entre sí. Por ejemplo, la disputa entre los Salazar y los Camarena en Sonoyta o los Cabrera y los Canelos en Durango, todos ellos pertenecientes al Cártel de Sinaloa.

¿Por qué organizaciones como Caballeros Templarios, la Familia Michoacana, Cártel de Juárez o Cártel de Tijuana no caben en la definición?, en algún momento de su historia cada una de estas cuatro organizaciones tuvo las características de un cártel, sin embargo, han perdido tanto poder y presencia territorial, que a pesar que el Cártel de Juárez y el de Tijuana siguen comercializando droga en los Estados Unidos, lo cierto es que ya no están integrados a ellas muchos grupos regionales, sino que en el mejor de los casos son pequeñas bandas y pandillas que conviven en pocos municipios de las zonas metropolitanas de las cuales reciben su nombre.

También existen organizaciones criminales que han crecido tanto en los últimos años que con el tiempo podrían ser consideradas cárteles de la droga, como es el caso de Guerreros Unidos y los Rojos, que tienen ya células regionales definidas, a las cuales todavía les falta ganar independencia y también han comenzado a construir redes de distribución en los Estados Unidos, aunque las mismas no están consolidadas.

Después se ubican una serie de organizaciones regionales que no pueden ser consideradas como cárteles, precisamente porque se trata de organizaciones en singular, con territorios claramente acotados y que no cuentan con capacidad operativa clara en otros países, por ejemplo: el Cártel de Tláhuac, la Unión Tepito, los Viagras, los Tequileros, los Granados, los Ardillos, la Tercera Hermandad, la Corona, entre otros.

A partir de lo anterior se puede elaborar la siguiente clasificación para las organizaciones criminales que operan en México:

1)      Cárteles de la droga: Cártel de Sinaloa, Cártel del Golfo, los Zetas, Cártel Jalisco Nueva Generación y la Organización de los Beltrán Leyva.

2)      Organizaciones regionales que algún día fueron cárteles: Caballeros Templarios, Familia Michoacana, Cártel de Juárez y Cártel de Tijuana.

3)      Proto cárteles: Guerreros Unidos y los Rojos.

4)      Bandas o grupos locales: Cártel de Tláhuac, la Unión Tepito, los Viagras, los Tequileros, los Granados, los Ardillos, la Tercera Hermandad y la Corona.

5)      Bandas transnacionales con presencia en México: Mara Salvatrucha y Barrio 18.

En conclusión, Mancera tiene razón, el Cártel de Tláhuac en realidad no es un cártel, sin embargo, omite decir que como el mismo trabaja en conjunto con la estructura de los Beltrán Leyva en la distribución de droga en la Ciudad de México. Por ende, como el Cártel de Tláhuac es uno de los componentes de la Organización de los Beltrán Leyva, forma parte de un cártel de la droga, lo cual significa que no hay manera de argumentar que no hay presencia permanente de los cárteles en la Ciudad de México.

Algo similar pasa con la Unión Tepito que, a través de su alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación, que representa los intereses de ese cártel en la Ciudad de México. De hecho, hay más de diez organizaciones criminales con presencia permanente en la Ciudad de México, algunos de ellos han estado en la ciudad desde hace años como el Cártel de Sinaloa y el Cártel del Golfo que siempre han operado con bandas locales para la distribución de drogas.

Lo que no debe perder de vista ninguno de los niveles de gobierno, es que el hecho de que una organización criminal sea o no sea un cártel, no tiene una correlación directa con su nivel de peligrosidad o su capacidad de penetración del tejido local. De hecho, algunas de las organizaciones más pequeñas tienden a ser más peligrosas y estar más arraigadas en las zonas donde operan, por lo que se debe tomar en serio la amenaza que representan cada uno de estos grupos. 

@victorsanval