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¿Qué es la violencia?

“Retratos de violencia” representa una herramienta pedagógica esencial para este final de la segunda década del siglo XXI. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

¿Qué es la violencia? ¿Las personas son violentas por naturaleza? ¿El devenir de la humanidad debe ser forzosamente violento? ¿La violencia es cultural? Son algunas de las preguntas que derivan si nos ponemos a reflexionar sobre cuál sería el significado de la palabra violencia. Una palabra muy común en nuestro vocabulario, pero pocas veces analizada, en medio de contextos que están generando millones de desplazamientos de personas en todo el mundo huyendo de acciones violentas, pero que también han generado crisis de miedo y pánico en las grandes y medianas urbes, incluso algunas zonas rurales.

Los intentos por explicar en sí cuál sería la significación más adecuada conforme a nuestro contexto contemporáneo han sido complejos. La definición más simple del término podría ser que es la imposición de algo por la fuerza. Sin la posibilidad de mediar ni negociar. Sin embargo, antropólogos como Freixa y Ferrándiz han identificado que la violencia puede ser de corte político, que puede ser ejecutada o no por el Estado, pero que tiene como objetivo la consecución de ciertos objetivos, sociales, étnicos, económicos y políticos en áreas de asuntos públicos; cotidiano, es decir aquellas que tienen impacto en las vidas de los individuos, y de género.

Preocupados por el contexto contemporáneo actual, en el que las violencias se han transformado en parte de los cotidianos al cuestionarse la posibilidad de la coexistencia con “el otro” y rechazarle mediante muros entre países, patrullajes, detenciones arbitrarias, separaciones de familias, leyes criminalizantes y muchos otros mecanismos de control, el filósofo inglés Brad Evans, de la Universidad de Bristol, y el escritor de cómics escocés, Sean Michael Wilson, se dieron a la tarea de conjuntar a una serie de ilustradores de diferentes partes del mundo (Inko, Carl Thompson, Robert Brown, Chris Mckenzie, Michiru Morikawa y Yen Quach) para conformar “Retratos de la violencia. Una historia ilustrada del pensamiento radical” (Akal, 2019).

Así, por medio de la novela gráfica, un recurso ya conocido en México por trabajos como el Abel Quezada, Rius, Los Moneros o Cinthya Bolio, se exponen las reflexiones alrededor de la violencia hecha por pensadoras y pensadores como Hannah Arendt, Paulo Freire, Michael Foucault, Giorgio Agamben, Judith Butler, Franz Fanon, Susan Sontag, Noam Chomsky, Edward Said y el propio Evans.

Al respecto, Henry A. Giroux, crítico cultural y fundador teórico de la pedagogía crítica, considera que la ignorancia es un elemento que abona a la violencia, debido a que propicia olvido, y por ende, una falta de crítica y de construcción de juicios, o lo que podría ser, opiniones y acciones fundamentadas. Por lo que se requiere fomentar el pensamiento crítico.

En medio de viñetas y globos de diálogo es posible comprender cómo Evans propone múltiples tipos de violencia y que para analizarla se requiere del desarrollo de una crítica de la violencia para generar libre pensamiento. O Arendt, quien advierte que cualquier persona puede convertirse en ejecutora de actos crueles y degradantes.

O las ideas de Fanon sobre cómo el opresor enseña al oprimido la necesidad de utilizar la violencia y la posibilidad de la no violencia como generadora de cambios.

Y también la explicación teórica de la pedagogía del oprimido desarrollada por el pedagogo brasileño Paulo Freire, quien apostó por el desarrollo del conocimiento y la conciencia a través del diálogo.

Otro concepto revisado e ilustrado es el de la arqueología del poder del pensador francés Michael Foucault, quien lo utilizó como una herramienta para desentrañar y mencionar aquello que se evita decir y entender cómo la sexualidad o la locura desde una mirada crítica y no dejando de lado que el propio Estado busca controlar no sólo lo político, sino también lo privado, entre ello, el cuerpo.

El de orientalismo, de Edward Said, más vigente que nunca, en el sentido de que Occidente ha construido una imagen del Oriente, que ha contribuido a la islamofobia vigente, a la estereotipación de la cultura, a la elaboración de leyes en contra de la expresión de cierto tipo de fe religiosa en países de Europa y al desconocimiento de una cultura que tiene muchos aportes a la cultura occidental.

Así como el cuestionamiento ético y estético de Sontag de las imágenes de guerra, las cuales, no sirven para mostrar la verdadera problemática de la guerra, pues carecen de un contexto que permita comprenderles. O el señalamiento de la precarización de la vida, argumentado por Judith Butler, en el sentido de que algunas valen más que otras. O la denuncia de las coberturas mediáticas y la distinción de Agamben de las diferentes definiciones de vida. Entre aquella que es la vida en si (zoe) y la vida reconocida políticamente (bios), que se intenta controlar desde la mayor cantidad posible de frentes.

Desde diferentes miradas, “Retratos de violencia” representa una herramienta pedagógica esencial para este final de la segunda década del siglo XXI en el que, probablemente, más que nunca, la liquidez de nuestra sociedad, argumentada por Bauman, sea más dispersa que nunca, entre otros factores, por las violencias derivadas del miedo hacia todo aquello ajeno a lo dictado por la cultura hegemónica.