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Psicosis

No podemos cambiar los hechos, pero sí elegir nuestra actitud ante ellos. ¡Elijamos ser felices cada día! | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

Compras de pánico en todo el mundo, predicadores que vaticinan el fin de la humanidad, economistas que advierten de un resquebrajamiento financiero mundial y políticos que no saben que hacer es el panorama que hoy se vive por causa de la pandemia del covid-19.

Casi todo mundo anda perdido en un país donde al presidente de la República no le interesa cuidarse y anda por plazas y villorrios dándole la mano a todos sin mantener la sana distancia que se recomienda en estos casos.

Lo más patético del jefe de Estado mexicano fue acercarse, en Badiraguato, a saludar María Consuelo Loera Pérez, la madre del encarcelado capo de la droga Joaquín “El chapo” Guzmán, exlíder del cártel de Sinaloa, sobre quien pesan miles de muertes y enormes daños económicos al país, peor que lo del coronavirus.

“Te saludo. No te bajes… no te bajes”, dijo el gobernante Andrés Manuel López Obrador al acercarse a la camioneta de Doña María Consuelo y en su mañanera calificó de hipócritas y conservadores a quienes hoy lo critican por ese casual encuentro con una mujer de 92 años.

El país vive una crisis sin precedentes con un dólar que en la víspera se vendía a 24.72 pesos en bancos con lo cual perdía un cuatro por ciento de su valor.

El clima adverso que se vive a nivel mundial ha llevado al peso a caer en un hoyo profundo mientras se cierran comercios, se paralizan las exportaciones y empieza a generarse una profunda recesión mundial

¿Qué vamos hacer?, me pregunta un maestro albañil de Chiapas quien dijo que la gente pobre no tiene para comer y, por tanto, deben salir a las calles a trabajar para llevar algo de alimentos a casa.

Un reporte de la Secretaría de Salud cifraba en 993 el número de casos de coronavirus en México con una cauda de 20 muertos y frente a lo cual las autoridades han reiterado un llamado a que los mexicanos permanezcan en sus viviendas para evitar una propagación acelerada del covid-19.

Lo que nadie ha explicado es sobre cuál es la situación que guardan las comunidades indígenas donde no la pasan bien por causa de la hambruna.

El último domingo cerca de 200 integrantes de diferentes coaliciones indígenas llegaron hasta Palacio Nacional para exigir apoyos económicos emergentes por la cuarentena pues de acuerdo con ellos el gobierno local les ofrece mil 500 pesos mensuales, lo cual resulta insuficiente y demandan cinco mil pesos.

Esta crisis global desatada por el coronavirus frenó al mundo. El poder político se arrodilló y el sector económico tiembla. El impacto es devastador.

Se ha generado una especie de alarma mundial y una psicosis generalizada. Millones de personas viven atemorizadas, algunos encerrados en sus viviendas en diversos países, otros secuestrados por la pobreza.

Este mundo es desigual y se ha visto. Millones de personas con poder adquisitivo compraron de todo: decenas de rollos de papel sanitario, mascarillas, gel, alcohol, despensas, carnes y atiborraron sus almacenes particulares.

Los más pobres no pueden ni comprar la comida del día. Y no es que sean irresponsables y no se hayan preparado para afrontar las consecuencias de esta pandemia. Es que sencillamente no tienen nada, ni en qué caerse muertos. Literal.

El progreso económico en el mundo muestra que, si bien hay menos personas que viven en la pobreza extrema, casi la mitad de la población mundial, es decir, 3400 millones de personas, aún tiene grandes dificultades para satisfacer necesidades básicas, según el Banco Mundial.

Vivir con menos de 3.20 dólares al día refleja las líneas de pobreza en los países de ingreso mediano bajo, mientras que 5.50 dólares al día representan el parámetro en los países de ingreso mediano alto.

La pobreza, al menos en Latinoamérica, abofetea a diario la conciencia de los gobiernos, pero muchos de estos viven en la opulencia y el despilfarro. México es un ejemplo de que la corrupción ha socavado las estructuras de las instituciones, que hay una cauda de millonarios pero pocos van a la cárcel por robarse el dinero de los más necesitados.

Nada ha cambiado. Poco cambiará a partir de hoy. Algunos creen que esta crisis es una gran oportunidad de aprendizaje y lo creo. Por lo menos hoy las familias, a la fuerza, están unidas. Los padres se quedan en sus casas y hacen la tarea con sus hijos y se prodigan amor, aunque sea temporal.

¿Pero qué hacer en un escenario incierto? ¿Quién producirá alimentos? ¿Se alargará la crisis sanitaria? Hay, desde luego, una legión mundial de hombres que producen, que están en las fábricas o en el campo llenando los graneros, engordando animales, pescando en los mares, produciendo frutas y verduras y medicamentos.

Debiéramos ser una sociedad más empática con ellos y menos pretenciosa. No somos nada si no vemos como una pandemia aleja de las calles a pandilleros, delincuencia organizada, tratantes de niños y mujeres, y traficantes de droga.

Lo que los gobiernos del mundo no han podido hacer, de poner orden, lo está haciendo el coronavirus al frenar el mundo.

Aunque sea por unos días la tierra descansará de los humanos. Los ríos no lucirán tan contaminados, el aire se limpiará, se podrá apreciar el canto de las aves y algunos, que sienten que podrían morirse pedirán perdón.

La sana distancia de no darse besos y abrazos ojalá no se prolongue porque podría deshumanizar a una sociedad que ha perdido, por ratos el horizonte. Claro que hacen falta más besos y más abrazos, y gobiernos más decididos a apoyar a los que nada tienen.

Es momento, según la psicóloga Claudia Tecglen, de relativizar y darse cuenta que hay que vivir cada día como si fuera el último, practicar “el presentismo”.

El día de hoy es lo único que tenemos seguro. Las personas hemos venido a este mundo a ser felices.

No suframos anticipadamente por problemas que todavía no han ocurrido.

 “La felicidad es una actitud que también se aprende”. No podemos cambiar los hechos, pero sí elegir nuestra actitud ante ellos.

¡Elijamos ser felices cada día!

Y sobre todo, seamos mejores personas.