Main logo

Privilegiar a las personas ante la pandemia

“Un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística”, atribuido a Iósif Stalin. | Octavio Díaz García de León.

Por
Escrito en OPINIÓN el

La idea: El gran ausente en la estrategia de atención a la pandemia en México es la realización de pruebas masivas. En otros países ha sido parte fundamental para contener el contagio y, cuando se han aplicado a tiempo, han dado resultados exitosos. Quizás es tiempo de aplicarlas aquí.

Alguna de las explicaciones que se han planteado para no aplicar pruebas masivas, es porque se está usando el modelo Centinela de detección de casos, un método estadístico para estimar el total de contagiados, el cual no da cifras precisas de infectados.

Esta estrategia pone la mira sólo en una parte del problema. Podría ser suficiente esta aproximación si el objetivo es tener una estimación gruesa del crecimiento del contagio para tomar decisiones en materia de capacidades de hospitales y medidas masivas de aislamiento.

Pero si de lo que se trata es cuidar a las personas con nombre y apellido, entonces las pruebas se vuelven un factor muy relevante.

La clave está en la perspectiva desde la que se mire al problema: centrada en la masa o centrada en la persona. La Madre Teresa aseguraba que, si ella se fijara sólo en las masas, no actuaría. Por ello, el enfoque debe ser centrado en la persona para dirigir la acción preventiva a ese nivel.

En el actuar del gobierno se puede tender a mirar a los grandes números. Bajo una estrategia de inmunización de grupo, a lo mejor al país no le pasa gran cosa si murieran entre 3.5 y 3.8 millones de personas en un país de 127 millones de habitantes.

Pero a nivel personal, ese número de defunciones se convierten en una tragedia de enormes proporciones. Además, implicaría que alrededor de 14 millones requerirían hospitalización, para lo cual no hay capacidad de atención, por lo que el número de muertos sería mucho mayor.  El costo emocional e incluso económico, sería incalculable.

Ante un fenómeno como el que enfrentamos donde no existe ni vacuna ni cura contra la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2, es inevitable que haya muertes. Pero si seguimos una estrategia con soluciones masivas e imprecisas, es más probable que el número de defunciones sea muy superior que con un enfoque de precisión basado en pruebas y geolocalización.

La experiencia internacional y la opinión de muchos expertos señalan que es el camino que México debería seguir. Actualmente nuestro país tiene la menor aplicación de pruebas en la OECD.

¿Por qué son importantes las pruebas? El virus SARS-Cov-2 es muy contagioso y lo hace sin que los que lo portan se den cuenta, sobre todo durante el período asintomático. En ese espacio de tiempo, si los portadores del virus no son personas cuidadosas y cumplen con el aislamiento o tienen necesidad de salir a trabajar, estarán inadvertidamente desparramando el virus.

Lo que interesa es saber quién porta el virus y dónde se encuentra de manera geolocalizable en todo momento, para aislarlo de inmediato, para identificar a quien posiblemente contagió y para aplicar estrictas medidas de confinamiento a esas personas. Sirve para individualizar la estrategia y dar atención personalizada a todos. Existe la tecnología mediante Apps para celulares y las pruebas para lograrlo.

El costo de las pruebas se ha abaratado y existen algunas que pueden llegar a costar entre 7 y 10 dólares. Digamos que aplicar pruebas al 10% de la población podría ser suficiente para aislar a los infectados y podría costar 130 millones de dólares. Cantidades manejables para el gobierno y que generarían un ahorro en vidas humanas y el poder regresar más rápido y de manera segura a trabajar.

Sin ellas, mucha gente no se sentirá segura para reincorporarse a sus labores y preferirán seguir confinadas. Las pruebas ofrecen la seguridad de que con quien interactuemos no nos contagiará inadvertidamente y regresará la confianza para realizar actividades normales.

En cuanto a la confiabilidad de las mismas es variable. Preocupan más aquellas que dieran un falso negativo porque dejaríamos sin confinar a infectados. Los falsos positivos sólo serían incómodos para las personas así diagnosticadas.  

Países como Islandia, Taiwán, Corea del Sur y algunos otros han demostrado que el aplicar pruebas es una estrategia sumamente exitosa que ha permitido contener los contagios y abrir sus economías de una manera segura.

El salvarse o morir de este virus es una lotería que depende de la reacción de cada cuerpo y de la atención médica la cual, de crecer el contagio, será muy difícil conseguir.

Aplicando pruebas y tecnología para geolocalizar a los enfermos permitirá salir del problema en el corto plazo y evitar la tragedia que significan cada muerte y no tratarlas como si sólo fueran una estadística. Es tiempo de aplicar la geolocalización y las pruebas en forma masiva.