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PRI: La guerra que ya está

La guerra por el poder no sólo está fuera de cada partido, también dentro de cada uno y el PRI ya tiene su propia guerra

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Escrito en OPINIÓN el

Hay una especie de malevolencia en la manera como se decidió llevar a cabo el proceso para elegir a quien será el candidato a la presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para las elecciones de 2018. Y la Asamblea XXII del PRI de agosto sólo fue el pretexto para anunciar el renacimiento del “dedazo institucional”.

Tal parece que habían pasado ya aquellos años en los que la lucha libre – máscara vs. Cabellera – se daba entre los integrantes del gabinete presidencial – priísta durante más de setenta años – porque todos querían ser y nada más uno podía serlo y a ese lo designaba ni más ni menos que el presidente de México que estaba por terminar: como hoy mismo.   

Se daba por hecho que al ser elegido como candidato ya se había conseguido la presidencia. Durante años esto fue así y tan es así que la gente de a pie, los electores de cada julio de cada seis años, acudían a la urna aunque con una gran carga de sarcasmo afirmaban que de antemano ya se sabía quién habría de ganar…

O bien, se decía que el único país en el que antes de las elecciones ya se sabía quién sería el presidente era México… Y así aquella historia que parecía ejemplo de la picardía mexicana, pero que en realidad era una tragedia para todos porque la democracia se resumía en un gran elector que marcaba rutas, caminos, nombres y hombres: el omnipresente presidente.

Luego en 2000 hubo alternancia. Llegó a presidente un partido conservador de oposición: el Partido Acción Nacional. Este postuló a un candidato lo mismo torpe como locuaz: Vicente Fox Quezada… y su luego esposa Martha Sahagún, ambos gobernaron al país. Y así se permitió. La  insipiente transición era al mismo tiempo sorpresa como inexperiencia política para todos aquí.

Luego ya se sabe, el PAN ganó las elecciones en 2006 y de nueva cuenta un gobierno conservador que al mismo tiempo nos mostró a un presidente cruel: Felipe Calderón Hinojosa. Al final de cuentas México comenzó a vestirse de color escarlata… como aún sigue.

Así que el PRI retomó el poder, no sin ciertas dudas porque otra oposición ya iba in crescendo desde muchos años antes; acaso desde que por alguna extraña razón “se le cayó el sistema” de conteo de votos al que por entonces era Secretario de Gobernación priísta, hoy senador del PT y ya miembro de la cúpula del partido Morena, de Andrés Manuel López Obrador.

Y decíamos que hay una especie de malevolencia cruel porque de antemano el presidente de México, Enrique Peña Nieto, sabe a quién mandará a ser el candidato priísta… al que le otorgarán todos los apoyos, recursos, estrategias y los aparatos del Estado para que sea el presidente, como ya se vio en el caso del Estado de México en donde el PRI no hizo chanchullo el día de las elecciones, pero sí a lo largo de los meses, semanas, días en una estrategia hormiga de repartir –involucrar – comprometer – garantizar facturas por pagar: prometer, prometer, prometer…

Y lo que sigue: ya está a la vista la rebatiña dentro del gabinete priísta por el poder: el “Songo le dio a Borondongo. Borondongo le dio a Bernabé…”

El Canciller mexicano, Luis Videgaray, dice que no quiere… o se sumerge en el mutismo que sugiere que no quiere y que se está haciendo a un lado en favor de su creación: José Antonio Meade Kuribreña, esto dicho por el mismo Meade cuando asumió como Secretario de Relaciones en 2012, luego de haber sido secretario de Energía con el gobierno panista de Felipe Calderón…

Pero en adelante sigue despejar caminos: unos quitando a otros. Y de ahí que de pronto hubiera una especie de campaña para despeñar a Miguel Ángel Osorio Chong de sus aspiraciones, aunque la orden presidencial es que sea un miembro del gabinete sin militancia priísta y Osorio ha sido del PRI por años, incluso gobernador del estado de Hidalgo.

Y luego otra campaña en contra de José Narro, el Secretario de Salud que algunos ven como el Sanders mexicano, no por su ideología progresista, sino por la edad. Y le dan y le pegan y le dicen y lo descalifican. El mismo Videgaray le habría dicho a Ildefonso Guajardo, Secretario de Economía, que no convenía apoyar a Narro para ser candidato priísta… que no tiene sentido.

Y así Videgaray interviene apoyándose en su gran cercanía con el presidente. El mismo que lo salvó del desempleo y del fuchi nacional luego de su metida de pata al traer a Donald Trump durante la candidatura de este y en momentos en los que con más vehemencia insultaba a México y a los mexicanos. La opinión pública estalló. Pero al poco tiempo Peña Nieto lo nombró Canciller de México, a pesar de que “no conoce del asunto y que tendría que aprender”, como ya se ve.

En fin, que se despeja el camino. ¿A quién? ¿No será que el mismo Videgaray despeja su propio camino? ¿O le despeja el camino a su gran amigo y muy seguro obediente de sus designios, José Antonio Meade? ¿O Aurelio Nuño, secretario de Educación?

Pues eso: que la guerra por el poder no sólo está fuera de cada partido, también dentro de cada uno y el PRI ya tiene su propia guerra. Crueldad de quien sabe quién será y deja que los otros se desgarren, se destruyan, se anulen, se hagan polvo, se hagan nada. Así las cosas ahí en ese “lugar sin límites” que es el PRI y el gabinete que parece del PRI pero que no es del PRI. 

@joelhsantiago