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PRI: el partido inútil

Por Roberto Rock L.

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Escrito en OPINIÓN el

No llega a una decena la lista sustantiva de acuerdos alcanzados en la Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), formalmente la principal entidad generadora de ideología y de contacto con el electorado dentro del oficialismo. 

En consecuencia, no parece haber motivo serio para suponer que exceda a los 10 minutos el rango de atención que un ciudadano promedio haya consagrado para enterarse de esos acuerdos, lapso suficiente para entender que nada tienen que decirle para su vida cotidiana, pues se trató, en todos los casos, de temas ligados con el jaloneo interno de las facciones en la cúpula partidista.

En los conclusiones presentadas, en los documentos difundidos, en los discursos que hicieron gastar tanto tinta y tiempo en los espacios tradicionales, se habló, en los hechos, de apenas un puñado de asuntos concretos: permitir candidatos externos, eliminar el requisito de 10 años de militancia para ser candidato presidencial, frenar los “chapulines” por la vía plurinominal, reivindicar las alianzas electorales entre partidos que tengan “afinidades políticas”; insistir en segunda vuelta, revocación de mandato, fin del fuero y otras medidas que ya están vigentes en muchos estados. 

Por encima de ello, proclamas desgañitadas, cuestionables capacidades de retórica; ideas deshilvanadas… el vacío.  

Si se juzgara por este balance habría que determinar que el PRI no aprovechó su asamblea - el máximo órgano de deliberación interna - para proponer un pacto al país, alinearlo con las tendencias que sacuden al mundo de la política, hacerlo presentar los nuevos escenarios y rutas para encararlos.

Debemos concluir que lo que Los Pinos y la dirigencia de Enrique Ochoa deseaban era una asamblea que no se saliera de control, que aprobara los temas que se precisaran y que no metiera al PRI y al gobierno en una crisis adicional de credibilidad. Esas metas fueron alcanzadas, pero a un alto costo.

Lo que el partido oficial parece haber hecho fue anticipar un divorcio. Hacia dentro, según estén los grupos cerca o lejos del presidente Peña Nieto y con los ciudadanos, habida cuenta de que podría volver a ser echado de Los Pinos. Quizá incluso los jerarcas del priísmo se precipitaron y lucieron codiciosos de las migajas que puede dejar su próximo naufragio. 

Excedería el espacio del que puede disponer este texto enlistar algunas de las cuestiones que la asamblea del PRI despreció durante todos los meses que sus integrantes en el país dicen consumido en debatir documentos a nivel municipal, luego en el estatal; entre 10 mil delegados en cinco mesas de trabajo; ahora ya en una mesa de conclusiones integrada por 100 priístas distinguidos, lo que irá a dar al Consejo Político… y así hasta la náusea.

El PRI, sin duda el partido con mayor infraestructura y tradición, nos quedó a deber una postura con rumbo a la renegociación del TLC, el acuerdo que resume todo un proyecto de nación y un modelo de desarrollo para el país. 

Nos pudo haber aportado con sus intelectuales “orgánicos” una reflexión sobre lo que le está pasando en todo el mundo a los partidos tradicionales y por qué los ciudadanos se están apartando de ellos en forma acelerada, optando por alternativas de nuevo cuño, casi siempre con el perfil anti-sistema.

El largo etcétera en la columna de adeudos de la asamblea destacará ciudadanos que ya han asumido no como un fenómeno de desviación del sistema, sino el sistema mismo. Ningún partido debería engañarse: el que no tenga ideas y compromisos en la agenda anticorrupción, que ni se presente en las urnas el próximo año.

Pero acaso el mal mayor que puede causar la anodina asamblea priísta es vaciar de contenidos y representar un lastre para su próximo candidato presidencial, sea quien sea. 

¿Qué banderas de reivindicaciones en favor de la sociedad, con cuáles plataforma de debate ciudadano podría levantar José Antonio Meade – conocedor de los temas financieros y de desarrollo social -, si es elegido por el presidente Peña Nieto para intentar ganar la presidencia del país en 2018?

¿Qué propuestas de la asamblea podía recoger Aurelio Nuño para ofrecer al país una versión del mundo que ya está aquí, si el actual secretario de Educación es postulado gracias a su notable cercanía personal con el presidente Peña Nieto? ¿Qué opinará Nuño, politólogo egresado de la Universidad de Oxford, sobre las conclusiones aportadas por la mesa “Visión del Futuro”, que en la asamblea propuso seguirse guiando por las “convicciones partidistas que nos han marcado el rumbo siempre… ”?

 ¿Qué compromisos puede recuperar Miguel Ángel Osorio Chong si es el candidato del PRI para ofrecer, con base en tomas de postura de la asamblea priista, un gobierno menos corrupto?

En las semanas por venir podremos comprobar que la asamblea del PRI será procesada dentro y fuera del partido oficial como un trámite que era importante celebrar, pero sin trascendencia mayor que ese solo hecho. Estaremos entonces en la condición de comprender que se trató de una asamblea inútil para los efectos de trascendencia que legítimamente se esperaban de ella. 

robertorock@hotmail.com

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