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Presupuesto federalista

El Presupuesto de 2021 será recordado como un retroceso para el pacto federal. | Marco Adame

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Escrito en OPINIÓN el

El presupuesto de egresos es el principal instrumento de política pública de un país y, con mucho, la decisión más importante que toma la Cámara de Diputados como facultad exclusiva. Por desgracia el Presupuesto para el 2021 será recordado como un retroceso para el pacto federal y como el cumplimiento de caprichos por encima de las necesidades sanitarias, económicas y sociales más apremiantes de la población ante la crisis causada por la pandemia del covid-19. 

Como en los viejos tiempos del priismo, la mayoría artificial de Morena y sus aliados aprobó la propuesta del ejecutivo prácticamente sin cambios. De las más de mil reservas sólo aceptaron nueve que eran de ellos mismos y bajo la falacia de que las otras propuestas buscaban “defender privilegios” las rechazaron sin discusión y pasando por encima de las minorías parlamentarias.

El presupuesto aprobado es centralista y contrario al federalismo garantizado en nuestra Constitución. Mientras que la reducción del gasto del gobierno federal será de sólo 0.3%, el gasto federalizado se reducirá 5.5% en términos reales, lo que representa más de 108 mil 500 millones de pesos.

Mientras tanto los ganadores serán los “elefantes blancos” del presidente; mega obras inviables y no prioritarias como el “Tren Maya”, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, que recibirán 102 mil millones de pesos. A lo que habría que sumar también los tres mil 508 millones de pesos para el Bosque de Chapultepec. 

También habrá retrocesos en el acceso a la salud después de que Morena y sus aliados quitaron 33 mil millones de pesos del Fondo de Salud para el Bienestar. Dinero que estaba destinado para apoyar a la población más pobre al enfrentar las 66 enfermedades que implican gastos catastróficos como el cáncer de mama, el cáncer cérvico uterino y el linfoma no Hodgkin entre otros. Los diputados de la mayoría pretextaron que utilizarían el dinero para la compra de la vacuna del covid-19, pero la realidad es que en el Presupuesto de Egresos en ningún lado se etiquetó el dinero para la compra de la vacuna.

Lo aprobado tampoco es popular. Prefirieron financiar programas opacos y electoreros, a apoyar la economía de las familias que cayeron en desgracia económica por la pandemia mediante un Ingreso Básico Universal para Emergencias o el apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas para evitar que éstas quebraran y salvaguardar con ello los empleos. 

Es inconcebible que mientras que los países del mundo se preparan con medidas fiscales anticíclicas y alianzas comerciales para defender a sus empresas y economías, en nuestro país el gobierno federal siga viendo a las empresas como el enemigo y les niegue el mínimo apoyo.

Tan sólo este 15 de noviembre se firmó en Hanoi el mayor acuerdo de libre comercio del mundo, que involucrará a 15 países de Asia y el Pacífico; y abarcará el 47% de la población mundial, el 32.2% del PIB mundial y el 28% del comercio mundial. El acuerdo incluye a China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, además de los diez países de la ASEAN (Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Myanmar, Camboya, Laos y Brunei).

Por su parte los países de la Comunidad Europea siguen impulsando el consolidar la relación comercial con los Estados Unidos. Y sólo se está a la espera de que asuma el nuevo presidente electo norteamericano para avanzar en el levantamiento de las barreras comerciales.  

Es urgente en nuestro país un cambio de estrategia, pues no se puede seguir dando la espalda a las empresas. Y en particular es importante garantizar los recursos económicos para que los estados y municipios puedan hacer frente a las consecuencias de la pandemia. 

Se debe tener en cuenta la situación económica mundial y abrirse a las propuestas de expertos internacionales, como las que se hicieron durante el más reciente seminario de la CELAM sobre los escenarios ante la pandemia; donde se propuso impulsar una nueva bio-economía y trabajar por la sustentabilidad y la restauración ecológica. 

No podemos seguir bajo modelos económicos del pasado que no concuerdan con la realidad actual. La inversión privada no es el enemigo, es parte de la solución para fomentar el empleo y el crecimiento económico. Es tiempo de apoyar a las empresas nacionales. El no entender que los tiempos han cambiado, especialmente tras la crisis causada por el covid-19, puede ser fatídico para nuestro país.