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Predecir el futuro

¿Qué tan sólidas son las previsiones estadísticas? Pues diríamos que la evidencia muestra que no lo son demasiado. | Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

Es confuso saber el origen real de una frase célebre, pues muchas veces la referencia se pierde en el olvido y se atribuye como creación de alguien que solamente la repitió o que incluso nunca la dijo. Ese es el caso del dicho de que “hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro“. Hay fuentes que afirman que fue el físico Niels Bohr quién primero la dijo, pero hay citas que apuntan a un origen remoto, de más de una centuria, salida de la boca de algún danés, sea poeta, político o hasta cómico. Lo único cierto es que la frase apunta a la verdad: hacer predicciones es algo difícil, sobre todo cuando éstas apuntan al futuro.

La vuelta a la normalidad

Todo esto viene a cuento por aquello de cuándo se llegará al semáforo verde en las distintas entidades federativas del país, y con ello se permitirá el retorno a actividades escolares presenciales por un debilitamiento de la manifestación cuantificada de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2. Un decir, una estimación casi al vuelo del vocero oficial del gobierno sobre esta pandemia, el doctor Hugo López-Gatell, llevó a muchos medios y público atento a creer que existía certidumbre respecto a los tiempos, que para octubre —máximo noviembre en algunos casos— se alcanzaría el verde en el semáforo y se permitiría el retorno a las actividades escolares. Pero luego vino la precisión desde la fuente original: no se trata de un presagio, no es algo ineludible, es un mero cálculo que parte de considerar como dadas condiciones que debieran cumplirse para que ello ocurra, que podrían resumirse en que la movilidad social u otros factores no eviten un descenso estadísticamente esperado de los indicadores que determinan el color del semáforo.

La previsión del comportamiento

Pero, ¿qué tan sólidas son estas previsiones estadísticas? Pues diríamos que la evidencia muestra que no lo son demasiado. Ni los modelos de estimación más usados en epidemiología, los de tipo compartimental, han resultado acertados en la previsión de los niveles de contagios esperado por covid-19, ni los modelos más de corte estadístico tipo Gompertz han logrado dar certidumbre sobre totales de contagios o fechas en que se alcanzará un avance significativo de la pandemia que permita hablar del cierre de este ciclo de contagios, al situar dicho punto primero hacia finales de este año, luego alejarlo hasta más de un año, para ahora regresar a inicios del año próximo. Y por sus dichos, pareciera que el doctor López-Gatell no se deja guiar por estos cálculos. Los modelos disponibles, cuando no son resultado de modelos de ajuste estadístico polinómico, suelen prever una curva que asciende y luego baja, tal vez con ritmo distinto, pero con una sola joroba, cuando sabemos que una pandemia como la que vivimos puede tener fases de subida y bajadas en repetidas ocasiones por múltiples factores. Y también sabemos del elevado riesgo de una apertura escolar precipitada: elevar los contagios de los infantes y con ello nuevamente los de toda la población, lo que debiera evitarse a toda costa, a pesar del alto costo de postergar el retorno a clases regulares.