Como no había ocurrido en los últimos 25 años –casualmente en la vida del PRD-, hoy le viene como anillo al dedo el viejo letrero que anuncia los lugares en construcción en donde se requieren rellenar huecos con cascajo.
Y es que en medio de la crisis que vive el PRD, se han planteado las más disparatadas propuestas para buscar el nuevo dirigente de ese partido.
No faltan los “descocados” que dicen que debe volverse a la unidad de las izquierdas y que, para ello es necesario el regreso de “figuras” como las de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y hasta Marcelo Ebrard.
Es decir, que abundan quienes están dispuestos a colocar en la fachada del PRD la vieja manta que reza “se recibe cascajo”, a propósito de todos esos líderes.
Pero hay otros que proponen un dislate peor: Regalarle el partido a una figura externa –con todo lo que quiera decir figura externa-, para tratar de vender la imagen de que el PRD es un partido nuevo, moderno, limpio, sin mancha y que merece la confianza del “respetable”.
Regalar el PRD a un “externo” es imaginar el viejo letrero de “se recibe cascajo”, pero en sentido contrario.
Dicho de otro modo que si piensan regalar el partido al primer externo que les “dore la píldora” equivale suponer que el PRD es parte del cascajo. Sólo así se explicaría tal despropósito.
Sin embargo, hasta el momento pocos se han aproximado a la crisis de fondo. ¿De qué estamos hablando?
Elemental. Si vemos la lista de aspirantes a la dirigencia del PRD podremos comprobar que el partido emblema de la llamada izquierda mexicana fracasó en la construcción de cuadros, dirigentes, y figuras capaces de conducir al PRD.
Peor aún si se confirma que los dirigentes amarillos están buscando a un líder externo. ¿Qué quiere decir lo anterior?
Está claro que significa el fracaso de la cantera perredista.
Es decir, que resulta penoso que a pesar de que se trata del tercer partido de importancia y capacidad de votos, el PRD no tiene un solo cuadro creíble, confiable, y que convoque a la confianza ciudadana y eso, aquí y en China, se llama fracaso.
Al tiempo.