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PRD: La repartición de culpas

Navarrete y demás jesuses podrán decir misa pero su alineación dejó una brecha para que Morena se diferenciara con toda facilidad del PRD.

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Escrito en OPINIÓN el

Seguramente que Carlos Navarrete jamás imaginó que la conversación en la que afirmaba que el PRD perderá la Ciudad de México en el 2018 terminaría siendo el ocho columnas de uno de los periódicos más importantes del país, sin embargo, puedo aventurarme a decir que sí tenía un objetivo muy claro al hacer esos comentarios (no fue verborrea pura, como piensan algunos): El presidente de (lo que queda del) “sol azteca” buscaba, anticipadamente, deslindarse de la debacle que se veía venir en su principal bastión.

 

Con poca pericia pero sin ninguna ingenuidad, Navarrete pretendía culpar del naufragio, en primer lugar, a la cerrazón del partido y sus corrientes en el DF y, más importante aún, al jefe de gobierno, Miguel Mancera y su liderazgo (o la falta de él). ¿Para qué? Para no aceptar el desastre que ha sido su gestión al frente del PRD y, sobre todo, el impacto de la política pactista que la cúpula nacional de ese partido adoptó en este sexenio.

 

En realidad, Navarrete y demás jesuses podrán decir misa pero su alineación (supuestamente estratégica) con el Gobierno Federal dejó una brecha para que Morena se diferenciara con toda facilidad del PRD. Por supuesto, esa alineación alcanzó todos los niveles: El Gobierno del Distrito Federal se echó también en brazos del PRI. Recuerdo a las ovejas caminando felices al matadero, por ejemplo, a Joel Ortega tomado del brazo de Manlio Fabio Beltrones antes de la primera sesión de la Comisión Especial en la que lanzó fervorosamente los misiles del gobierno local hacia Marcelo Ebrard. Esos obuses volvieron en su contra, aunque lo nieguen.

 

A la hora de los hechos, el Gobierno Federal se preocupó por lo suyo: Ni Reforma Política del Distrito Federal ni aumento al salario mínimo. Vaya inocencia de quienes pensaron que les cumplirían. Igual que la de los chuchos al pensar que el electorado guerrerense les perdonaría Iguala, aunque Fernando Belaunzarán culpe a Luis Walton de una supuesta división de las “izquierdas”, como lo hace Mancera en la Ciudad con Morena.

 

¿Pero quién dividió a las “izquierdas”? Quienes decidieron participar en el Pacto por México. Y no haré aquí un argumento ideológico, simple y sencillamente un hecho: Con esa decisión marginaron a los grupos que estaban en desacuerdo, dentro y fuera de su partido, por ejemplo, a Movimiento Ciudadano, al que ahora le reclaman parte de las derrotas amarillas. ¿Por qué Movimiento Ciudadano habría de haber participado en una alianza con un antiguo aliado que lo traicionó y dejó fuera? La respuesta es elemental, mi querido Watson.

 

Otro en salir a toda a prisa a deslindarse de la derrota fue el presidente capitalino del PRD, Raúl Flores, quizás llevando también la voz del dirigente real del PRD en la Ciudad. Quien a penas días antes promovía un ambiente electoral tenso y violento, pregonaba “carro completo” y anunciaba ganadores con base en encuestas a todas luces fabricadas en conjunto con el periódico–dirigido desde el Antiguo Palacio de Ayuntamiento– que ha hecho de la sinrazón su política editorial. “¡Fueron Bejarano y Rosa Icela!”, gritó a los cuatro vientos. No fue quien se dedicó a construir un control absoluto del partido a base de marginar al resto de su militancia y, sobre todo, a la ciudadanía; tampoco fueron quienes promovieron que diputados de distintas corrientes y partidos abandonaran sus filas para unirse al bloque “vanguardista” (ahora son la vanguardia de la retaguardia, sí señor).

 

El último en deslindarse (bonito deporte nacional: yo también me deslindo) fue el jefe de gobierno: “Me dividieron mis izquierdas”, o algo así. Cero autocrítica, otro deporte nacional. Las izquierdas se dividieron solas y la administración de la Ciudad nada tuvo que ver con ello. Qué difícil papel el de ser espectador desde las alturas del poder. Tampoco tuvieron nada que ver la persecución contra la gestión anterior (para la que, por cierto, trabajó gran parte de la actual). Mucho menos el deterioro del Metro (yo me subo todos los días, no me salgan con que ya estaba así porque me consta que está mucho peor que antes), o el encontronazo permanente con vecinos inconformes por obras como los deprimidos de Mixcoac, o la escandalosa corrupción de algunos funcionarios capitalinos. Esas son puras mentiras, el jefe ni andaba ahí.

 

Afortunadamente no todas son malas noticias perredistas (o petistas, que esas ya ni para qué llorarlas). Sí, se les cayó el teatrito a los amarillos pero en Jalisco ganó un personaje de primera, Enrique Alfaro, y no sólo ganó, arrasó con más del 50% de los votos y se llevó además alcaldías emblemáticas como Zapopan. También, por primera vez en la historia, un partido progresista superó el 10% de los votos en Nuevo León, donde además ya no gobernará la “partidocracia” (ojalá “El Bronco” esté a la altura del desafío). ¿Habrá “unidad de las izquierdas” para 2018? No lo creo, no por el momento. En Morena por lo pronto ya tienen su apuesta; Movimiento Ciudadano también consolida su estrategia.

 

Una última mala noticia para el PRD: Hacia 2018 las cosas se ven mucho peor. Si la estrategia es la repartición de culpas, es momento de intensificarla.

 

@r_velascoa