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Por una vejez esperanzadora

Los adultos mayores mexicanos pasaron de ser el 6.2% del total de la población en 2010, al 7.2% en 2015.

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Escrito en OPINIÓN el

La población del mundo está envejeciendo, para 2050 habrá dos mil millones de personas mayores en todo el planeta (el 65% de ellas se ubica en países de desarrollo)[1] y las mujeres mayores continúan superando en número a los hombres, de tal suerte que la brecha entre los géneros se amplía con la edad.[2]

 

Los adultos mayores mexicanos pasaron de ser el 6.2% del total de la población en 2010, al 7.2% en 2015, de acuerdo al INEGI, con lo que se confirma que México está convirtiéndose un país de personas mayores. El fenómeno de envejecimiento de la población es un indicador positivo de los logros alcanzados por los avances tecnológicos y médicos, la cobertura de la salud y el desarrollo económico de los países; no obstante, este aumento de la esperanza de vida no implica, necesariamente, mejoras sustanciales en la calidad de la existencia de esas personas.

 

Generalmente el envejecimiento se ve acompañado por el deterioro gradual de las condiciones de salud física y mental de las personas mayores, lo que involucra un consecuente aumento de enfermedades crónicas; más aún al no tener oportunamente las intervenciones y medicamentos que se requieren, estas condiciones pueden provocar  limitaciones e incluso una gradual pérdida de autonomía, lo cual en muchas ocasiones llega a causar restricción de las capacidades físicas o mentales que les impiden llevar a cabo las actividades necesarias para  mantener una vida independiente, problema con el que día a día deben lidiar  gran parte de nuestros adultos mayores.

 

Del total de hombres y mujeres, el 10.6 % superan la edad de 60 o más años de edad y requieren que en nuestra carta magna exista una disposición específica mediante la cual se le otorguen derechos preferentes y una protección especial, derivado de su condición de grupo vulnerable.

 

Es indudable que a partir del cumplimiento de cierta edad, a un buen porcentaje de personas se nos complica conseguir un empleo digno y bien renumerado, lo que incide invariablemente en problemas de diversa índole, y entre más pasa el tiempo, la edad termina siendo un enemigo muchos aspectos de la vida.

 

Para un adulto mayor, la falta de atención oportuna en problemas de salud, en oportunidades laborales, sociales y las de inclusión, representan un problema que no debemos dejar de lado, es por ello que se les debe dar una atención preferente en todas y cada una de las actividades que realiza el estado, como ente que proporciona servicios a la población, y determina las políticas públicas que se llevaran a cabo en nuestro país.

 

En congruencia con lo anterior, se elaboró la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores (2002) la cual en su artículo 4° establece principios rectores en la observación y aplicación de esta Ley: la autonomía y autorrealización, la participación, la equidad, la corresponsabilidad y  la Atención preferente.

 

De tal manera, que recientemente propuse la adición de un nuevo párrafo al artículo 4 Constitucional, ortorgando la obligatoriedad para que el estado proporcione atención preferente a los adultos mayores, siendo corresponsable con la sociedad y la familia de la protección de las personas adultos mayores, así como  también a promover su integración a la vida activa comunitaria, con esta propuesta, espero fervientemente, poder garantizar que nuestros adultos mayores cuenten con las herramientas jurídicas necesarias para disfrutar de una vida plena, con la seguridad de tener el apoyo del gobierno federal; pues si bien existen pocas cosas certeras en esta vida, y una de ellas es el proceso de envejecimiento, un destino hacia el cual absolutamente todos vamos, y que mejor que llegar a esta gran edad con sabiduría, salud, confianza y oportunidades de trabajo.

 

@LopezBrito_ 

@OpinionLSR

 

[1]  ONU, World Population, Ageing, Nueva York, 2009 (ESA/P/WP/212).

[2]CEPAL Y CELADE, El envejecimiento y las personas de edad. Indicadores sociodemográficos para América Latina y el Caribe, Santiago, 2009, pp.13 y 14, CEPAL. Los derechos de las personas mayores, 2011, P .7.