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OPINIÓN

¿Por qué la UNAM?

Ante los ataques del presidente López Obrador a la UNAM hay varias preguntas. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

En diciembre del 2000 se celebró una reunión de rectores de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). Ya por la noche un par de reporteros esperaba pacientemente la salida de los titulares de decenas de universidades y altos funcionarios de las casas de estudio.

Poco a poco, al salir, un rector de una universidad de un estado del norte se enfiló hacia uno de los periodistas y le estiró la mano para saludarlo, pero en la palma de la mano llevaba unos billetes. El joven periodista se percató y eludió el saludo. Un alto funcionario de una universidad pública de la Ciudad de México se dio cuenta del hecho. “Es que piensa que todos son así”, dijo a manera de disculpa, aunque era a todas luces inconcebible.

Las universidades han sido espacio perfecto para la corrupción. Daniel Patricio Moreno, del Observatorio de la Corrupción e Impunidad, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, describió (Las Universidades Públicas dentro de la Estafa Maestra | Observatorio de la Corrupción e Impunidad (unam.mx):

“La presunta participación de ocho universidades públicas en el caso conocido como la Estafa Maestra, es decir, en el desvío multimillonario de recursos públicos en el Gobierno Federal, representa un caso significativo de corrupción en México, no solo por la magnitud de los montos involucrados, sino porque las instituciones de educación superior fueron parte fundamental del engranaje que hizo posible el desvío de recursos”.

De acuerdo con este análisis, en Tabasco estaba el mayor número de universidades implicadas en la Estafa Maestra, pero ocurrió mientras fueron gobernadores personajes emanados de dos partidos distintos: “uno afiliado al PRI y, la otra, por un gobernador del PRD, cada uno de los cuales nombró a rectores con los que compartían afinidad política”.

Además, se encontró que varios rectores señalados ocupan cargos públicos en los estados donde se encontraban las universidades que encabezaron.

Para colmo, fue evidente que los órganos de control universitario no lograron inhibir o corregir los actos de corrupción. Cabe mencionar que no fue Andrés Manuel López Obrador quien denunció la Estafa Maestra, fueron periodistas.

Historias hay muchas. Por ejemplo, en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) es conocido el grupo que se ha apoderado de la misma desde hace décadas, encabezado por Gerardo Sosa Castelán, motejados como “La Sosa Nostra”, y descritos profusamente por el fallecido periodista hidalguense Miguel Ángel Granados Chapa.

Lo curioso es que personajes vinculados a ese grupo han sido candidatos y hasta alcanzado puestos de elección popular de la mano de Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En 2011 se suscitó un debate en torno a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, creación de López Obrador como jefe de gobierno capitalino. En una carta que reprodujo La Jornada, enviada por Manuel Pérez Rocha, primer rector de esa institución y que lo fue por nueve años, a la entonces rectora Esther Orozco, expuso:

“(Esther Orozco) has ocasionado un daño irreparable a la institución, haciendo acusaciones públicas generales y abstractas a los maestros, con lo que pagan justos por pecadores. Has hecho un daño enorme a los estudiantes ¿cómo van a conseguir trabajo si llevan un título que expidió una universidad que su propia rectora dijo que es un fraude y que los alumnos tienen un ‘pésimo desempeño académico’?”

En 2020 un reportaje de Reforma titulado “Sale cara la UACM y sus alumnos no rinden” provocó una furibunda respuesta del mismo Pérez Rocha en tres artículos publicados en La Jornada para desacreditar el trabajo periodístico. Hoy, a ciencia cierta, no hay claridad en torno a los egresados de la UACM, que fue fundada en abril 2001 y que en su vigésimo aniversario no mereció ni una mención en las “mañaneras” de López Obrador.

Algunas otras historias universitarias son, por decirlo menos, peculiares. En su número del 12 de enero de 2016, el semanario Ríodoce tituló así su reportaje central: “En el campus de la UAS, pacto entre Sean Penn, Kate del Castillo y el ´Chapo´ Guzmán”.

Del escándalo por la entrevista entre el actor estadounidense Sean Penn con Joaquín ´El Chapo´ Guzmán y que se publicó en la revista Rolling Stone el 2 de octubre de 2015 derivó la investigación del semanario sinaloense que descubrió que el encuentro de celebridades con el capo del narcotráfico ocurrió en instalaciones de una reserva ecológica de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

“Los dos y sus ´colaboradores´ fueron guiados en un tour por la Reserva y se dijo que Guzmán Loera se quedó maravillado con una gran jaula instalada para la protección de guacamayas. Después del recorrido comieron mariscos y carne asada”, reseñó el semanario.

En Recovecos de septiembre de 2019 se describió que desde 1919, la UNAM ha tenido 33 rectores y que 26 de ellos han ocupado cargos de nivel secretario de Estado en distintos gobiernos, desde el PRI, PAN y hoy en Morena.

Pongamos en contexto: La Universidad Nacional cumplió 470 años de existencia y un poco más de 100 años como la conocemos hoy. Hubo épocas oscuras en las que, por ejemplo, las mujeres estaban fuera de su órbita.

Los premios Nobel que ha tenido México pasaron por sus aulas, Octavio Paz, Mario Molina y Alfonso García Robles.

Un dato histórico: Joaquín Eguía, primer rector de la Universidad en 1910, fue director del Registro Público de la Propiedad en 1874. El último rector con puestos relevantes en el gobierno fue José Narro Robles, secretario de Salud, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, incluso peleó por la dirigencia nacional del PRI, partido a cuya militancia renunció en 2019.

Guillermo Soberón, fue secretario de Salud; Jorge Carpizo fue titular de Gobernación y de la Procuraduría General de la República; Juan Ramón de la Fuente fue secretario de Salud y hoy es representante de México ante la ONU; Manuel Gómez Morín fundó el Partido Acción Nacional y logró la autonomía de la UNAM; José Sarukhán, fue comisionado de Desarrollo Social; o José Vasconcelos, ministro de Educación.

El rector Enrique Graue no pasó por ninguna oficina gubernamental y toda su actividad se ha desarrollado en el sector privado y en la academia en la misma UNAM.

Para una serie de reportajes sobre los 50 años de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, La periodista Teresa Moreno reveló en El Universal que Graue protestó en contra de Gustavo Díaz Ordaz, en el movimiento estudiantil de 1968. “Estuve en numerosas marchas y protestas (en contra de Díaz Ordaz) como uno más de muchos”, le confió a Moreno. Era entonces alumno Escuela Nacional Preparatoria 4.

En el 450 aniversario de la UNAM entrevisté al entonces rector Juan Ramón de la Fuente, así como a los exrectores Guillermo Soberón, Octavio Rivero, Jorge Carpizo, José Sarukhán y Francisco Barnés de Castro. Con una visión autocrítica de la Universidad Nacional, reconocieron fallas en la máxima casa de estudios y la necesidad de actualizarla. De la Fuente pugnaba por un Congreso Universitario, a lo que se oponía Soberón.

Rivero, además de clamar por respetar la autonomía universitaria, dijo entonces que “hay quienes creen que convertir a la Universidad en una institución populista va a ser útil, pero quienes piensan eso son los verdaderos enemigos de la Universidad. La Universidad debe servir para formar cuadros de excelencia, aunque a algunos no les guste”.

Sarukhán y Barnés reconocieron que, desde el poder, en particular desde la Presidencia y secretarías de Estado, hubo presiones, intromisiones... o una “buena relación”.

Fue Soberón quien contó:

“La tarde del 6 de diciembre de 1976 ya habían transcurrido varias horas de conversación en la residencia oficial de Los Pinos entre el presidente José López Portillo y el rector (Guillermo Soberón). ´Ante los problemas que veo en México, para que yo pueda actuar necesito la confianza de su sociedad y un punto muy importante es la Universidad Nacional. Si la Universidad tiene confianza en su rector, entonces quiero que usted siga siéndolo´, dijo el presidente”.

Y agregó López Portillo: “´Fui egresado de la Universidad y profesor universitario. Por eso, como un universitario más le pido que continúe en esa responsabilidad y haga honor a la confianza que le tiene la comunidad universitaria”.

Soberón dijo: “Si se lo pide el Presidente de la República uno no puede ser tan necio, o sí se puede, pero accedí a continuar en un segundo periodo al frente de la Rectoría”.

Hoy que Andrés Manuel López Obrador critica como presidente a la UNAM cabe la pregunta: ¿Por qué a la UNAM?

No es tarea del presidente de México “sacudir” a la UNAM de “neoliberalismo”, la autonomía universitaria y la libertad de cátedra no están en su área de responsabilidad. Lo que se espera es que actúe, por ejemplo, contra los narcos que se apoderan de los espacios universitarios, áreas llenas de narcomenudistas contra las que el gobierno federal no hace nada.

Lo cierto es que la UNAM cumplió el mes pasado 470 años de historia y el sexenio de un presidente dura seis años. Y a este le restan tres.

Punto y aparte. Diversas voces en la UNAM hablan de extraños movimientos que acosan a diversos directores de escuelas y facultades, sobre todo de Ciudad Universitaria, con señalamientos sin comprobar. Algunos temen que se empiecen a gestar “paros” en la máxima casa de estudios. ¿De quién es la mano que mece esa cuna?

Punto final. En el PRI hay zozobra por las vacilantes posturas de Alejandro “A(m)lito” Moreno de cara a la reforma en materia eléctrica del presidente López Obrador.