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¿Por qué debemos ver el #PrimerDebatePresidencial?

El #PrimerDebatePresidencial será un encuentro inédito. La dinámica de interacción podría convertirlo en el evento más atractivo del primer tramo de las campaña

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Escrito en OPINIÓN el

El esfuerzo que ha realizado el Instituto Nacional Electoral (#INE) para dar un giro de 180 grados a la historia de los debates presidenciales tiene todo para ganar. Su objetivo principal es evitar "intervenciones memorizadas, discursos secuenciados o evasivas deliberadas".

Un modelo totalmente nuevo

Con excepción de algunos candidatos que lograron superar durante este tiempo las limitaciones del formato por su audacia y habilidades retóricas, la mayoría de los debates fueron calificados como ejercicios "rígidos, planos y acartonados". Las condiciones para generar el cambio quedaron establecidas con el nuevo formato aprobado.

Los debates presidenciales en el tiempo, a 24 años

El próximo domingo veremos 120 minutos intensos y llenos de emoción. La candidata y los cuatro candidatos tendrán una verdadera oportunidad de confrontar sus posiciones, establecer sus diferencias y demostrar su capacidad de convencimiento. Quien no aproveche la oportunidad para sacar ventaja de las características de interacción del formato, perderá el #debate.

Una audiencia sin precedente

Es altamente probable que registre ratings, visualizaciones, interacciones y conversaciones en las #RedesSociales que rompan algunos récords en la historia de la #ComunicaciónPolítica de nuestro país. Por el interés que ya despertó en la mayoría de los medios de comunicación, veremos también una gran cantidad de mesas de análisis, entrevistas y encuestas durante los días siguientes.

Televisa y TV Azteca difundirán los tres debates presidenciales

Habrá debate "hasta en la sopa"

Sin embargo, se hablará poco de las propuestas. En la historia mundial de los debates ha quedado claro que el atractivo principal del evento, lo que más se comenta y lo que más se recuerda son las frases de ataque o de defensa. Para decirlo en otras palabras, no gana quien  presenta las mejores propuestas, gana quien con la retórica logra someter o exhibir a su adversario.

Si la técnica del entrenamiento es buena, no es necesario presentarse como el más bravucón porque no se trata de una pelea callejera. Tampoco conviene evadir el ataque, ignorar a los demás o desaprovechar el tiempo. Mucho menos tratar de convertirse en víctima. Lo más difícil será entender la diferencia entre los argumentos de contraste (¿por qué soy diferente a mi adversario?) y la violencia verbal.

Parece sencillo, pero algunos todavía no lo tienen claro

Las deficiencias sobre este punto han quedado registradas en los debates organizados por la radio y la televisión, en los que han participado los voceros y representantes de la candidata y los candidatos. Muchos de ellos siguen pensando que la esencia del debate es el pleito, la descalificación del contrario y la agresión.

Así solo se pierde o debilita la esencia del debate. En el nuevo ecosistema de comunicación se han derribado varios mitos sobre este tipo de encuentros. Pongo el énfasis en los tres más importantes. Uno, “a quien va ganando no le conviene arriesgar demasiado y, por lo tanto, debe ignorar a sus detractores”. Dos, “si vas abajo, pégale a tu rival que va arriba”. Y tres, “no le pegues tú directamente al puntero, deja que otro haga el trabajo sucio por ti”.

Hoy, el paradigma para ganar es otro

Aunque parezca obvio, el mejor método consiste en dialogar abierta, directa y frontalmente. Es preciso ser proactivo y defenderse con habilidad. La sencillez y capacidad didáctica para convencer al espectador son esenciales. Los mejores argumentos dejan en segundo plano los adjetivos. Las evidencias y datos duros —en uno y otro caso— deben ser la fuente principal del mensaje.

Decir frases "de impacto" es obligado. Pero hay lecciones que muchos no han aprendido. Ciertamente las ofensas y agresiones son noticiosas. Lo malo es que siempre resultan contraproducentes para quien las utiliza. La reiteración de los mensajes centrales es indispensable. El conflicto no debe evadirse, pues es el alma del debate. Por el contrario, hay que crearlo. A final de cuentas, es lo que despierta el mayor interés de la gente y la razón por la que se llama su atención.

Denunciar al adversario con evidencias es otra posibilidad

El escándalo podría convertirse en la nota principal del postdebate. Un evento así sería la única posibilidad de modificar las intenciones de voto por más de tres puntos porcentuales. En el actual escenario, la posibilidad de debilitar al puntero o a quien estorba en el camino con esta táctica es alta y no se debe descartar.

¿Debate o espectáculo político?

El mayor y mejor espectáculo de la política

Los formatos que propuso el #INE son buenos, pero tendrán todavía varios problemas. El más importante es que están inspirados en el modelo estadounidense. Nuestra cultura es diferente y no será fácil adaptarnos, sobre todo porque el principio de equidad y el #DerechoALaInformación los han saturado de temas. La situación se complica más por el número de candidatos que participarán.

Cinco personajes en un mismo espacio son demasiados. A pesar de todo, los tres debates programados para esta contienda serán los mejores de los últimos 24 años. Si queremos que la democracia siga avanzando, todas y todos debemos verlos, participar en las redes sociales y ser parte del cambio que nos llevará a que la clase política le pierda el miedo a este instrumento espléndido de la lucha por el poder.

¿Inalcanzable?

@sosaplata | @OpinionLSR | @lasillarota