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Por mi raza callarán los cobardes

La embestida del presidente contra la UNAM duele por los egresados de la UNAM que ahora defienden a la 4T y callan frente a la insolencia de su líder. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

La embestida del presidente contra la Universidad Nacional Autónoma de México y otras universidades públicas tiene fines perversos. Es el control mismo de la UNAM. Duele por muchas vías, por la herida de que un movimiento social como el que ha representado Andrés Manuel López Obrador, termine con tal intolerancia ideológica; duele por los egresados de la UNAM que ahora defienden a la 4T y callan frente a la insolencia de su líder; duele porque para muchos, la UNAM representa una parte de nuestra historia.

En mi caso puedo referir vínculos en mi formación y hábitos con la Facultad de Música, la FES Acatlán, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la Facultad de Economía, la Sala Nezahualcóyotl y la Hemeroteca Nacional. Cada uno de esos espacios representa una gran riqueza de pensamiento y en algunos de ellos he participado en discusiones que son testigos de la pluralidad de la UNAM.

En 2008, cuando iniciaba el doctorado en Economía, llegué a plantear una hipótesis que sonaría “neoliberal” en  Palacio Nacional: identificar la disponibilidad a pagar de usuarios del transporte público para, en su caso, sustentar cambios en la tarifa y elevar el ritmo de inversión. La idea no fue bien recibida en el seminario de tesis, pero en todo caso hubo una discusión con bases académicas, no ideológicas.

Bajo la lógica de nuestro Hitler tropical (por cierto, es la primera vez que la UNAM cuenta con un rector judío), el sólo hecho de que un alumno llegue a plantear investigaciones que utilicen herramientas “neoliberales” como la econometría y las funciones probabilísticas, debería ser perseguido o, por lo menos, el estudiante no tendría por qué ser admitido.

Cada quién puede pensar lo que quiera respecto a la economía política, el análisis marxista y el uso de herramientas de estadística avanzada, pero el que uno pueda encontrar ambos extremos de la discusión en facultades como la de Economía, es el espejo de una diversidad de pensamiento que no muchas universidades pueden presumir.

Si hacemos memoria, en 1997, cuando el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas ganó la elección para Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, su rival panista, Carlos Castillo Peraza, fue repudiado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En ese momento parecía que la UNAM sólo podía recibir a los candidatos de izquierda y, sin motivo alguno, era territorio vedado para el oficialismo de antaño y el panismo. Dos años después, esos mismos grupos políticos intolerantes fueron protagonistas de otro momento doloroso para la UNAM, la huelga universitaria que terminó con la entrada de la Policía Federal a recuperar las instalaciones.

En la Facultad de Filosofía y Letras, más allá del consumo regular de drogas en los pasillos colindantes con la Facultad de Derecho, hay un auditorio y diversos salones tomados por grupos radicales, si es que llamarlos así no es un eufemismo. Lo que para unos se llama Auditorio Justo Sierra, para otros es el Che Guevara, pero para los más es un territorio perdido desde hace muchos años. Si la UNAM fuera como la describe el presidente López Obrador, dudo que este secuestro de instalaciones pudiera ser posible.

Esos eventos concretos que menciono, la intolerancia hacia Carlos Castillo Peraza y el secuestro de instalaciones en una facultad, en todo caso podrían representar un sesgo de la universidad a favor de la anarquía, no del llamado “neoliberalismo”. Adicionalmente, recordaría que el fundador de Acción Nacional, Don Manuel Gómez Morín, fue rector de la UNAM, y eso no hizo de esta universidad un gueto ideológico. Por el contrario, la Autonomía llegó a la UNAM acompañada de pluralidad.

Los ataques del presidente a nuestra universidad, en todo caso, representan lo opuesto, la lucha por el predominio de una concepción del mundo, por imponer un proyecto político ideológico y de evitar la riqueza cultural que representan, tanto la Universidad Nacional Autónoma de México como cada una de las universidades públicas autónomas. Qué lástima que el deterioro de la ridícula “Cuarta Transformación” ya vaya en este nivel y qué lástima que el silencio de sus partidarios hoy alcance a egresados de la UNAM.