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Por México Hoy

Se trata entonces es que la política entre en sintonía con las nuevas realidades.

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Escrito en OPINIÓN el

Este sábado 3 de octubre a las 10 de la mañana, ciudadanos y organizaciones sociales nos daremos cita en Centro Cultural Estación Indianilla para atender la convocatoria a repensar en colectivo nuestro proyecto de país. Por México Hoy busca trazar una hoja de ruta para salir de la espiral de violencia, corrupción e injusticia en la que actualmente está atrapado el país. Todo inicia mirándonos de frente para identificarnos, para saber que no estamos solos y que como nosotros, hay millones de mexicanos indignados que quieren salir de su aislamiento y están dispuestos a organizarse para hacer algo por su país.

 

México Hoy es un mosaico de pluralidad cuyas partes tienen que comenzar a conversar entre sí. Todos nos necesitamos, pues nuestro destino está inexorablemente ligado. El diálogo es punto de partida para reconocernos desde nuestras diferencias, poniendo por delante lo que nos une. En este diálogo más que ir a decir, es momento de escuchar.

 

México Hoy necesita escuchar el dolor de las víctimas, de los padres que perdieron a sus hijos en la cruenta guerra que se libra, del campesino despojado de sus tierras por las mineras, del empresario que es acechado por narcos y autoridades por igual. Escuchar al joven al que le cerraron las puertas para seguir estudiando, al que le hipotecaron su futuro; al profesionista que por mejor preparado que esté, no consigue trabajo; al migrante y al desplazado que quieren regresar a su tierra; a las jefas de hogares monoparentales que tienen que trabajar dobles jornadas para sacar a su familia adelante.

 

Escuchar a quien hoy injustamente está preso porque no puede pagar su defensa, al periodista al que el poder quiere silenciar, al indígena discriminado, al vecino que atestigua cómo la voracidad inmobiliaria deteriora el barrio que lo vio crecer y a los niños que quieren vivir en un país que les ofrezca seguridad, certidumbre y no les bloquee sus sueños.

 

Los que queremos el cambio somos mayoría social. Esta mayoría comienza a organizarse en torno a causas concretas en barrios, colonias, ejidos, escuelas, universidades y centros de trabajo. Aunque estas agrupaciones comparten un basamento de valores y reivindicaciones, en la superficie se encuentran fragmentadas e interactúan poco entre sí.

 

En su conjunto, tales iniciativas conforman un archipiélago de indignación. De ahí que la tarea inmediata de los que queremos la dignificación nacional sea traducir esa mayoría social en mayoría política. Para lograrlo, hay que vertebrar los destellos de indignación cívica en organización permanente con implantación nacional. Esto es, catalizar los múltiples torrentes de energía social en propuestas emancipadoras.

 

Para lograrlo, habremos de partir de tres premisas. Primero, no se trata de hegemonizar iniciativa alguna ni de fusionar las diversas iniciativas sociales, sino de sincronizar sus luchas y acompañarlas para que cada demanda tenga mayor resonancia. Nadie debe venir a imponer ni a decir lo que se tiene que hacer. Se trata de sumar esfuerzos, de tejer una red que respete las definiciones y estrategias de cada individuo y organización que la conforman.

 

Segundo, así como lo coyuntural tiene un encadenamiento histórico, las problemáticas locales no surgen de manera espontánea ni son fenómenos aislados: están inscritas en una causalidad estructural. La narrativa y estrategia de Por México Hoy deben tener la capacidad de desplazarse ágilmente de la problemática municipal a la nacional e incluso la global, yendo y viniendo de lo concreto a lo abstracto, interpelando al individuo y simultáneamente a la colectividad. Diagnósticos y relatos homogéneos para un país con realidades y ritmos de desarrollo tan diferenciados, no lograrán arraigarse en la sociedad.

 

Lo que se busca es articular agendas concretas como la feminista y sindical, y demandas locales tales como la lucha por la conservación del territorio y sus recursos naturales, no solo entre sí, sino también con un proyecto integral de país con perspectiva de largo alcance.

 

Y tercero, por más brillantes que sean las ideas y por acertadas que pudieran ser las propuestas, si no vienen acompañadas de un proceso de deliberación y movilización social que desemboque en acumulación de fuerzas, simplemente no podrán materializarse. En palabras de Álvaro García Linera, necesitamos que un conjunto de ideas-fuerza movilizadoras emerjan de la propia movilización social. En efecto, fuerza sin ideas carece de orientación, pero ideas sin fuerza se quedan en mera abstracción. Concientización y empoderamiento popular son procesos que van de la mano. Su profundización traerá como resultado la conformación de un bloque social antagónico al régimen, con voluntad de poder y capacidad de disputar palmo a palmo la conducción de la sociedad.

 

Por eso sería contraproducente que entre los que queremos transformar al país sigamos colocando más tabiques en los muros que nos dividen. Es tiempo de derribarlos y en su lugar edificar puentes de entendimiento. Por México Hoy busca ser un espacio de confluencia y diálogo. Cuando es sincero, el dialogo es antídoto para superar desconfianzas mutuas y voltear la mirada a la construcción de un futuro común. El diálogo se vuelve oportunidad no sólo para superar los desencuentros, sino más importante aún, para incorporar a sectores sociales que no suelen participar en lo público.

 

Las lógicas endogámicas y autorreferenciales de la vieja política tienen que dar paso a narrativas que interpelen a todos los sectores sociales. Si admitimos que lo que no emociona no moviliza, la renovación del vocabulario y del relato en el que reconstruimos quiénes somos y hacia dónde vamos se vuelve indispensable. Como sostuviera Václav Havel, el pensamiento esclarecedor es poder subversivo. Cuando son verdaderas, las palabras iluminan, despiertan, liberan. Pues bien, esas palabras tienen que llegar a los oídos de quienes no cuentan con acceso a otra fuente de información que no sea la manipulación mediática. 

 

Por México hoy reconoce la importancia de lo electoral y lo institucional, pero no es ni pretende ser un partido político. Por el contario, pretende ir más allá de estas organizaciones en crisis para dimensionar que ésta no es una época de cambios, sino un cambio de época. De lo que se trata entonces es que la política entre en sintonía con las nuevas realidades.

 

En esta nueva política –afirma Juan Carlos Monedero– los medios propios de cada ámbito que hoy apenas se saludan van a tener que aprender a convivir. Los partidos con los movimientos, la administración con la autogestión popular, la organización con la flexibilidad, la voz experta con la voz sentida, el voto con el escrache, la eficacia ejecutiva con la democracia deliberativa.

 

Habrán de conjugarse la presencia en medios de comunicación y redes digitales, con el trabajo pueblo por pueblo y casa por casa; habrán de fusionarse en una causa común nuestros viejos que aún resisten, con las generaciones emergentes. Para tomar las riendas de la conducción de su futuro, los jóvenes tendrán que aprender de las luchas que los antecedieron. No hay un solo camino ni una sola verdad a seguir. En la intercalación de estrategias en función de los requerimientos de la situación y en la inclusión de la diversidad reside la fortaleza de una política alterna.

 

Reinventar la política es también disputar el sentido común. Si en algún punto ha triunfado el neoliberalismo es en la generación de un consenso pasivo. Los poderosos han logrado que su ideología sea asimilada como algo normal por los sometidos. El sentido común vigente se basa en la competencia de todos contra todos, en la supervivencia en el mercado sólo de los más aptos, en que no hay de otra. Confundimos a los humanos con mercancías y a las mercancías les asignamos atributos y afectos propios de los humanos. Cuando la desigualdad es el principio ordenador, si alguien cae en desgracia siente que es responsable de ello, que es un fracasado, como si el sistema no fuera responsable de desechar a la inmensa mayoría.

 

Sin embargo, el reino salvaje del sálvese quien pueda no se deriva de principios naturales e inmanentes. Es una construcción social surgida en una época agonizante, y como tal, puede derribarse. No tenemos por qué seguir jugando en su cancha y con sus reglas. Hay un sentido común latente a la espera de realizarse: el de la solidaridad. Es posible vislumbrar una sociedad basada en la reciprocidad en la cual todos nos hacemos cargo de que nadie quede rezagado. ¿Por qué no imaginar en colectivo un Estado que en vez de estar al servicio de una minoría, garantice condiciones para que todas las personas puedan realizar sus proyectos de vida? O mejor aún, ¿por qué no desde hoy comenzamos a organizarnos para materializarlo?

 

Uno de nuestros mayores adversarios a vencer es la antipolítica. Simplificación seductora de la realidad, sirve para mantener a una mayoría desorganizada y para que las cosas sigan como están. ¿Acaso no hay gente que se aprovecha de que la mayoría renuncie a hacer política? Frente a este discurso paralizante, debemos sostener que la política es demasiado importante como para dejársela a los políticos. Es exploración y descubrimiento de lo que tenemos en común. Hay que sacar la política de sus palacios y esparcirla por los territorios. La gente tiene que apoderarse de ella para dotarla de significado en su vida diaria. Irónicamente, reinventar la política significa devolverle su sentido original. Esto es, ponerla al servicio de la gente, no de los poderosos.

 

Ésta es mi opinión de lo que es o debe ser Por México Hoy, pero lo estimulante de participar aquí es que es una organización que se conjuga en gerundio y en la cual todo está por definirse. Es decir, estamos construyéndola desde sus cimientos, apostando por algo nuevo, deliberando cuál debe ser su perfil. Qué mejor que la ciudadanía haga suya esta iniciativa y la vea como una plataforma para catapultar sus iniciativas. En este despertar de la noche autoritaria, vamos a democratizar la democracia y a construir un México sin exclusiones, en el que quepamos todos.

 

@EncinasN