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Política de odio

La política de odio, implementada por el presidente Andrés Manuel López Obrador contra todos, le impide ver el horizonte cotidiano. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

La política de odio, implementada por el presidente Andrés Manuel López Obrador contra todos, le impide ver el horizonte cotidiano: un país que se hunde en el caos de la inflación, la inseguridad, la inviabilidad financiera y el caos sanitario.

No lo quiere entender o trae una ancestral frustración, pero no hay un solo día en que el jefe de Estado no cometa una barbaridad en nombre de la democracia. 

Un día la emprende contra los aspiracionistas, otra contra los fifís y uno más contra empresarios o periodistas. Siempre se coloca en el ojo de la tormenta. Lo hace a propósito para dar la “nota” y desviar la atención de los temas cotidianos que tienen agobiados a los mexicanos.

El escritor Héctor de Mauleón refirió en un podcast que el odio que dividió a los mexicanos durante décadas se asoma nuevamente, y alerta que caer en esa espiral incluye no saber si nos costará generaciones recuperar una mínima armonía.

También el expresidente Felipe Calderón criticó que López Obrador predique la caridad y al mismo tiempo promueva el odio.

“Por fuera aparenta ser gente honrada, pero por dentro está lleno de hipocresía y de maldad”, refirió el ex gobernante citando el evangelio de Mateo.

AMLO promueve a diario la polarización de México. Por un lado promueve los abrazos y no balazos para combatir a la delincuencia, pero por el otro utiliza a las instituciones como el SAT para acosar a sus opositores.

Según el gobernante, los adversarios “quisieran mancharnos, quisieran poder decir ‘es lo mismo de antes’. No, yo no soy Felipe Calderón, no soy partidario del ‘mátalos en caliente’, no soy partidario de masacres, no soy partidario de torturas, no soy partidario de la asociación delictuosa que se daba entre delincuencia y autoridades, somos distintos”.

Para el jefe de Estado mexicano, en el país vivimos asediados porque es “temporada de canallas, de zopilotes que quisieran que fracasáramos”.

Todo este clima de polarización crece a la par del desempleo, el encono, la espiral inflacionaria y la pérdida de credibilidad en un gobierno del que millones de mexicanos quisieran que ya terminara.

Y es que no es lo mismo ser opositor, bloquear calles, tomar pozos petroleros que ser gobierno. Uno es predicar desde un clima polarizado y otro es estar en la administración sin señales de cambio.

Urgen acuerdos democráticos, de alternancia, de respeto, de la realización de pactos de gobernabilidad. “Está la semilla del odio, del desprecio hacia lo que piensa el otro. No veo a un país tomando las armas, pero no veo un estallido social. Da escalofrío los insultos que la gente se lanza”, indicó Mauleón.

Esperemos que el presidente rectifique el rumbo por la salud de la patria.