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Policías y ladrones

El juicio a los cinco expresidentes es binario. Sólo hay posibilidad de apoyar o rechazar el juicio. La historia no es una lucha de policías y ladrones. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

No voté por Carlos Salinas de Gortari por dos razones, cumplí los 18 años, meses después de la elección y en esos años no habría votado por el PRI bajo ninguna circunstancia. Si hoy estuvieran en la boleta sólo dos candidatos, Andrés Manuel López Obrador y Salinas de Gortari, votaría por este último. No deja de ser complicado poner en la misma balanza a personalidades tan fuertes, pero mientras el primero destruye instituciones, el segundo ayudó a construirlas.

Salinas fue un presidente de grandes transformaciones, muchas de las cuales sentaron las bases del modelo de productividad prevaleciente en el país: tratados comerciales, llegada de industrias más complejas que la maquila de los años ochenta, fortalecimiento de la infraestructura, un estado con menor participación en la economía, y programas sociales innovadores, con Solidaridad a la cabeza. Acción por acción encontraremos un balance muy positivo.

Hoy Salinas de Gortari aparece en un cartel, acompañado de sus cuatro sucesores, cada uno con una etiqueta en los ojos, la de él Fraude 88; Zedillo, Fobaproa; Fox, Atenco; Calderón, Narcogobierno; Peña, Ayotzinapa.

Todos los mensajes sobre la consulta del próximo 1º de agosto pervierten la conversación. Claro que hay dudas, Salinas de Gortari no sólo fue un reformador, de haber iniciado débil por la sombra del fraude de 1988, supo controlar el Partido Revolucionario Institucional y la sucesión. También representa la sombra del crimen de Lomas Taurinas y se especula sobre su participación en las privatizaciones más relevantes.

El juicio a los cinco expresidentes es binario. Sólo hay posibilidad de apoyar o rechazar el juicio. La Suprema Corte enredó la pregunta, pero de forma práctica, esto es un juicio al actuar de cinco expresidentes, todos, mejores que el actual. Los carteles mismos ponen en el banquillo de los acusados a cinco personas que se les puede admirar, repudiar, o simplemente dimensionar en su contexto histórico. Así como nuestras exparejas representan mucho de lo que cada quien ha sido en lo individual, los expresidentes también retratan las virtudes y defectos de una sociedad, y su evolución.

El mejor presidente de los últimos años, a mi juicio, es Ernesto Zedillo, a pesar de un inicio de gobierno desastroso, torpe en el manejo de la crisis económica y la devaluación, durante sus primeros meses. El rescate bancario era necesario pero también el que se pagara su capitalización con acciones a favor del gobierno, tal como ocurrió en varios países en la siguiente década. Esto deja mi expresión de que ha sido el mejor presidente de los últimos años en una perspectiva subjetiva.

El mérito de Zedillo, la postura de estadista que encuentro en él, fue la transformación de la Suprema Corte, hasta entonces supeditada al presidente, y el desprender el Instituto Federal Electoral de la Secretaría de Gobernación. Claramente Zedillo se despegó de sus compromisos de partido y actuó para México en una decisión honesta que no tiene parangón en la historia reciente. Todo lo opuesto a lo que ha hecho el actual presidente.

Con estos asegunes también podría continuar mi juicio personal sobre Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. A pesar de las diferencias con los cinco expresidentes, uno fácilmente puede encontrar muchos logros; a pesar de las simpatías, muchos defectos. Ese es el juicio que hace falta, no la simplificación de la realidad.

Y respecto a la Ciudad de México también podríamos decir que de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León hubo voluntad para la democratización, el primero al establecer una elección indirecta del Jefe de Gobierno que no se concretó porque el segundo la transformó en elección directa. Ni AMLO ni Claudia Sheinbaum habrían caminado en esa vía en la misma circunstancia, como prueban los obstáculos que ella ha puesto en la transición de las alcaldías que perdió su partido.

Pero no sólo podemos hablar de los avances democráticos. Las líneas 8, A y B del metro se construyeron durante los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, así como en el de Fox y Calderón se construyó el tren suburbano y en el de Peña Nieto se inició la obra del Tren Interurbano a Toluca que López Obrador inaugurará en un par de años. Por el contrario, los gobiernos del actual grupo en el poder han quedado a deber en materia de infraestructura para la Ciudad de México ¿no tendríamos que estarlos juzgando?

Por esto y mucho más, he decidido no votar este 1º de agosto. No puedo invitar a mis lectores a seguirme porque creo en las instituciones y hoy éstas han convocado a los ciudadanos a participar, pero tampoco puedo dejar de expresar que la historia no es una lucha de policías y ladrones.