Main logo

¿Podría estar peor?

El mayor reto de las autoridades durante las crisis es mantener la gobernabilidad. | José Antonio Sosa Plata

Por
Escrito en OPINIÓN el

México atraviesa por una de las etapas más complicadas de su historia. Estamos en un momento que hace algunos años solo podía imaginarse para la ficción o que creíamos ajenos a nuestra vida cotidiana. La esperanza que hubo luego de las elecciones 2018 fortaleció, ciertamente, la confianza en un futuro mejor.

Sin embargo, la realidad nacional dio un viraje drástico a las expectativas que tenía la mayoría hace apenas dos años: Una pandemia que no cede; la caída grave que se prevé en el Producto Interno Bruto (PIB) para este año; la impactante pérdida de empleos; el incremento acelerado de la pobreza; la creciente inseguridad y violencia; y por si fuera poco un terremoto de 7.4 con epicentro en Oaxaca, además del atentado contra el secretario de Seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch, han colocado al país de nuevo frente a una tremenda encrucijada. 

Por si no lo leíste: Covid no frenará reactivación, vista a Trump ni el "Grito": AMLO.

Pero eso no es todo, porque nos llueve sobre mojado. Hay más frentes abiertos, tantos que están afectando los procesos cotidianos de toma de decisiones e impiden que veamos la luz al final del túnel. Las situaciones críticas se incrementan en cantidad y en sus efectos adversos para la población. 

No estamos en un caos, todavía. Pero el riesgo existe. A esta situación descontrolada se le conoce en la teoría política como ingobernabilidad. La buena noticia es que aún no estamos en un escenario con estas características. La mala, es que si las autoridades no dan los resultados que espera la población podríamos experimentar uno de los peores momentos de la historia de México.

Te recomendamos: Breno Bringel. "Covid-19 y el nuevo caos global". Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), 22 junio 2020.

Tengámoslo siempre presente. El reto mayor de los gobiernos es mantener la gobernabilidad. Sin gobernabilidad no hay estabilidad. Sin estabilidad, surge la violencia social. Y sin resultados eficaces y efectivos se desmorona la confianza de la gente. 

Cuando un país enfrenta una situación de crisis, es imperativo proteger la legitimidad de las instituciones y sus gobernantes. Desde esta perspectiva la estabilidad, la eficacia política y comunicacional y la legitimidad son las principales cualidades de la gobernabilidad. Desafortunadamente, la pandemia las está debilitando.

Para el teórico Joan Prats Catalá, la gobernabilidad no debe ser ajena al conflicto. La aclaración es importante, porque en tiempos de crisis la lucha por el poder se exacerba. Y no todo conflicto entre los actores políticos es malo ni deriva en una situación de crisis, desestabilización o ingobernabilidad. 

Por el contrario, el conflicto resulta necesario en la democracia. Prats lo visualiza de la siguiente manera: “El concepto de gobernabilidad asume […] el conflicto entre actores como una dimensión fundamental sin la que no sería posible interpretar la dinámica de las reglas, procedimientos o fórmulas [instituciones] llamadas a asegurar la gobernabilidad en un momento y un sistema sociopolítico dados”. 

Te puede interesar: Enrique José Varela Álvarez. "La Gobernanza en la obra de Joan Prats". España, Estudios/Working Papers, Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas, Programa de Doctorado en Gobierno y Administración Pública del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, 1 Octubre 2011.

En consecuencia, el conflicto y las diferencias que estamos viendo en los medios de comunicación y redes sociales no son el origen ni el fondo de la problemática que estamos enfrentando. La diferencia de opiniones, los ataques personales e incluso la polarización incrementan los niveles de preocupación, desesperanza, miedo y enojo de la sociedad pero —a final de cuentas— resultan una válvula de escape que puede quitar algo de presión al sistema político.

Las crisis nos están dañando en forma severa, ciertamente. Pero no esperemos que todas las decisiones de las y los gobernantes sean acertadas ni asumamos que todo está saliendo mal. Tratemos de ser objetivos y comprendamos que la estabilidad social se mantiene también por la responsabilidad que está asumiendo buena parte de nuestra sociedad. Sin esta actitud, digna del mayor reconocimiento, no hay duda que ya estaríamos dentro del caos.

Lee también: Democratización, sociedad civil y gobernabilidad. United Nations Research Institute for Social Development (UNRISD), 2003.

Lo sucedido en los últimos días deja claro que aún no hemos tocado fondo. Habrá nuevos problemas y más sorpresas. Tampoco es una catástrofe tener demasiados frentes abiertos, sobre todo cuando se mantiene la capacidad y experiencia de los líderes para hacerles frente. En toda crisis, se tienen que pagar altos costos y resolver, en la medida de lo posible, los daños colaterales. De lo que se trata —y esperemos que lo logren— es de evitar el caos.

Para mantener la gobernabilidad, hay que demostrar que se tiene el control de las riendas. Por eso, las estrategias de comunicación política deben ser cuidadosas, detalladas y efectivas. Además, las autoridades tienen que generar confianza y transmitir optimismo. Pero esto no se logra solo con técnicas de persuasión. 

Los resultados, logros y hechos fehacientes deben ser la columna vertebral de la estrategia de comunicación. Llegó la hora de reforzar lo que se ha hecho bien; y de ajustar lo que no está funcionando. Más aún si tomamos en cuenta los grandes retos que los gobiernos en sus tres niveles deben superar. Es lo más conveniente cuando se enfrenta a la adversidad.

Recomendación editorial: Angélica Mendieta Ramírez y José Luis Estrada Rodríguez. Comunicación política, instituciones y gobernabilidad en México. México, Comunicación Social Ediciones y Comunicaciones, BUAP, 2018.