Main logo
OPINIÓN

Podredumbre en el Metro

El gobierno está obligado a actuar. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

En noviembre de 2018 la reportera Sharenii Guzmán entró a las instalaciones del Metro de la Ciudad de México. Las imágenes recogidas eran escalofriantes:

“Al entrar es como si se visitará una locación de las películas de "El Santo" o si se estuviera en una cápsula del tiempo. Todos los equipos están rebasados: las computadoras, tableros, monitores y teléfonos son del siglo pasado”, describió.

Unos días antes del recorrido un cortocircuito dañó el cableado de las estaciones Villa de Cortés y Xola. Eso afectó al Puesto del Centro de Control del Metro. ¿La solución? El control de convoyes se hizo de manera manual, con post-it.

A mediados del 2013 el periódico Reforma denunció cómo Fernando Espino, dirigente del sindicato del Metro, se había apropiado de espacios para negocios en el mismo Metro y, para colmo, sus hijos estaban implicados.

En aquel momento pude documentar cómo al menos 22 familiares de Espino tenían puestos en el Metro, desde subgerentes hasta otros más modestos. También los contratos con los que se beneficiaban sus familiares.

Un jueves de agosto de 2013, bajo el sofocante sol y en la banqueta unos 30 trabajadores del Metro discutían sobre su futuro laboral. De manera anónima me habían avisado a mi teléfono de la reunión. Llevaba semanas tratando de obtener una entrevista con Fernando Espino, pero se negaba.

El grupo de personas eran trabajadores de Birmex, señalada por el Metro como responsable de presuntas anomalías y por las cuales acababan de quitarle contratos para servicio de alimentos a empleados del Metro. Se habían quedado sin su fuente de empleo y se tronaban los dedos.

A unos pasos, apenas cruzando la calle en la Colonia San Miguel Chapultepec, en el restaurante Barilochito, ubicado en un local del Metro, pero aprovechado por el sindicato que aún hoy encabeza Espino, en playera y sólo tomando café estaba el líder sindical. Ahí lo abordé.

Su hijo, Fernando Espino González, aparecía en registros públicos como titular de Birmex y apoderado legal de Tahankun, ambas empresas con contratos para el servicio a los comedores en el Metro en 2011 y 2012.

Recuerdo muy bien que no fue una entrevista pactada. La entrevista duró casi cinco horas. En ese lapso, Fernando Espino quebró un lápiz mientras hablaba. Gesticuló. Deportista de toda su vida, de pronto se le hinchaban las venas del cuello. Apretó muchas veces las mandíbulas.

Cuando le pregunté por lo extraño que resultaba que Birmex y Tahankun tuvieran como domicilio fiscal la calle de Carracci 13 y en los registros públicos aparezca ese lugar como propiedad del Sindicato del Metro, contestó:

“Tú puedes poner el domicilio que tú quieras, ahora: ¿Es delito? ¿Es delito? A última instancia pues, ¿es delito?”, le insistí en que el restaurante Barilochito, donde lo encontré casualmente y donde transcurrió la entrevista, sí es del sindicato, insistió en que “son locales que se han asignado al sindicato, ¿es delito?”

Y remarcó: “¿Acaso un trabajador no tiene derecho a emprender una empresa?”

A lo que le pregunté si no había conflicto de interés por hacer negocios con la misma empresa donde trabaja, pero esta fue su respuesta:

“¿Negocio de qué? ¿Tú sabes que es negocio? ¿Te consta que es negocio? Permíteme, ¿y que el director (del Metro) traiga sus empresas, ese sí es legítimo porque es gente y empresa del director? O sea, ¿el patrón sí tiene todas las facilidades de hacer negocio? ¡Ah!, ¿pero los obreros no? ¿Un obrero no tiene derecho a emprender, porque expone su patrimonio, si fuera así el caso?”

¿Y no es así?, le dije.

“No, te digo que no. Categóricamente no, mi amigo. Y vamos a demandar a Joel Ortega, director general del Metro. Ya demandamos en la Contraloría”.

Que se sepa, nunca se procedió contra Joel Ortega por esas denuncias.

¿Moralmente no es cuestionable?, pregunté a Fernando Espino en una entrevista publicada en El Universal.

“¿Cuál moral, de qué (hablas)? Si tú estás dando un buen servicio. ¿De qué hablas, en qué aspecto de moral? ¿Dónde el gobierno y los directivos pueden hacer lo que quieran menos los obreros? Nosotros no robamos, es la gran diferencia, aportamos, generamos riqueza y servicio. Y los directivos vienen a otra cosa completamente diferente, se hinchan y se van.

¡Ah!, pero ellos son inmaculados. El obrero se queda aquí y aquí ningún reportero me puede acusar. Ni tampoco un trabajador me puede señalar que yo le haya pedido algo a cambio”.

De sus familiares, Espino dijo: “¿que en 43 años no tengo derecho a meter una hermana? Yo la propongo, pero el sistema la contrata si reúne conocimientos psicométricos, capacidad y la parte médica. Todos entran igual; 98% son propuestos por el sindicato. Pero la inmensa mayoría aquí estamos relacionados. Hubieras publicado los 15 mil trabajadores, no nada más creo que me publican 22.

Esta semana, Rodrigo Gutiérrez ha reseñado en La Silla Rota con documentos oficiales cómo Roberto Clemente Ángeles Mendoza tiene más de dos años trabajando como parte del equipo de mantenimiento en el Metro como ingeniero, pero no aparece en el registro nacional de profesionistas.

Unos cuantos días después de que Claudia Sheinbaum tomó posesión de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Roberto Clemente Ángeles Mendoza llegó a las filas del Metro.

La respuesta oficial fue que está en trámite la titulación.

También se documentó que Florencia Serranía Soto no sólo es la directora y principal responsable del funcionamiento Metro –que ya registra tres accidentes graves, en menos de tres años de gestión–, también tiene otros negocios privados, uno de ellos vinculado al Tren Maya, obra insignia de la autodenominada 4T.

Estas son apenas algunas perlas de lo que vive y ha vivido el Metro.

Los 26 muertos de la tragedia del 3 de mayo en la Línea 12 del Metro son consecuencia de estas y otras corruptelas. En su memoria el gobierno está obligado a actuar. Pero se ve muy lejano, el historial de corrupción de décadas lo dice todo.

Punto y aparte. Cuando López Obrador era jefe de gobierno ponían a sus equipos a cotejar cada dato que se pudiera necesitar para las conferencias matutinas... hoy, cuentan, son muchos datos sueltos, sin confirmar.

Punto final. Dante Delgado Rannauro apostó por López Obrador y por Ricardo Anaya. Hoy despotrica de uno y rechazó alianza con el partido del otro. ¿Cuál es su juego ahora?