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¿Podemos hacer más metro?

Necesitamos más metro, pero necesitamos que los 200 kilómetros existentes funcionen bien. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Si el que con leche se quema hasta el jocoque le sopla, podría ser que esta ciudad nunca jamás vuelva a intentar hacer metro. De hecho, el capricho de construir un trolebús elevado, donde se debió extender la Línea 8 del metro, marca que esta administración no tenía muchas intenciones de hacer metro, tal vez terminar la ampliación ya en proceso de la línea 12 a Observatorio. Pero todos estamos ciertos de que esta ciudad requiere metro, así muchos no lo quieran en la esquina de su casa.

El metro de la Ciudad de México se ha envejecido, a la vez, venía cargando rezagos en su mantenimiento, a los que se sumaron recortes presupuestales y una serie de eventos “fortuitos”, como el choque de trenes, el incendio en el puesto central de control, inundaciones y, lamentablemente, el incidente mortal de mayo pasado en Tláhuac.

Cuando esta administración termine, suponiendo que logren la renovación de la línea 1, estarán pendientes las renovaciones integrales de las líneas 2 y 3, mientras que las líneas 4 a 7 estarán celebrando 40 años en operación. Si la ciudad no escala su ritmo de inversión en el mantenimiento de las líneas existentes, el desastre de esta administración se volverá una bola de nieve para el siguiente gobierno, y en contra de los usuarios y la ciudad en su conjunto. Necesitamos más metro, pero necesitamos que los 200 kilómetros existentes funcionen bien.

Añado una pregunta más ¿Estamos haciendo algo para que la crisis del metro no se acentúe? Me refiero en específico a la planeación, y más aún, a la planeación financiera. Esta ciudad entró en una estrategia de austeridad sin sentido, las fallas en el metro podrían estar relacionadas con ella, pero aún si no fuera así, carecemos de una estrategia presupuestal y fiscal que asegure los recursos necesarios para el mantenimiento profundo de la infraestructura de transporte, a la vez que se establezca un ritmo de expansión de los trenes urbanos acorde a las necesidades de la ciudad y sus regiones metropolitana y megalopolitana.

Los teleféricos están emergiendo como un paliativo. Son una solución para las montañas y barrancas, pero como el metro no se acerca lo suficiente, la Línea 1 de Cablebús recorre 8 kilómetros en plano, y la 2, recorre casi 3 kilómetros sin enfrentar barreras. Los teleféricos tendrían que ser conexiones perpendiculares a los tramos de metro que no se han construido, únicamente para resolver obstáculos infranqueables: el cablebús debe ser alimentador de las líneas de metro y metrobús, no sustituto.

De igual forma, las líneas del metro presentan saturación en distintos momentos del día, lo que refleja que la cobertura tendría que empezar a ser redundante para disminuir la concentración de usuarios y mejorar primero las zonas destino de los viajes y no los orígenes, particularmente en torno a los centros de trabajo.

Todas las líneas de transporte se han construido con una narrativa política; me refiero a las doce líneas de metro, las siete de metrobús, el tren ligero y las dos de teleférico, aún habiendo algunos proyectos muy bien trazados como las tres primeras líneas. Al final de cuenta los políticos que las han instrumentado, como lo hace ahora la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, han querido mostrar un antes y un después, pero el defecto de todos, incluida la actual, es que jamás se han apegado a un plano, jamás han integrado la infraestructura y el espacio público con el transporte masivo, en toda la zona de influencia. Es decir, jamás ha habido una estrategia integral para que de la mano del metro se integre el transporte ordinario, la bicicleta y las banquetas en un kilómetro a la redonda de las estaciones. Jamás se ha involucrado el desarrollo inmobiliario como una estrategia financiera, de densificación o de mejora del entorno de las estaciones del transporte público.

En resumen, podemos decir que la ciudad está muy lejos aún de llevar a cabo las acciones necesarias para crecer su red del metro bajo los mejores criterios de planeación y, de hecho, la ciudad está también lejos de programar con años de antelación el mantenimiento profundo de las líneas del metro, de las cuales, la más nueva de las que están en operación, la B, tiene ya 23 años. Es tiempo de ponerse las pilas, si no, los problemas se seguirán acumulando y el metro colapsará como ocurrió con una de sus líneas.