Pues nada, que de pronto el periodismo está ‘renacido’. Esto es, que como decía alguno de nuestros maestros universitarios, es como el ‘perro amarillo’: O se le quiere bien o se le da una patada en el culo, pero no pasa desapercibido nunca. Y aquí habría que agregar que es el resumen de todas nuestras libertades, como es la de la libertad de expresión; así que de un tiempo a esta parte el ‘oficio mejor del mundo’ está en las marquesinas de los hechos estelares del arte…
En octubre de 2015 le dieron el Premio Nobel de Literatura a Svetlana Aleksiévich, cuya obra es simple y sencillamente periodística; de un tipo de periodismo que es al mismo tiempo original, objetivo, de un gran esfuerzo de búsqueda, de confirmación de datos y literatura: un deleite. Todo esto sin perder la dignidad y el orgullo de su origen: el periodismo.
Svetlana estudió periodismo en la Universidad de Minsk. Fue reportera por muchos años para diferentes medios impresos, aunque de pronto se encontró con que su trabajo profesional tenía que ir a más; que no era suficiente con reproducir la voz del mundo y su gente, sus hechos y sus obras o sus pesares; tampoco mirar tan sólo los desfiguros del poder político o económico…
Y por tanto decidió dar un paso adelante en algo que terminó por definirse como periodismo polifónico o periodismo colectivo, o periodismo evidencia, o coro épico. Esto es, comenzó por entender, por analizar, por mantener la distancia pero no la sensibilidad y a usar una especie de collage que a modo de contrapunto intercala testimonios individuales para acercarse a la esencia del ser humano y su relación con los acontecimientos para ubicarlo en lo universal y expresarlo, al mismo tiempo, en tono periodístico y literario…
Así que se dedicó a recorrer los campos minados en tiempo de guerra y recupera testimonios de madres de soldados soviéticos –todavía– que fueron asignados a Afganistán (‘Ataúdes de Zinc’); o recupera las voces del silencio al dibujar la tragedia de quienes no pudieron sobrevivir a la caída del régimen soviético y se suicidaron (‘Cautivos de la muerte’); o el tema de las víctimas de Chernóbil. Su obra periodística la llevó a recorrer lugares insospechados y a entrevistar a cientos de seres humanos de los que, todos a la vez, se escucha el murmullo en su obra… Así que por primera vez gana el Premio Nobel una periodista por su obra periodística que es literatura.
Y así las cosas, de pronto el domingo 28 de febrero pasado en la entrega de los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de EUA, se entregó el Oscar a una película cuyo origen es el periodismo: ‘Spotlight’ – o ‘Primera Plana’, como se llama en español.
Es periodismo de investigación se dice –aunque ciertamente todo el periodismo es de investigación, llámese nota informativa, reportaje, entrevista, crónica, artículo de opinión… y sus operarios, cuando lo hacen con rigor, ética y disciplina, investigan, trabajan, escriben, se esfuerzan, sufren, sudan, se pelean con su jefe de información, con su jefe de redacción con su editor y terminan el día mirando el techo de la recámara sin poder dormir-.
Spotlight tiene como base el periodismo escrito. Es el gran reportaje que publicó en 2002 el periódico estadounidense Boston Globe por su investigación sobre los curas pederastas y sus abusos sexuales en la iglesia católica de aquella ciudad. Este trabajo de equipo, hizo que sus periodistas y el diario obtuvieran el Premio Pulitzer al servicio público en 2003.
[‘El padre de Patick McSorley se acababa de suicidar y su madre, esquizofrénica, apenas podía sacar a la familia adelante. Por eso, cuando el padre John Geo-ghan, párroco de Weston (suburbio de Boston), se ofreció a ayudarla con el niño, fue un gran alivio. Corría la primavera de 1986. El mismo día que el sacerdote fue a dar el pésame sacó a Patrick, de 12 años, a tomar un helado para consolarle. Al volver en coche a casa le empezó a tocar los genitales y a masturbarse (…) el sacerdote le dijo que ambos debían guardar el secreto y Patrick lo cumplió por un tiempo, mientras batallaba con depresiones y alcoholismo…’]
Fue uno de los 86 casos cerrados de pederastia y abusos sexuales en la iglesia bostoniana. La curia católica tuvo que pagar millones de dólares en indemnizaciones aunque exigió secrecía. Muchos sacerdotes acusados tuvieron que renunciar, otros fueron reasignados o están en prisión. El Papa Juan Pablo II, asignó a la Congregación de la Doctrina de la Fe (la moderna Inquisición) para que determinara responsabilidades: El director de esta Congregación era Josep Ratzinger, quien instó a las diócesis a informar sobre cualquier caso de pederastia, aunque ‘en el mayor de los secretos’.
Y así. Por mucho tiempo el periodismo y el trabajo de los periodistas, han sido filón para los guiones de cine en obras que han sido relevantes. Por ejemplo: “Todos los hombres del presidente” (1976) con el tema Watergate y la caída del presidente de EUA, Richard Nixon…
“Buenas noches y buena suerte” (2005) en el que se hace la defensa del periodismo independiente durante la persecución anticomunista del senador republicano, Joseph McCarthy, a fines de los cuarenta y hasta los cincuenta. En 2006 apareció ‘Historia de un crimen y Truman Capote’ que relata la investigación que llevó a cabo Truman Capote para dar forma a su ‘A sangre fría’, la historia de un asesinato en una granja de Kansas.
Antes, están obras de cine que tratan al periodismo como fuente de poder o indignidad: “El ciudadano Kane’ (1941) en la que Orson Welles retrata la personalidad del magnate de medios amarillistas William Randolph Hearst… o la misma ‘A sangre fría’… o ‘La Verdad’… o ‘El Dilema’…
El periodismo da para mucho, que es decir, la vida de los seres humanos y sus vicisitudes no son ‘un block cuadriculado’ y el periodismo está ahí para que los hombres se conozcan en sí mismos y en sus hechos, aunque ciertamente, el periodista es como un árbitro de futbol, que debe silbar las malas jugadas, para corregir, y no debe aplaudir cada buena jugada, eso le corresponde al público.