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Peligrosos agitadores

Migración infantil otro “gran” logro del modelo de desarrollo globalizado.

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Escrito en OPINIÓN el

El drama es propio de la postguerra, donde la población adulta ha sido diezmada y de entre las ruinas y cenizas germinan milagrosamente criaturitas que se niegan a morir y deshumanizarse.

Hoy no hacen faltan guerras para verlas migrar, sufrir y -a veces- morir.

Según datos de Mauricio Farah, se espera que más de 66 mil menores de edad intenten cruzar la frontera con Estados Unidos este año. Tres veces más de los que lo pretendieron en 2013.

El acelerado incremento del fenómeno delata una crisis humanitaria de escala continental.

El 70% de los menores que han intentado cruzar a Estados Unidos es centroamericano, lo que permite pensar que la cifra que migra es mucho muy superior a la que logra arribar al fatal cruce fronterizo.

Los flujos migratorios crecen en paralelo al gasto de su contención. Farah señala que Estados Unidos levanta cientos de millas de muros de contención, destina más de 20 mil agentes a la patrulla fronteriza y un gasto superior a los 20 mil millones de dólares en tecnología, infraestructura y salarios.

El gasto contra la migración crece porque es un seboso negocio. Sin importarles el drama humano, ahora de niños, las tres principales empresas metidas en la detención de inmigrantes reportan ingresos anuales superiores a los mil 690 millones de dólares, según datos de Juan Pablo De Leo Spínola.

Obama ha solicitado al congreso ampliación de poderes para deportación expedita y 2 mil millones de dólares adicionales para el sistema de seguridad y detención fronterizo, que irán a engrosar los bolsillos de quienes hacen del dolor humano negocio. Un negocio tan rentable que en los últimos diez años han gastado más de 20 millones de dólares tan sólo en cabildeo.

Algo debemos de estar haciendo mal para que, primero, cientos de miles de menores crucen el continente americano en busca de pan y, en contrapartida, la mayor potencia del mundo reaccione a escobazos a diestra y más siniestra, cual señora frente a un ratón. Tras la segunda Guerra Mundial sus empresas hicieron negocio con el Plan Marshall, pero reconstruyeron un continente, hoy hacen negocio persiguiendo niños.

Tan sólo de octubre pasado a la fecha, según datos de la propia Patrulla Fronteriza, se han deportado 47 mil menores a México, aunque el 70% de ellos son centroamericanos. Política que tiene mucho de mal vecino y aún más de inhumana: no resuelve el problema de los infantes y simplemente lo deriva a México.

Según datos de Farah, tan sólo de niños mexicanos podemos considerar 400 muertos cada año contados a partir de 1994 por intentar cruzar la frontera norte. ¿Cuál será el total de niños muertos, sin importar su nacionalidad? ¿Cuántos quedaron en el camino al American Nightmare?

Farah espera que al término del gobierno de Obama sumen 2 millones las personas deportadas de ese país, lo que implica el drama de familias desmembradas y regadas por aspersión, principalmente a México.

La migración de menores no surgió por generación espontánea, fue incubada por políticas económicas que han destrozado economías nacionales, despoblado y desertificado sus campos, destruido la vida de sus campesinos, desmembrado familias, globalizado la miseria y lucrado con ella.

Y todo ello fue cultivado y fertilizado por políticas intervencionistas y, perdóneseme el término (pero no hay otro), imperialistas en Centroamérica que han desgarrado desde finales de los setentas el tejido social, económico y político de la región.

Atrás de cada menor migrante hay un mundo derruido y un crecimiento económico depredador y asesino.

Es curioso el sesgo maniqueo impuesto a los derechos humanos. Si se atenta contra la cuota de género en la integración de las Cámaras arde Troya, si se toca con el pétalo de una rosa a malandrines subversivos se cae el cielo; ¡ah!, pero si se destruye la vida de naciones enteras por políticas económicas, si se aniquila el medio ambiente en pos de ganancias corporativas, si se desmiembran comunidades y familias y se les condena a la miseria y la infancia de un subcontinente es forzada a migrar y a jugarse la vida en tierras extrañas, nadie se inmuta y todos aplauden el éxito económico de unos cuantos que hicieron de todo lo anterior una dramática y migrante realidad.

Lo dijo Díaz Ordaz en el Capitolio (27 x 1967). No lo escucharon: “La humanidad deberá decidir si es más justo y más conveniente vivir en la mayor opulencia rodeados de miseria, o en medio de naciones prósperas, aunque no se alcance excesiva riqueza.

“Los más peligrosos agitadores son el temor, la insalubridad, la falta de pan, de techo, de vestido y de escuela.

“La falta de capitales suficientes y el deterioro del comercio exterior no es para muchos pueblos un problema de buenos o malos negocios, sino cuestión de vida o muerte para millones de hombres mujeres, ancianos y niños”.

Algo, sin embargo, es innegable: no hay muro que detenga el hambre, ni ejercito que combata la desesperación y la desesperanza.

 

@LUISFARIASM