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Paternalismo

El Programa Oportunidades ahora se transformó en Prospera y se transfiere el padrón de 6.1 millones de familias y un presupuesto de más de 73 mil millones de pesos.

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Escrito en OPINIÓN el

Los programas gubernamentales anti-pobreza han tenido muchos nombres y demasiados padres. El priísta Carlos Salinas de Gortari comenzó a fines de 1988 el Programa Nacional de Solidaridad para disminuir el número de pobres en México. Veintiséis años después, el país sigue empobrecido, al borde de la histeria y el caos.

 

Los que se encargan de repartir la asistencia hacen soterrados negocios y ahora la “industria” del reparto se llama Prospera. ¿Quién prosperará? Seguro los bolsillos de los que gobiernan por la desviación de recursos o ¿prosperarán los pobres? Vaya a Usted a saber. Nadie entrega cuentas claras del millonario reparto de alimentos en zonas pobres.  

 

Prospera es copia del Pronasol y su enfoque está destinado a desarrollar programas educativos, de salud, educación, empleo, vivienda y alimentación. Se ha hecho una adaptación a lo que ya existía y se ha ampliado hacia las madres solteras, pero el trasfondo –según los críticos- es el uso e instrumentación del futuro voto electoral, mediante proyectos que amarran y atenazan a la masa votante.

 

Desde las filas de la oposición, las críticas llueven como agua de temporal. Se acusa al gobierno de un clientelismo político y prostitución del voto. Nadie a ciencia cierta conoce cuántos millones de pesos se reparten en programas de apoyo a la alimentación, servicios sociales, programas de infraestructura del gobierno Federal en donde la construcción de obras no recae en los gobiernos municipales o estatales. Las obras son etiquetadas y los alcaldes solo firman. No ven la lana. Se habla de una cifra global pero no se precisa a dónde va a parar la mil-millonaria cifra.

 

Subsidios generalizados, a través de la entrega de despensas, es un aspecto cotidiano en las zonas más depauperadas del país. El objetivo: bajar a toda costa el hambre. Todo estaría bien si realmente el recurso fuera entregado, sin vicios subterráneos, de quienes lo implementan, pero resulta que líderes sociales llevan agua a su molino y desvían los recursos, beneficiando a sus seguidores, desde luego del partido en el poder.

 

Algunos de los programas del gobierno de Enrique Peña Nieto durante el 2014 son: Seguro de Vida para Mujeres Jefas de Familia; Programa de Desarrollo Humano Oportunidades; Programa de Apoyo Alimentario (PAL); Programa de Pensión para Adultos Mayores; Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras; Programa de Abasto Rural, a cargo de DICONSA; Programa de Abasto Social de Leche, a cargo de LICONSA.

 

Otros son: Programa de Empleo Temporal; Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas para Implementar y Ejecutar Programas de Prevención de la Violencia Contra las Mujeres; Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas; Programa 3 x 1 para Migrantes; Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías; Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias; Programa de Opciones Productivas; Programa de Coinversión Social, entre otros.

 

El Programa Oportunidades ahora se transformó en Prospera y se transfiere el padrón de 6.1 millones de familias y un presupuesto de más de 73 mil millones de pesos. El gobierno Federal asegura que el objetivo es contribuir a la ruptura del ciclo intergeneracional de la pobreza a través de la formación de capacidades de las familias beneficiarias.

 

Pero en general este año, la Cruzada Nacional contra el Hambre ejercerá un presupuesto de 200 mil millones de pesos a través de un fondo recurrente de 70 programas federales, cuyo fin es impulsar acciones encaminadas a superar la pobreza extrema alimentaria en el país.

 

Desde los fondos que administra Sedesol saldrán 80 mil millones de pesos al final del año, para disminuir las brechas de desigualdad y condiciones de extrema pobreza de más de 52 millones de mexicanos y de pobreza extrema de 10 millones de personas.

 

Aunque la administración de Enrique Peña Nieto asegura que tiene los candados necesarios para evitar el uso político de los recursos y para transparentar el manejo de los recursos, en muchas regiones de México los gobiernos estatales hacen de las suyas. Hay discrecionalidad en la entrega de alimentos.

 

En el México “incluyente” que quiere el gobierno priísta se cambia el Programa "Oportunidades" por "Prospera". El cambio se debe a que el primero, según Peña Nieto, tiene limitaciones y el segundo busca dar mayor cobertura a las clases pobres de las áreas urbanas.

 

Pero aquí se presenta otro problema. Se está incentivando una clase de desobligados. Muchos jefes de familia ven como responsabilidad del gobierno atender a sus hijos, proporcionarle alimentos, darle uniformes y garantizarles trabajos. No hay presupuesto que alcance. Ni todo el dinero de las arcas del país alcanzará si se enseña a las futuras generaciones que con sólo extender la mano hay quien les resuelva el problema.

 

Regalar comida no es la solución. Urgen medidas de fondo: generar empleos, dar facilidades a los microempresarios y reactivar la economía. Se aplican "indicadores socioeconómicos" (educación y vivienda) para repartir la asistencia. El país se divide entre quienes creen que parte de la pobreza se debe a la ociosidad de algunos pobres y la respuesta de estos es que no hay oportunidades.

 

Bajo esa presión económica, los que tenían algunas alhajas, propiedades o vehículos han caído con las usureras casas de empeño. El país se ha depauperado y la clase pobre se ha incrementado.

Podrá cambiarse de nombre de Pronasol, Oportunidades a Progresa u otros que se les ocurra a futuro a los gobiernos, pero si no se garantizan fuentes de empleo, asistencia médica y alimentaria, el número de pobres seguirá en aumento. No es por medio de despensas, subsidios a la energía eléctrica, al agua potable o a la educación como se solucionarán los problemas de las comunidades rurales y barrios urbanos marginados.

 

Los mexicanos ya han pasado por la experiencia de los tortibonos y el programa de leche de LICONSA y lo que se viene. Sin producción agrícola, sin un campo reactivado y sin mejores fuentes de empleo el país seguirá en las mismas.

 

Los esfuerzos son plausibles. El problema radica en que en este proceso de inversión social y en infraestructura en regiones pobres algunos vivos se llevan la mayor tajada y bajo el escudo de la pobreza ellos se vuelven millonarios.

 

¿Cuánto más aguantará México con esta política paternalista, de poca transparencia en la entrega de los recursos y del uso de alimentos para el proselitismo político electoral?

 

Toca ahora los mexicanos fiscalizar a fondo para que los sinvergüenzas no se enriquezcan.

 

México no aguanta más.

 

joseluiscastillejos@gmail.com

@jlcastillejos