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Pasta de Conchos: El sepulcro de la ignominia

La zona minera de Coahuila está abandonada, como abandonadas las familias que enfrentan la miseria y desolación.

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Escrito en OPINIÓN el

Este 19 de febrero de 2015 se cumplen nueve años de la tragedia de la mina de Pasta de Conchos, convertida ahora en un sepulcro de la ignominia para 63 mineros. Los gobiernos federales, desde Vicente Fox, Felipe Calderón y ahora Enrique Peña Nieto han ignorado las demandas de las familias para el rescate de sus restos.  La oposición del grupo empresarial de Minera México ha sido el principal impedimento.

 

Se han tenido numerosos encuentros en la Secretaría de Gobernación, la Secretaría del Trabajo, la Secretaría de Economía y la Procuraduría General de la República y todos ellos han dado largas, promesas incumplidas para dar una respuesta a este reclamo.

 

De nada han valido los amparos, denuncias penales, quejas y demandas en contra del gobierno mexicano. Quieren que todo se olvide, que los familiares no sigan insistiendo. Ellos tuvieron que acudir ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para solicitar que esa instancia reconozca violaciones a sus derechos humanos por parte del gobierno mexicano.

 

Pero esa instancia ha actuado también de manera lenta. Ya son cinco años de espera, de aclaraciones y entrega de evidencias y aún no hay respuesta de esa oficina internacional en Washington. 

 

Mientras tanto en la zona minera siguen operando los llamados “pocitos” y sigue habiendo muertes. La Secretaría del Trabajo a través de la inspección del trabajo ha logrado el cierre de estos centros de trabajo riesgosos, pero aparecen en uno y otro lado. Los lugares que abandonan parecen verdaderos muladares, cementerios de herramientas viejas, de lugares contaminantes a los que nadie se acerca pero que vuelve a resurgir en los mismos espacios, apenas a unos cuantos metros.

 

Cristina Auerbach directora de la organización Pasta de Conchos, ha desarrollado investigaciones que le han permitido descubrir que las empresas mineras que operan en la zona minera de Coahuila ni siquiera cuentan con permiso o concesión alguna. Lo que impera es la corrupción, los negocios a costa de la salud y vida de los trabajadores.

 

Esos lugares donde operan esas minas de la muerte lo que menos importan son los trabajadores y sus familias. Las instituciones públicas de salud no tienen enfocada su actividad para prevenir riesgos de trabajo, pero tampoco asistencia para quienes la padecen. Las enfermedades pulmonares son lo más frecuente y el Instituto Mexicano del Seguro Social no tiene ni la infraestructura ni la atención médica debida.  En las grandes ciudades lo que se padece es la saturación de la demanda de derechohabientes, pero en esos lugares hay escases de todo: Médicos especializados, enfermeras, instrumental y medicamentos. Se padece el abandono en toda su magnitud.

 

Esas empresas irregulares que operan hacen negocio con la Comisión Federal de Electricidad, pero con el aval del gobierno de Coahuila a través de la paraestatal Promotora de Desarrollo Minero (Prodemi). No vigilan que estas empresas respeten los derechos de los mineros; hay trabajo de menores y lo solapan.  Constantemente dan de baja en el IMSS a sus empleados a pesar de estar laborando y otros no cuentan con ninguna prestación social y eso no importa al gobierno estatal.

 

Prodemi compra carbón a empresas que ni siquiera cuenta con título de concesión. De 74 empresas a las que Cristina Auerbach dio seguimiento, 43.24 por ciento de ellas tiene títulos cancelados, inexistentes o de otros estados de la República. Ocho de esas empresas ni siquiera cuentan con trabajadores registrados en el IMSS, pero aun así hace entrega de carbón. 

 

Los mineros son como fantasmas a los que ninguna autoridad le preocupa, pero sí como negocio. Lo extraño es que esa paraestatal de Coahuila, Prodemi, realiza operaciones con empresas que abiertamente no están regularizadas.  No rinde cuentas a nadie.  Son ingresos millonarios de los que el gobierno estatal no rinde cuentas claras.

 

La CFE a pesar de tener posibilidades de impedir que estas empresas operen también solapa esos negocios irregulares. Por eso cuando los trabajadores hacen reclamos por las violaciones a sus derechos, las empresas desaparecen de la noche a la mañana.

 

La zona minera de Coahuila está abandonada, como abandonadas las familias que enfrentan la miseria y desolación.  Lo mineros de la zona se van deteriorando con rapidez ante la falta de respuesta gubernamental, se van convirtiendo en desechos humanos, en personas que padecen una afectación y se tienen que conformar con míseras pensiones.

 

El rescate que demandan las familias de Pasta de Conchos también incluye a los mineros de Coahuila que enfrentan ahora violaciones constantes a sus derechos y que a los gobiernos no les importa.

 

Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx

Twitter: @Manuel_FuentesM