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Pasta de Conchos: Diez largos años

La muerte de los 65 mineros de Pasta de Conchos ocurrió en los tiempos del panismo.

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Escrito en OPINIÓN el

Es difícil admitir que haya habido tanta impunidad en la muerte de los 65 mineros de la mina de Pasta de Conchos en Coahuila, en esa madrugada del 19 de febrero de 2006. Ya han pasado 10 largos años de soberbia, de complicidad, de servilismo para proteger los intereses de la Minera México.

 

Esos funcionarios que han ocupado los mandos presidenciales y de las Secretarias del Trabajo se han burlado, ignorado y engañado a las familias de los 65 mineros que murieron atrapados en esa mina del descuido y negligencia patronal.

 

Tampoco respondieron los intereses sindicales del minero que actuaron en colusión con la patronal. Cambiaron cuotas sindicales, dinero ruin, para que la mitad de los trabajadores de esa minera, a través de una contratista, careciera de contrato colectivo y de representación sindical y la otra mitad tuviera, en apariencia, comisiones de seguridad e higiene. Sindicato de papel y vergüenza.

 

Nunca fueron escuchados los gritos, los reclamos hasta el llanto de las familias para que rescataran a los mineros atrapados. En tres días decretaron su muerte, dicen ellos porque se hicieron polvo y ceniza con la explosión.  Los rescates, meses después, de los restos de 2 mineros desmintieron al gobierno. Sus cuerpos estaban enteros. La mentira del gobierno y empresa quedaron en evidencia.

 

De los otros 63 ya no se siguió su búsqueda, porque a medida que avanzaban los rescatistas se encontraron más y más evidencias de la negligencia de la Minera México. Por más que se querían ocultar se daban a conocer por diversos medios de comunicación todas las omisiones de esa empresa. Rescatistas con cámaras ocultas en sus ropas evidenciaron que la empresa no cumplió con medidas de seguridad.  Empresarios y gobierno se aterrorizaron y estallaron en cólera.

 

El rescate tenía que detenerse a como diera lugar, porque gobierno y empresa serían condenados por la negligencia, unos para supervisar y sancionar y otros para resguardar la vida de sus trabajadores con medidas de protección.

 

Molestaba a los funcionarios que los familiares no se callaran. Les cerraron las puertas, todos los espacios para impedir que se juzgara a esa empresa en la que varios funcionarios eran parte de la misma. Hasta su abogado llegó a ocupar el puesto de secretario de Gobernación.  Empresa y funcionarios se demostró eran la misma porquería.

 

La muerte de los 65 mineros de Pasta de Conchos ocurrió en los tiempos del panismo: Del foxismo que nunca dio la cara, luego el calderonismo que los solapó y ahora el peñismo que los ha ignorado por todos los medios.  A la distancia todos son iguales: Panistas y priístas protegiendo al capital sobre la vida de los mineros.

 

Las esposas, las madres, los padres, hasta los hijos, con el dolor de perder a sus seres queridos han mantenido su fuerza que viene desde dentro de la mina.  De ese amor que sólo se siente de un familiar ausente y que nadie entiende, sólo ellos.

 

Perder a un familiar por la negligencia es lo que más duele. Inspectores que pasaron de largo, que nunca llegaron a donde laboraban los mineros porque se ensuciarían sus ropas. Prefirieron esos funcionarios de cuarta, recibir la dádiva fácil, que evitar que una bomba de tiempo explotará y dejará sepultados a esos mineros del carbón.

 

Los funcionarios, los pequeños funcionarios, siempre vieron con asombro esa fuerza de los familiares, la mayoría mujeres, que no se rindieron para demandar por todas las vías posibles el rescate de esos valientes mineros.

 

La explosión fue de madrugada, era casi las dos de la mañana, de ese 19 de febrero, cuando retumbaron las casas y cristales en el pueblo de Sabinas. Muchos despertaron con el miedo de que algo grave había sucedido. Había ocurrido lo peor.  Esos 65 mineros ya no regresaron.  Esa mina se los había tragado.

 

Fue el peor momento de sus vidas saber que esos mineros no salían de esa mina miserable. Fueron horas de pesadilla, incontables, largas horas de impotencia. Los gritos, los sollozos por largas horas se ahogaron ante funcionarios estúpidos y cómplices que alegaron no se podía hacer nada.

 

Esposas, hermanas, madres salieron de sus casas y jamás volvieron a ser las de siempre. Por más que se les quería impedir denunciaran las miserables condiciones en que laboraban sus esposos, en otros casos sus hijos, en otros sus hermanos, en esa mina se descubrió la verdadera cara de una empresa, de Minera México, que ponía la ganancia, la usura, sobre la vida de sus trabajadores.

 

Esos familiares de los 65 mineros dejaron de creer en la justicia mexicana, los jueces nunca les reconocieron interés jurídico para demandar la cancelación de la concesión minera, acciones penales contra los accionistas y funcionarios públicos. Ante la incomodidad de los hombres del poder, se fueron primero a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y luego a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para continuar su enjuiciamiento al gobierno.

 

Esos familiares siguen peleando para que la zona minera de Coahuila se respete el trabajo de los hombres del carbón. Se siente en su mirada, en su esperanza que no se cansa, la presencia de esos dignos 65 mineros de Pasta de Conchos, en estos diez largos años.

 

Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx      twitter: @Manuel_FuentesM