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El paso express y una muerte muy lenta.

¿Por qué construyeron una obra sobre potenciales arenas movedizas?

Por
Escrito en OPINIÓN el

Socavar.

1. tr. Excavar algo por debajo, dejándolo en falso. 

2. tr. Debilitar algo o a alguien, especialmente en el aspecto moral.

Diccionario de la Real Academia Española.

Foto: Cuartoscuro

Es casi la peor pesadilla: se abre un hoyo enorme en el asfalto y te traga la tierra. Juan Mena López y su hijo Juan Mena Romero salieron muy temprano a trabajar, como todos los días de la semana. Habitualmente el padre iba en bicicleta y el hijo en su moto, por las lluvias, salieron juntos en carro. Apenas puede una imaginar esa sensación de delirio, de inimaginable: tomar un camino conocido donde la carretera se continúa y de golpe sentir que el carro se precipita en una apertura que te hunde en la tierra. Desde su celular, Juan avisó del accidente, una llamada a su jefe y otra a su novia, Esmeralda. La oscuridad a cinco metros allí abajo. El desamparo. La desesperación. Después de las 5:38 Esmeralda ya no pudo comunicarse con Juan.

El intento (por los moretones en sus puños y codos) de romper los cristales. El aire que escasea y ese tiempo interminable de espera que calculan entre 90 y 120 minutos antes de morir asfixiados por “confinamiento”. Qué palabra tan terrible. Las fotografías del carro rescatado casi diez horas después. Las declaraciones de las autoridades “responsables”. Las pruebas escritas de las denuncias hechas por los vecinos que fueron ignoradas. Las declaraciones del Secretario de Comunicaciones y transportes Gerardo Ruiz Esparza: el drenaje es el culpable. Era ya un drenaje obsoleto.

Declaraciones que contradicen lo que nos explica en ese video que transmitió por Periscope, (recién inaugurada la carretera) con su voz triunfal y vibrante: “El concreto asfáltico que estamos viendo aquí… es sin duda un material más resistente. No tenían drenaje, entonces tuvimos que hacerles un drenaje para que la carretera en un momento dado tuviera circulación de agua y las casas de al lado pudieran desahogar también los líquidos de sus casas”. Allí se abre, para nosotras/os mexicanas/os, el tan habitual hoyo negro. Ese “socavón” que socava cada día nuestras esperanzas, que nos llena de indignación y de ira. Una vez más amanecimos confrontados a la corrupción, a las mentiras, a las explicaciones absurdas, al “no fui yo, fue el de al lado”.

¿Por qué construyeron una obra sobre potenciales arenas movedizas? ¿Cómo es posible? ¿No se dieron cuenta? ¿Nadie hizo una revisión minuciosa del trabajo de la constructora? ¿En qué archivero enmohecido arrojaron las denuncias de los vecinos? Sus palabras alertando de una situación que podía llevar a una tragedia. ¿No les hicieron caso porque los vecinos no son ingenieros? ¿La ciudadanía confrontada a la realidad de una construcción que se deteriora a ojos vista, no son sino una hilera de latosos que disfrutan haciendo denuncias inútiles? La omnipotencia de aquellos que se supone que saben. Aquellos que decidieron que el “concreto asfáltico” que veíamos allí, “es sin duda un material más resistente”, y ahora nos explican que “llovió demasiado”. ¿Cómo? ¿El concreto asfáltico se hunde como plastilina porque llovió demasiado?

Corrieron a sus oficinas (me imagino) a una de esas reuniones para planear lo que llaman “un manejo de crisis”. Qué explicaciones van a dar. Cómo enfrentan a los medios y a los familiares de los muertos. Las redes sociales. ¿Cómo salir bien librados en lo inmediato, mientras el tiempo pasa y una nueva – dolorosa - “noticia” llega a tomar el lugar de esta tragedia? Apuestan a que pase el tiempo. Apuestan al olvido. Mientras tanto, la familia Mena recibió los cuerpos de don Juan y de su hijo Juan. En sus hogares se abrió un hoyo inmenso. Ese vacío que nos dejan nuestros muertos. La ausencia de todos los días. Los Mena fueron víctimas de una muerte violenta y absurda. Sus familiares tienen que vivir con el espanto: esa muerte tan terrible y tan lenta.

El (aún hasta este segundo) Secretario Ruiz Esparza declaró de nuevo. Tan inimaginables sus palabras como el hoyo negro en la carretera: Se dijo que la  familia Mena iba a recibir una indemnización y entonces nos dice, sin pestañear demasiado: “Creo que tienen el derecho, no se está haciendo por ninguna cosa más que por el mal rato que pasaron, ayudarles, no a que sea menos malo, porque eso no se paga con dinero, pero ayudarles a gestiones que quizá si no hubiera la intervención nuestra podrían tomar mucho tiempo”. Sí, “que rato”, tan malo.Y ellos, los “responsables” qué generosos  son. Hasta les van a “ayudar” en sus “gestiones” que no existirían si tan sólo se hubieran ocupado en construir algo tan indispensable como una carretera bien hecha. “Gestiones” que tienen que ver con enterrar a sus muertos.

Ese es nuestro repetido hoyo negro, el de nosotras/os mexicanas/os: cada vez que escuchamos la banalización del horror. Cada vez que nos explican (sin que esa sea su intención, claro), lo poco que vale una vida humana. Cada vez que se lavan las manos. Cada vez que nos dejan impotentes y boquiabiertos ante esa brutal falta de sensibilidad y empatía. “Un rato” que va a durar a todo lo largo de tantas vidas. Quizá el “paso express” podría haber sido eficaz en el desierto del Sahara. ¿Qué es eso de “las lluvias atípicas”? ¿No hay algo que se llama estudio de suelos? ¿El problema es la basura y que las personas conducen a exceso de velocidad (y desgastan el asfalto, según nos explicaron) y entonces la solución es poner unas cámaras para que no aceleren? ¿No se prevée casi nada antes de construir una obra de esas dimensiones por la que circularán miles de personas?

El 23 de junio la Dirección de Protección Civil municipal notificó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes la gravedad de la situación. ¿Quiénes son los responsables? Cada uno de ellos. Quienes construyeron, quienes no revisaron lo que construyeron, quienes archivaron las denuncias hechas por meses. Quienes fueron incapaces de prever todas las variables implicadas en la obra, antes de construirla. Qué tristeza enorme ante la pérdida de la familia Mena. Ante lo que nunca debió de haber ocurrido. Somos un país de ciudadanas/os socavadas/os. Así nos sucede. Todos los días.

@Marteresapriego